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Latinoamérica

El 'Sí' que podría marcar el fin del correísmo en Ecuador

Personas enfermas o de la tercera edad disfrutan del voto adelantado y asistido.

Personas enfermas o de la tercera edad disfrutan del voto adelantado y asistido.

Foto:José Jácome / EFE

Ecuatorianos irán el domingo a las urnas para definir la reelección al expresidente Rafael Correa.

Andrea Morante
Con el vaticinio de los sondeos del triunfo por el sí con al menos el 70 por ciento de los votos, los ecuatorianos van este domingo a las urnas para pronunciarse sobre siete preguntas que podrían cambiar los últimos diez años de historia política liderada por el expresidente Rafael Correa y allanar un nuevo proyecto de diálogo y consensos liderado por el actual mandatario Lenín Moreno.
Los analistas hablan de que un voto mayoritario por el sí permitirá terminar con el correísmo y legitimar a Moreno, facilitándole la gobernabilidad, pero también advierten que el exmandatario es un curtido ‘animal político’ que no será fácil de derrotar.
De hecho, para muchos ecuatorianos lo del domingo será una especie de plebiscito en el que los ecuatorianos votarán no por las preguntas sino por Moreno o Correa, pues algunos de los interrogantes parecen de Perogrullo o simplemente pudieron haber sido evacuados en el parlamento sin necesidad de convocar una consulta popular.
De las siete preguntas, cinco, de ser aprobadas, requieren enmendar la Constitución, y dos son de consulta, que exigen modificar la legislación.
La lucha contra la corrupción, la alternancia en el Gobierno, la explotación controlada de recursos, la derogación de la ley plusvalía, la reforma de un organismo público de regulación y control e incluso el castigo a la pederastia forman parte del formulario.
“Este domingo levantamos el acta de defunción de Correa y de la muerte del correísmo”, dice Luis Espinosa Goded, catedrático de la Universidad San Francisco de Quito, quien considera que Moreno hace la consulta popular para lograr legitimación” y con la pregunta clave de la reelección (pregunta 2) se quiere “matar políticamente a Correa”.
Es un proceso inédito si se toma en cuenta que Correa y Moreno fueron binomio presidencial y líderes del proyecto de ‘revolución ciudadana’, que impulsaron en la última “década ganada”, según el exmandatario. Más aun cuando muchos de los colaboradores de alto perfil correísta hoy acompañan a Moreno para cuestionar lo que consideran una “década pérdida”.
Los analistas ven un pulso abierto entre Moreno y Correa luego de que en diciembre pasado el partido político que los llevó al poder se dividió en torno a las figuras de los dos líderes, una lucha fratricida que ahora deberá dirimir la ciudadanía.
Correa, con su liderazgo, su alta popularidad y su carisma logró llevar a Lenín Moreno a la presidencia en un apretado triunfo sobre el banquero Guillermo Lasso. De hecho, Correa había anunciado que apenas se posesionara Moreno se marchaba del país a un retiro en Bélgica, tierra de su esposa y país donde hizo algunos de sus estudios superiores en la Universidad de Lovaina.

La fractura

Todo parecía marchar sobre ruedas hasta el día de la posesión, cuando en su discurso de investidura Moreno hizo un llamado a la unión y convocó a fuerzas políticas y sociales que habían sido duramente marginadas y combatidas durante la era correísta y que el exmandatario asociaba con la corrupción y la politiquería tradicional. Ese fue el punto de quiebre, y desde entonces Correa lanzó una campaña de ataques contra el gobierno de Moreno y a denunciar que este estaba traicionando la ‘revolución ciudadana’.
De ahí a la fractura del movimiento político que los llevó al poder pasaron apenas algunos meses, hasta el punto de que Correa regresó al país a hacer campaña por el no.
Para Yaku Pérez Guartambel, presidente de la Confederación de Pueblos de Nacionalidades Kichwa del Ecuador (Ecuarunari), “en la consulta se juega un cambio sin precedentes en la historia ecuatoriana porque la anterior fue una década de saqueo, despojo, violencia, corrupción, autoritarismo, extractivismo”, puntualizó.
Entre las siete preguntas se pide el pronunciamiento popular sobre temas que se enarbolaron como conquistas revolucionarias y que podrían ser revocadas para desmantelar una estructura de poder que, incluso, permite la reelección presidencial indefinida. Correa ha calificado la consulta como “un golpe de Estado”, porque en su opinión en la pregunta tres de la consulta otorga las competencias de la Asamblea Nacional a un Consejo de Participación transitorio que podría evaluar y destituir a autoridades como fiscal, procurador,contralor, defensor público, entre otras.
“Es un verdadero golpe de Estado, se nos acaba el estado de derecho”, ha puntualizado el exmandatario.
Pero la defensa de sus tesis no le ha resultado fácil y a pesar de que Correa regresó de Bélgica, donde se radicó luego de dejar el poder para liderar la campaña por el sí, en la mayoría de poblaciones de su recorrido por el país fue recibido con lluvia de huevos y tomates, y en algunos casos fue asediado hasta el punto de tener que salir con protección policial.
Las graves denuncias de corrupción, que incluso tienen en prisión a Jorge Glas, vicepresidente de Correa, y también en principio de Moreno, han sido el detonante para que la mayoría ciudadana clame por un cambio en la forma, control y actitud para manejar el país.
De cumplirse los pronósticos del triunfo del sí, la pregunta que surge entonces es ¿qué puede esperar en adelante el país?
“Después de la consulta no hay nada porque no hay una propuesta de país en ninguna de las siete preguntas, no hay propuesta de futuro. Moreno no tiene un proyecto político y el proyecto económico con el que llegó es imposible de cumplir. Lo que hay que hacer es deshacer lo que hizo el correísmo para legitimar a Moreno”, responde Espinosa Goded.
ANA LUCÍA ROMÁN
Para EL TIEMPO
Quito
Andrea Morante
icono el tiempo

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