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Latinoamérica

El capítulo de la Conquista que enfrenta a España y a México

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México.

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México.

Foto:AFP

Historiadores consideran improcedente la pretensión de que España pida perdón por abusos cometidos.

No eran más de medio millar los hombres que acompañaban a Hernán Cortés hace 500 años en su desembarco en lo que hoy es el puerto de Veracruz, en el Golfo de México. Ese sería el principio de la caída, en 1521, del imperio Azteca y de la ciudad de México-Tenochtitlan, lo que hoy es el país que preside el izquierdista Manuel López Obrador y quien esta semana destapó la caja de los truenos tras solicitar, públicamente, que España y el Papa pidan perdón “a los pueblos originarios” por los abusos y la violencia de aquel período del siglo XVI conocido como la Conquista.
La polémica ha sido descomunal en ambas orillas del Atlántico. Pero es solo el principio de una serie de capítulos que se sucederán hasta el 2021, cuando se conmemora el fin del Imperio Azteca y los 200 años de la Independencia de México. Un tema histórico con profundas connotaciones políticas y sociales que hoy, en pleno siglo XXI, sigue desatando tormentas.
Y no es para menos. Ningún historiador desconoce la violencia y la crueldad de aquellos hechos. Pero ¿debe España pedirle perdón a México? Incluso con esa carga implícita, dicen los expertos, no se debe juzgar “en términos maniqueos y moralistas”.
La Conquista española fue más que un puñado de hombres que arrasaron pueblos. Eso, aseguran, es simplificar demasiado un capítulo trascendental tanto para España como para América Latina. Y eso es, justamente, lo que muchos analistas creen que ha hecho el mandatario de los mexicanos. Simplificar. “Perder el tiempo en infiernillos”, “un exabrupto”, “buscar pleitos gratuitos” o ceder a “impulsos justicieros aislados”, según el analista y sociólogo mexicano Jorge Zepeda Patterson.
El rechazo de los historiadores y analistas de aquel país ha sido casi unánime. Lo mismo que en España. “La llegada, hace 500 años, de los españoles a las actuales tierras mexicanas no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas. Nuestros pueblos hermanos han sabido siempre leer nuestro pasado compartido sin ira y con una perspectiva constructiva”, dice un aparte del comunicado que expidió la Moncloa tras conocerse la carta.
“El rey Felipe VI, Jefe del Estado, no tiene que pedir perdón a ningún país”, dijo Carmen Calvo, Vicepresidenta del Gobierno. “López Obrador puede pedir lo que quiera, pero no lo entendemos”, señaló, por su parte, José Guirao, Ministro de Cultura.
Pablo Casado, presidente del Partido Popular, de derecha, calificó de “inadmisible” la solicitud. “Es una ofensa para el pueblo español”, señaló Albert Rivera, del partido Ciudadanos.

López Obrador puede pedir lo que quiera, pero no lo entendemos

El malestar fue más que evidente y trascendió la esfera de lo político: “Amlo se equivocó de destinatario y debió enviarse la carta a él mismo y responder a la pregunta de por qué México, que hace cinco siglos se incorporó al mundo occidental gracias a España, tiene todavía tantos miles de indios marginados, pobres, ignorantes, explotados”, afirmó el escritor peruano y premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, residente desde hace años en Madrid.
La reacción española, derivó, incluso, en insultos: “Que se disculpe él, que tiene apellidos españoles y vive allí. Si este individuo se cree de verdad lo que dice, es un imbécil. Si no se lo cree, es un sinvergüenza”, trinó el polémico escritor y periodista Arturo Pérez-Reverte.
“Acaba uno harto de que la historia de España, con tantas luces y sombras como la de cualquier otro país, se haya convertido en el tiro al blanco de todos los demagogos, oportunistas y golfos de dentro y de fuera. Ya parece un concurso para ver quién escupe más fuerte y más lejos”, añadió Perez-Reverte en otro tuit.
Pocas voces se alzaron en respaldo a López Obrador. En España solo el izquierdista Podemos lo avaló: “Tiene razón en exigirle al Rey que pida perdón por los abusos en la Conquista”.

