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Latinoamérica

Qué es el 'escrache' y otros casos con resonancia como el venezolano

La rectora del Consejo Nacional Electoral de Venezuela, 
Socorro Hernández.

La rectora del Consejo Nacional Electoral de Venezuela, Socorro Hernández.

Foto:EFE / MIGUEL GUTIÉRREZ

Confrontar, interpelar y hasta intimidar a un político no es una práctica exclusiva de Venezuela.

Una visita de Socorro Hernández, rectora del Consejo Nacional Electoral de Venezuela, al supermercado, terminó convertida en una mala experiencia para ella tras ser confrontada por varios ciudadanos. Ocurrió este fin de semana en Caracas.
“No le vendas, que vaya al Bicentenario” (supermercados públicos), además de señalamientos como “asesina, sinvergüenza”, recibió Hernández, una de las cinco rectoras al frente del CNE, acusado de simpatía con el oficialismo.
La palabra ‘escrache’ no se suele usarse en Colombia, pero eso fue exactamente lo que le sucedió a la rectora electoral venezolana, según el uso que se le da a la en países como Argentina, Uruguay, Paraguay, España y Venezuela.
El verbo escrachar significa, en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, “romper, destruir, aplastar” o “fotografiar a una persona”.
No obstante, según la definición del Diccionario de Americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española, un ‘escrache’ es una “manifestación popular de denuncia contra una persona pública a la que se acusa de haber cometido delitos graves o actos de corrupción y que en general se realiza frente a su domicilio o en algún otro lugar público al que deba concurrir la persona denunciada”.
El objetivo de un escrache es señalar a un político que se considera responsable de un problema. En este caso, Socorro Hernández hace parte del órgano que avaló y organizó las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente.
El origen de la palabra es argentino, ligado al lunfardo –dialecto de raíces italianas usado en barriadas marginales, también en Uruguay–, y fue popularizado en el marco de los crímenes de la dictadura militar en ese país, como alternativa de sectores de víctimas frente a la impunidad.
El escrache contra Hernández fue duramente criticado por el chavismo. Delcy Rodríguez, presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente, prometió castigos para quienes escracharon a la funcionaria electoral, bajo la justificación de que se trata de “crímenes de odio”.
Por supuesto, no es un fenómeno exclusivo de Venezuela.
En 2013, en medio de la crisis económica española, ciudadanos y movimientos políticos adelantaron un escrache con el hashtag #DeAfectadoaDiputado, en el que pedían a los diputados del Partido Popular tomar decisiones frente a los profundos problemas hipotecarios.
En Venezuela, Socorro Hernández no es la única funcionaria que ha caído en el ‘escrache’ o escrutinio ciudadano. Este mismo año tuvo resonancia un video en el que se veía a una ciudadana confrontar, también en una cadena de supermercados, al embajador venezolano en Suiza, César Méndez. Una y otra vez lo acusaba de corrupto.
La misma suerte corrió la hija mayor del alcalde del municipio Libertador de Caracas, Jorge Rodríguez. Lucía Rodríguez fue increpada en Sidney por dos jóvenes en mayo de este año: “¿Cómo te están pagando a ti? ¿Quién te está pagando a ti?”, le preguntaban.
En Colombia, un ejemplo reciente de escrache, que se ajusta a la definición, ocurrió en abril de 2016, cuando un ciudadano vio al exalcalde de Bogotá Samuel Moreno Rojas, condenado a 18 años de cárcel, en un parque del centro de la ciudad y sin esposas. De inmediato, el hombre lo grabó, lo increpó y subió el video a redes sociales.
“¿Y a usted por qué no lo tienen esposado? ¿A usted no le da pena ser la rata inmunda que es?”, fueron las palabras del hombre a Moreno Rojas.
Otras figuras colombianas que suelen ser escrachadas son el presidente Juan Manuel Santos y el expresidente Álvaro Uribe Vélez. Aunque, como en Colombia no se usa la palabra, basta con decir que son increpados con frecuencia.
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