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Latinoamérica

Masaya, la ciudad que resiste contra Ortega en Nicaragua

Un joven pide justicia mientras ayuda a cargar el ataúd del joven Jorge Zepeda durante su entierro en Masaya (Nicaragua) y quien fue muerto por la policía.

Un joven pide justicia mientras ayuda a cargar el ataúd del joven Jorge Zepeda durante su entierro en Masaya (Nicaragua) y quien fue muerto por la policía.

Foto:Efe

Esta población de 100.000 habitantes es una de las que mantiene manifestaciones contra el Gobierno.

En la ciudad nicaragüense de Masaya parece que todo el mundo está listo para ir a la guerra: desde niños pequeños de brazos flacos hasta mujeres mayores con sus rostros llenos de arrugas.
Con morteros artesanales, sus caras cubiertas con pasamontañas y bandanas, los jóvenes de Masaya montan guardia tras un sinfín de barricadas, determinados a frenar a la Policía Antimotines del presidente Daniel Ortega, a la que acusan de atacar a la ciudad y a sus habitantes.
Construidas con troncos, adoquines, trozos de metal y cualquier otra cosa que tengan a mano, las barricadas se mantienen gracias a una red logística improvisada que parece involucrar a casi todos los 100.000 habitantes de la localidad.
Masaya está en la primera línea de fuego de la crisis que vive el país centroamericano desde el 18 de abril, cuando comenzaron las protestas antigubernamentales contra una reforma del sistema de pensiones, retirada luego por el Ejecutivo.
Las primeras manifestaciones, y la subsiguiente represión, llevaron a más protestas y hasta ahora la crisis deja unos 120 muertos.
No es la primera vez que esta ciudad arbolada ubicada al sureste de Managua queda en medio de una batalla clave para el país.
Ramona García, de 83 años, recuerda haber trabajado para construir barricadas similares en los años 1970, cuando Ortega era un líder guerrillero y Masaya estaba de su lado, luchando contra el régimen del dictador Anastasio Somoza. “Luchamos así, como estamos aquí. Trayéndoles comida, trayéndoles agua. Así era, en las barricadas”, dijo esta mujer de baja estatura y rostro lleno de arrugas.
“Pero (Somoza) no era como este, no mató tanta gente como este”, aseguró, refiriéndose a Ortega, quien ha dominado la política nicaragüense desde que los rebeldes sandinistas sacaron del poder a Somoza en 1979.
Del lado opuesto de la escala demográfica, un muchacho de 14 años ayuda a los paramédicos voluntarios a evacuar a los heridos de los enfrentamientos con la Policía. “No es cosa de jóvenes”, dijo mientras sonaban ráfagas de disparos en las cercanías de la estación de policía local y explotaban morteros en respuesta.
Es una sola lucha. Trabajo, colegio, todo eso ha parado”, aseguró.

Luchamos así, como estamos aquí. Trayéndoles comida, trayéndoles agua. Así era, en las barricadas

Lugar emblemático

Masaya es el lugar de nacimiento de Augusto Sandino, cuyo levantamiento contra la ocupación militar estadounidense de la Nicaragua de los años 1920 y 1930 inspiró a la guerrilla de Ortega.
La ciudad jugó un papel clave en la rebelión de Ortega, dándoles refugio a los sandinistas cuando necesitaron hacer un repliegue táctico desde Managua el 27 de junio de 1979.
Tras reagruparse en Masaya y sumar a muchos de sus ciudadanos a su causa, los sandinistas sacaron del poder a Somoza menos de un mes después. Ortega, que perdió el poder en 1990 y lo recuperó en 2007, ejerce ahora –con 72 años– su tercer mandato consecutivo.
Una mujer de avanzada edad, que ha participado en las protestas contra el gobierno, se cubre el rostro.

Una mujer de avanzada edad, que ha participado en las protestas contra el gobierno, se cubre el rostro.

Foto:AFP

El presidente parece haber recibido un duro golpe por el hecho de que este antiguo bastión sandinista se haya volteado en su contra.
Los residentes acusan a la Policía y a bandas paramilitares cercanas a Ortega de saquear Masaya, así como de quemar en dos ocasiones su mercado de artesanos, un símbolo de la ciudad.
Esos hechos llevaron a los residentes a organizarse para protegerse. Pero la ciudad ha pagado un precio muy alto. Según los habitantes, francotiradores apostados en torno a la asediada estación de policía atacan cada tanto a los ciudadanos, mientras bandas guiadas por los antimotines la emprenden contra las barricadas y vandalizan la ciudad casi cada noche.
Pero en esta ciudad que se enorgullece de su espíritu luchador, también se tiene la sensación de que el enfrentamiento apenas comienza. “Masaya tiene gente guerrillera... Podemos hacer la guerra”, asegura Elías Mendoza, de 27 años y padre de dos niños, mientras prepara su mortero en una barricada.
AFP
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