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Latinoamérica

Factor petróleo deja a Venezuela sin ‘salvavidas’ internacionales

PDVSA es la compañía estatal petrolera de Venezuela.

PDVSA es la compañía estatal petrolera de Venezuela.

Foto:Jesús Contreras / REUTERS

Pese a su tamaño, los países del Caribe tienen una gran importancia geopolítica.

Venezuela se está quedando solo. Debido a los giros políticos, perdió en los últimos años a Argentina y Brasil como unos de sus más fuertes aliados políticos. Pero incluso países donde sigue gobernando la izquierda, como Chile y Uruguay, han empezado a trazar líneas rojas frente al gobierno de Nicolás Maduro. Sin embargo, esa es la cara más visible del aislamiento internacional de Venezuela. La otra se desvela en el Caribe.
Un escenario privilegiado para hablar de la soledad de Venezuela es la Organización de Estados Americanos (OEA), donde la última sorpresa fue que Ecuador y Bolivia, sus más fuertes aliados hoy por hoy en Suramérica, no rechazaron la convocatoria a una reunión de cancilleres en ese organismo, que tendrá lugar este miércoles 31 de mayo para discutir la crisis venezolana. Ambos se abstuvieron en la votación.
No pocos analistas coinciden en que la grave situación humanitaria de Venezuela –casi 60 muertos en medio de las protestas, centenares de detenidos, hiperinflación, desabastecimiento de alimentos y medicinas– es la que ha presionado estas pérdidas de apoyo. Sin embargo, al mirar hacia el Caribe, aparece otro fenómeno fundamental para entender cualquier problema relacionado con Venezuela: el petróleo.
Y si se habla del crudo –piedra angular de la política exterior venezolana desde mediados del siglo XX– hay que mirar al conjunto de países insulares del mar Caribe que, pese a su tamaño –menos de tres millones de habitantes–, tienen en la OEA el mismo poder de voto que Canadá y Estados Unidos y en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) el mismo poder de veto que México o Brasil. Además, poca o nula disponibilidad de ese recurso.
En el Caribe azul, turístico y paradisíaco, Venezuela se preocupó por tejer alianzas que le fueran favorables para hacer frente al poder de Estados Unidos. El artífice fue el fallecido expresidente Hugo Chávez, y su llave no fue otra que Petrocaribe, “un mecanismo en el cual el Gobierno venezolano ha comprado apoyos internacionales”, como explica el profesor Alberto Hoyos Varela, doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Simón Bolívar, de Caracas.
En virtud de Petrocaribe, Venezuela vende petróleo con amplias facilidades de financiamiento a países como Cuba, Santa Lucía, Antigua y Barbuda, Bahamas o San Vicente y las Granadinas. Andrés Serbín, también profesor venezolano, bautizó esta práctica como “diplomacia petrolera”, especialmente desde los años de gobierno de Hugo Chávez, quien con justificaciones ideológicas ‘inundó’ el Caribe de petróleo barato y conquistó afinidades políticas.
Es tanto que de los 13 miembros del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, promovida por Chávez en oposición al ALCA, Área de Libre Comercio para las Américas), siete son países insulares miembros de Petrocaribe: Antigua y Barbuda, Cuba, Dominica, Granada, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas. También están Nicaragua y Surinam, países caribeños continentales.
Para el periodista y analista político venezolano Reyes Theis, Petrocaribe es la “bombona de oxígeno del ALBA”. Pero al morir sus dos principales ideológos, Hugo Chávez y Fidel Castro, y frente a la crisis de precios del petróleo que comenzó en el 2014, “hay una minimización del alcance político del ALBA”.
En este contexto, durante las protestas que tuvieron lugar en el 2014 en Venezuela, que dejaron 43 muertos y al líder opositor Leopoldo López preso, en la OEA no se logró la mayoría necesaria para, por lo menos, discutir el tema. Las ‘petroalianzas’ de Venezuela todavía estaban activas y funcionando. Pero el panorama ha cambiado en las últimas reuniones, tanto en ese organismo como en la Celac.
Basta con una mirada a los países de la OEA que no votaron a favor de la convocatoria a una reunión de cancilleres para discutir sobre la situación de este país, la misma que motivó la decisión de Venezuela de retirarse del organismo. Entre estos están Antigua y Barbuda, Belice, Cuba, Dominica, Granada, Haití, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas y Trinidad y Tobago. Todos son estados independientes ubicados en la cuenca del Caribe. A excepción de este último, todos hacen parte del acuerdo de Petrocaribe.
Hay por lo menos tres grupos de países en esa región (ver cuadro). Primero, los que pertenecen tanto a Petrocaribe como al Alba y no apoyaron la convocatoria en la OEA. Segundo, los que están en Petrocaribe pero no en el Alba, y sí apoyaron la convocatoria en la OEA. Santa Lucía, que pese a hacer parte de las dos alianzas sí votó la convocatoria, es un caso particular. Así como el caso contrario, Trinidad y Tobago, que ni pertenece a las alianzas ni votó la convocatoria de cancilleres en el seno de la OEA.
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El punto de giro por los precios del petróleo

