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Latinoamérica

Los desafíos del plebiscito en Venezuela

Las protestas en Venezuela han dejado 83 muertos hasta ahora.

Las protestas en Venezuela han dejado 83 muertos hasta ahora.

Foto:Miguel Gutiérrez / EFE

universidad externado de colombia

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Es la última opción de la oposición para evitar la elección de la Asamblea Nacional Constituyente.

Perla Toro
El domingo 16 de julio se llevará a cabo una nueva demostración de resistencia por parte de la oposición venezolana a la dictadura chavista. Después de más de tres meses de manifestaciones diarias, de periplos internacionales y de intentos de negociación, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que agrupa a los diversos partidos de la oposición, prueba una nueva estrategia para enfrentarse a la represión de la dictadura.
El objetivo de esta nueva estrategia es, entre otros, impedir la puesta en marcha de la Asamblea Nacional Constituyente, cuyas elecciones están previstas para el próximo 30 de julio. Aunque improvisada, ésta es, tal vez, la última opción que tiene la oposición de evitar que se lleve a cabo la que es, a todas luces, una apuesta por la profundización de la dictadura.
Asimismo, en una nueva demostración de que su único interés es mantenerse en el poder, la dictadura ha respondido de dos maneras. De un lado, ha procurado re-interpretar la ley – la constitución de 1999 – para afirmar que la convocatoria al plebiscito es inconstitucional. Así, se intenta manipular la ley con el fin de que ésta solo beneficie las movidas del régimen. Del otro, se ha intentado bloquear la celebración del plebiscito por medio de recursos interpuestos ante la sala electoral del Tribunal Supremo de Justicia. Como ya es común, la dictadura venezolana usa la rama judicial para legitimar sus acciones y para sancionar las de los opositores.
Las marchas en Venezuela contra el régimen de Nicolás Maduro, que iniciaron el pasado primero de abril, dejan hasta ahora al menos 74 víctimas mortales, según cifras oficiales.

Las marchas en Venezuela contra el régimen de Nicolás Maduro, que iniciaron el pasado primero de abril, dejan hasta ahora al menos 74 víctimas mortales, según cifras oficiales.

Foto:EFE

En este sentido, de manera superficial, el plebiscito se enfrenta a dos retos gigantescos. El primero de ellos es la celebración misma del proceso. El rechazo por parte del gobierno, que tiene el control de las ramas del poder público, de las fuerzas del orden y, hasta del sistema electoral, hace que desde un punto de vista logístico y de seguridad, la realización de la elección sea de muy difícil. Sin hablar de las discusiones sobre si esta es legal o no, y cuál es su alcance.
Sobre esto último, gira el segundo gran reto. En caso de llevarse a cabo el sufragio, se verá su impacto real. Los representantes de la MUD y líderes políticos como Henrique Capriles y María Corina Machado, han manifestado que el resultado del plebiscito es vinculante para el gobierno. Es decir, si la decisión que resulte de esta elección es contraria a la realización de la ANC, los líderes opositores esperan que el gobierno detenga este proceso.
No hay que creer en teorías de la conspiración para saber que, cualquiera sea la decisión, es muy difícil que el gobierno detenga las elecciones de la ANC del próximo 30 de julio. No hay que olvidar que, cuando el régimen ha tomado decisiones que aparentemente muestran una reducción de la represión o un retroceso en su política, es porque busca consolidar más su poder y avanzar por otra vía.
Esto sucedió es las elecciones del pasado 6 de diciembre de 2015 para la Asamblea Nacional. Muchos observadores habían anticipado que, en caso de perder, el régimen haría fraude o detendría las elecciones. Al contrario de esto, el gobierno aceptó los resultados, lo que le dio un respiro, tanto en el ámbito doméstico como en el internacional. No obstante, a los pocos días se inició un proceso por medio del cual las decisiones tomadas en el legislativo, fueron desconocidas por el ejecutivo hasta el punto de quitarles prácticamente todos sus poderes.
Otro ejemplo es la casa por cárcel al líder Leopoldo López. De nuevo, esto impactó positivamente – o al menos eso esperaba el dictador – la imagen doméstica e internacional del régimen. No obstante, esta movida hizo casi desaparecer la discusión de fondo: López sigue detenido injustamente, así como cientos de presos políticos que son menos reconocidos en los medios de comunicación.

La oposición está mostrando que no son necesarias la logística ni las organizaciones estatales para que los ciudadanos puedan manifestarse, hacerse sentir y tomar decisiones

Así las cosas, es poco lo que se puede esperar de los resultados del plebiscito, cualquiera sea el resultado.
Pero, como decía, esos dos son los retos superficiales. En realidad, el plebiscito es símbolo de aspectos mucho más importantes que si se adelanta el proceso de la ANC o no. Al mejor estilo de la no violencia, la MUD está desprestigiando, con cada una de sus acciones, al régimen. Con esta opción, la democrática, además, está adelantando una revolución que ni el mismo Chávez, con toda su retórica revolucionaria –que en realidad se reducía a la búsqueda del poder– podría haber soñado.
La oposición está mostrando que no son necesarias la logística ni las organizaciones estatales para que los ciudadanos puedan manifestarse, hacerse sentir y tomar decisiones. De igual manera, lo están haciendo en un contexto en el que hay que considerar que el mero hecho de intentar el plebiscito es todo un acto de rebeldía, de desobediencia ante la injusticia de un régimen sin legitimidad ante la sociedad a la que ha asesinado, reprimido, perseguido, robado y demás abusos.
En este sentido, existen tres desafíos reales que se presentan al ejercicio de plebiscito. En primer lugar, está la convocatoria. El de mañana es un ejercicio de demostración de fuerza y en política la fuerza se demuestra con capacidad de movilización. Dependiendo del número de personas que salgan a acompañar, con su voto, la convocatoria, se puede desencadenar, no un cambio en el régimen, sino una demostración mayor de su debilidad y, por lo tanto, una posible pérdida de sus aliados, tanto internos como externos.
El segundo desafío tiene que ver con la legitimidad de la elección. Aunque es previsible que los que salgan a votar sean en su mayoría miembros de la oposición, las elecciones deben ser transparentes, así como su escrutinio y la publicación de los resultados. El orden, el control de la violencia y el rechazo –pacífico– de la posible represión, deberán ser prioridad.
En último lugar está el apoyo que este proceso genere. Una sociedad desarmada adelantando procesos democráticos puede estimular muchos respaldos que hasta ahora han sido esquivos, por decir lo menos, como el de Naciones Unidas y el de gobiernos latinoamericanos, como Chile.
En caso de superarse positivamente los tres desafíos, la correlación de fuerzas puede favorecer, al fin, a la oposición en Venezuela. Aunque esto automáticamente no se traducirá en una caída del régimen, sí puede abrir la puerta a nuevas fracturas y escisiones entre el chavismo, que lleven, eventualmente, a su desaparición.
En caso de suceder esto, será necesaria una transición rápida y sin tantos traumatismos. Esto solo puede lograrse en una sociedad con opciones claras de poder y con vocación democrática. En caso de superar los desafíos, esto sería lo que estarían demostrando los múltiples grupos asociados en la MUD.
Como es evidente, el plebiscito en Venezuela es mucho más que un enfrentamiento entre oposición – régimen. Su impacto dependerá, sin embargo, de la superación de sus retos reales y no de los superficiales.
JAVIER LEONARDO GARAY VARGAS*
Docente Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales
Universidad Externado de Colombia
*Doctor en Ciencias Políticas de la Université Paris-Est Marne-La-Vallée, Magister en Asuntos Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.

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