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Venezuela

¿A defendernos de Maduro? / Opinión

El presidente Nicolás Maduro junto a la cúpula militar venezolana durante un desfile militar en junio de 2017, en Caracas.

El presidente Nicolás Maduro junto a la cúpula militar venezolana durante un desfile militar en junio de 2017, en Caracas.

Foto:Marcelo García / Presidencia de Venezuela / AFP

Columnista defiende la importancia de adquirir defensa antiaérea ante posibles ataques de Venezuela.

Leopoldo Fortunato Galtieri fue un militar que parecía destinado a pasar inadvertido en la historia, pero terminó de presidente de Argentina por la inocultable simpatía del gobierno Reagan con la dictadura; pero, cuando fue evidente que el mal llamado “proceso de reorganización nacional” era un absoluto fracaso y las protestas se hacían inmanejables, el general Galtieri invadió las islas Malvinas, armando una insólita guerra con Gran Bretaña que, en el corto plazo, logró unificar el país y le granjeó el respaldo coyuntural de sus más enconados opositores. Le duró poco. En cambio, el costo en vidas y dinero fue incalculable, pero la fórmula parecía eficaz como breve fuente de oxígeno político...
Maduro no es militar y en nada le da al tobillo a Galtieri, pero conoce la receta, y los cubanos saben que, para no perder Venezuela, cualquier exceso es considerable. En el desespero por apaciguar el descontento ciudadano y para justificar sus desmanes en el frente interno, el régimen bolivariano y un sector de las fuerzas armadas, que tienen rabo de paja ante Estados Unidos por sus vínculos con narcotráfico, podrían tratar de pescar en río revuelto ordenando bombardeos aéreos a blancos estratégicos en territorio colombiano, que causarían un daño incalculable al funcionamiento del país y nos hundirían en una zozobra política que podrían aprovechar los ‘chavomaduristas’ para prolongar su dictadura y sembrar caos en Colombia.
Pero, más allá de las connotaciones geopolíticas y de la absurda pesadilla que sería embarcarnos en un estúpido episodio de guerra, cabe preguntarse: ¿cómo sería, desde lo estrictamente militar, un choque con Venezuela?
Aparte de aparatos de entrenamiento chinos y un número importante de helicópteros rusos de transporte y ataque, la Aviación Militar Bolivariana cuenta aún con 8 o 9 Cazas polivalentes F-16 en capacidad de combate, que son lo que queda de dos escuadrones vendidos por Estados Unidos en épocas pasadas, cuando en Miraflores consideraban vital mantener a raya a Cuba, que lleva décadas mirando con hambre el petróleo venezolano; aunque esos aviones hace mucho tiempo solo reciben mantenimiento y repuestos de lo que logra suministrar el Gobierno de Irán, con el cual el régimen bolivariano mantiene una extraña cooperación militar, hay que tenerlos en cuenta.
Sin embargo, la verdadera amenaza son los 23 aviones Sukhoi 30 de última generación que Chávez compró a Rusia, que sí son plataformas de combate de superioridad aérea, indudablemente los aviones más avanzados de todas las fuerzas aéreas de América Latina, hasta cuando Chile empiece a recibir los F-35.
Vale la pena destacar que, en términos de confrontación militar, los avances en tecnología acabaron con los combates aéreos conocidos como dogfight, por cuanto hoy es posible que un avión porte bombas y misiles inteligentes que pueden impactar un blanco con 50 centímetros de margen de error, aunque sean lanzados a 200 kilómetros de distancia; así las cosas, es casi completamente improbable que pueda darse un combate aéreo como los de la película Top Gun entre los SU-30 venezolanos y nuestros vetustos pero en realidad muy bien dotados Kfir israelíes.
Así que, por ahora, es una tontería considerar siquiera la necesidad de comprar aviones para la FAC si el propósito fuera enfrentar los letales Sukhoi. Primero, porque aventajan a casi todos los aviones disponibles en el mercado militar, con excepción de otros modelos rusos y de los últimos F-35 y F-22 norteamericanos, que están muy lejos de nuestra capacidad económica y es bastante improbable que nos los vendan.
Por eso, el sentido común llevó a nuestros militares a entender que lo sabio es pensar en un sistema de defensa antiaéreo que inutilice las armas que pueden lanzar los avanzados aviones de la dictadura.
Los blancos estratégicos que podría atacar Maduro en Colombia son fácilmente predecibles: las refinerías de Cartagena y Barrancabermeja, la base aérea de Palanquero, los puentes sobre el río Magdalena y los edificios militares y de gobierno en Bogotá. Por eso, en vez de poner aviones en alerta para interceptar aviones, lo eficaz sería contar con un sistema de defensa antiaéreo con misiles interceptores guiados desde computadores, alimentados por radares y geoposicionamiento satelital, que eliminen los misiles y bombas guiadas que puedan lanzar aviones enemigos. Es lo adecuado, vale un quinto de lo que costarían dos escuadrones de cazas con aviónica y armamento, y estos sistemas operan ya en varios países con gran eficacia.
¿Cuál tecnología y de qué rango escoger? Esa es la pregunta. Washington, Londres, Moscú, Tel Aviv, París y otras ciudades poseen escudos de defensa tipo star wars, de mayor o menor escala. Quizá el más probado sea el famoso Iron Dome (Domo de Acero) desarrollado por Israel, que trabaja casi a diario inutilizando cohetes palestinos. Existe una variada gama de posibilidades con costos igual de diversos. En nuestro caso es predecible que un experto internacional aconseje comprar el sistema o sistemas defensivos más móviles, con capacidad de interceptar las armas lanzadas a distancia media.
Ojo, no se interceptarían los aviones sino las armas. Sería ideal que esos sistemas de defensa puedan desplegarse en vehículos terrestres e, incluso, adaptarse a nuestras fragatas para disponer de ellos donde se necesiten en el futuro; como en Cartagena para defender la base y Reficar, pero también en aguas de San Andrés.
Ahora que la oposición socialista ha capitalizado la base estudiantil para cobrarle a Duque una deuda que es de Santos, los demagogos de izquierda, encabezados por Petro, gritan que el Gobierno no puede gastar dinero en armas en vez de invertirlo en educación.
Resulta paradójico que quien empezó su vida política a la ofensiva y armado no entienda la diferencia entre un arma ofensiva, como los poderosos aviones venezolanos, y un instrumento de defensa tecnológica, altamente disuasivo, que puede preservar nuestra funcionalidad como país y salvar muchas vidas.
Como Galtieri, Maduro puede sembrar el caos en Colombia, por física desesperación, en un santiamén; aunque desate una tormenta en su contra y solo consiga prolongar un poco la agonía del régimen. Pero, si podemos calcularlo, sería una gran irresponsabilidad desestimar ese panorama y no tomar medidas para protegernos.
SERGIO ARAÚJO CASTRO 
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
Twitter: @sergioaraujoc
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