La avanzada de la ‘diplomacia petrolera’ en el Caribe no se trató solamente de precios bajos. También se trató de construcción de infraestructura energética, una sentida necesidad en varios de estos países, como explica Alberto Hoyos. Esta es la razón fundamental por la que, para él, Petrocaribe es una alianza más económica que política.
Aun así, en algunos casos la presencia venezolana fue incluso más fuerte, como cuando en 2015 Pdvsa (estatal petrolera de Venezuela) compró el 25 por ciento de West Indies Oil Company, petrolera de Antigua y Barbuda.
Pero esto no ha sido suficiente para mantener engrasada la maquinaria geopolítica en el Caribe. “Ejemplo claro de ello es que no se han podido vender proyectos como el que propuso Chávez, el ‘Gasoducto del Sur’. Proyectos como este sonaban mucho en ese tiempo porque los recursos provenientes de la renta petrolera abundaban”, explica Hoyos, quien cita un informe de la firma Barclays que, a 2013, calculó que por cuenta de Petrocaribe Venezuela había dejado de recibir 50.000 millones de dólares.
Según cálculos de ‘Deutsche Welle’ en el 2016, basados en información pública, el petróleo crudo representa el 76 por ciento de las ventas de Venezuela al exterior y los productos refinados otro 17 por ciento. Es decir, un 93 por ciento dependen del hidrocarburo, lo que hace a Venezuela dependiente y vulnerable frente a las fluctuaciones de precios.
Más aún, China recibe el 40 por ciento de estas exportaciones, pero como pago de créditos que concede al país bolivariano desde 2007. Con la caída de precios del petróleo, se hizo necesario exportar más cantidad para cubrir esta deuda. Ante este contexto, la gigantesca reserva del país –estimada alrededor de 298.000 millones de barriles, según la Energy Information Administration– resulta insuficiente tanto para satisfacer a sus compradores, por el precio, como para solventar sus necesidades internas, por la caída en las rentas.
En este contexto, el Ministro de Comercio Exterior de Venezuela Jesús Farías emprendió en los últimos meses una correría diplomática que incluyó reuniones con funcionarios de Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas y San Cristóbal y Nieves. Como asegura Reyes Theis, en el Caribe angloparlante está la llave de la OEA.
Nada asegura que Venezuela mantenga esa llave.

Lo que viene, más allá del petróleo

La decisión de abandonar la OEA seguramente hará que Venezuela se desligue de lo que allí se discuta este miércoles, sea cual sea la línea que tomen los cancilleres. Por lo pronto, aunque sigue haciendo parte, el poder de este organismo sobre el país petrolero es casi tan opaco como las cifras alrededor del comercio del crudo.
Pero por fuera de allí, e incluso de la Celac, todavía le quedan movidas al país gobernado por Nicolás Maduro. Según Alberto Hoyos, la opción bolivariana será fortalecer las relaciones con Cuba, Ecuador y Bolivia, como aliados ideológicos, y con Rusia y China, “que han sido los soportes económicos del gobierno en los últimos meses”.
Al margen del peso del petróleo, la situación humanitaria provocada tras casi dos meses de marchas, contramarchas y enfrentamientos ha elevado la preocupación de los actores internacionales, incluso de los más cercanos. Por eso, Reyes Theis cree posible que los países aliados sirvan de puente para resolver la crisis del país al margen de los organismos regionales. Este sería algo así como un reencauche del diálogo iniciado el año pasado.
“Lo que uno espera es que terminen acatando las recomendaciones de sus amigos”, dice, no solo para resolver el aislamiento internacional, sino también para comenzar a bajar la tensión interna. “Venezuela es un gran dolor de cabeza en la región, y por la estabilidad le conviene una transición política”, más ahora que su chequera petrolera ha dejado de ser poderosa y ostentosa, incluso frente a los ‘pequeños’ países caribeños.
JUAN DAVID LÓPEZ MORALES
Redactor ELTIEMPO.COM
En Twitter: @LopezJuanDa
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