Espacio para la reflexión

En México la tormenta política no cesa, pero también ha creado un espacio de reflexión frente al pasado. “Que se abra la posibilidad para los mexicanos de enfrentarse con las versiones distorsionadas de la historia y transformarlas en un conocimiento más científico y, en última instancia, más objetivo”, opina Martín Ríos Saloma, académico del Instituto de Investigación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UAM).
Ríos Saloma lo dice porque con la carta que López Obrador le envió al rey Felipe VI o al menos con lo que conocemos de ella (la prensa solo ha publicado fragmentos), se obvian hechos históricos de suma importancia.
Para empezar, y según explica este historiador experto en el siglo XVI, hay visiones muy distintas sobre el episodio de la Conquista española de México porque fueron múltiples actores, tanto desde la perspectiva castellana como de la indígena. Y cada uno de esos actores y sus contemporáneos fueron tejiendo sus propios relatos. “Lo que sí podemos decir es que fue un proceso muy largo y muy complejo en el cual los indígenas tuvieron una participación muy importante”, afirma.
Cuenta Ríos Saloma que la historiografía nacionalista que se desarrolló a lo largo del siglo XX con el triunfo de la revolución mexicana deformó la realidad histórica. Y generaciones de mexicanos, incluido, por supuesto, López Obrador, crecieron escuchando una sola versión. Pero lo que no se analiza ni se cuenta con frecuencia es que muchos indígenas hicieron la guerra en nombre del rey de España.
“Hernán Cortés incorpora y recluta a pueblos enteros que se suman gustosos a esa expedición militar porque saben que eso va a significar el fin del dominio Mexica, que, efectivamente, fue muy terrible: con pago de tributos, matrimonios obligados, con sacrificios humanos. Una vez se conquista Tenoch (México-Tenochtitlan), esos grupos indígenas participan en la conquista del territorio, de lo que es el actual territorio mexicano, comandados por capitanes españoles en la mayoría de los casos, pero detrás de ellos son miles de soldados indígenas que a su vez obtienen beneficios. Incluso se da el caso de caciques indígenas al frente de tropas indígenas que actúan como capitanes del ejército del Rey”, explica Ríos.
Por eso el malestar de los historiadores mexicanos con López Obrador. No es sólo una crítica a la “simplificación de la Historia”, sino al “anacronismo” que, cree Ríos Saloma, está implícito en la solicitud de reparación: “Son cosas que pasaron hace 500 años y no hay necesidad de pedir perdón”.
“¿Hay que pedir perdón porque existamos los colombianos y los mexicanos, que somos el resultado de esa Conquista?", se pregunta, con ironía, el historiador colombiano Jorge Orlando Melo. En su opinión, se trata de una “retórica histórica, ideológica y emocional”. No hay, dice Melo, un afán verdadero por entender lo que pasó. “Es una manera de que los que hoy tienen responsabilidad se descarguen para que pidan perdón otros”.

¿Hay que pedir perdón porque existamos los colombianos y los mexicanos, que somos el resultado de esa Conquista?

De hecho, la carta del presidente mexicano se da a conocer cuando se cumplieron 100 días de su mandato y cuando no está claro si podrá llevar a cabo varias de las cuestiones que prometió en campaña.
Uno de los asuntos más polémicos tiene que ver con el ya célebre tren Maya que Amlo quiere implementar en Yucatán y que, según algunos analistas, impactaría negativamente la economía de la zona, habitada en gran parte por indígenas. Este segmento representa el 10 por ciento de la población mexicana. Según un informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, los mayores índices de pobreza y marginación se dan en esas comunidades.
Para Aristides Ramos, profesor de Historia de América Latina de la Universidad Javeriana, lo que las élites políticas de los estados liberales han hecho ha sido “arqueologizar” al indígena. “Es decir, les interesa como imagen, como monumento, el lugar que ocupan en un museo. Pero poco les ha interesado el indígena de carne y hueso, el que tienen al lado”.
Tal parece, opina Jesús Bustamante, investigador mexicanista de la agencia estatal CSIC de España (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) que López Obrador “está agitando banderas nacionalistas que le vienen muy bien con sus problemas internos. Da la impresión de que está reivindicándose con una parte de su propia población y con una región de su propio territorio. Pedir perdón no tiene ningún sentido, es impropio porque no corresponde ni a la sociedad que lo pide ni a la que se le pide”.

¿Soberbia española?

La carta de Amlo también llega en un momento complejo en España. A las puertas de elecciones generales y justo cuando ha reaparecido, con una fuerza inusitada, la ultraderecha.
“Así como en México hubo una manipulación del pasado, así también lo hubo en España. Sobre todo durante el franquismo se manipuló el pasado para legitimar los distintos gobiernos decimonónicos y al mismo franquismo a partir de esa gloriosa empresa de Conquista de América, que se vendió como civilizadora, que trajo el cristianismo, la paz y el castellano. Y, claro, eso es gasolina para los grupos de derecha y ultraderecha que recuperan el discurso nacionalista y de las colonias”, explica el historiador Ríos.
Si bien hay a ambos lados del Atlántico cierta unanimidad frente al rechazo a la petición de Amlo, también es cierto que desde México se cuestiona la airada reacción española, se reclama más autocrítica y se echa de menos un gesto político que hubiera evitado la polémica.
“La respuesta fue una contundente indignación, como si se tratara de una insolencia inaceptable viniendo de un subordinado”, escribió Arturo Romero Contreras, doctor en Filosofía de la Universidad Libre de Berlín y Profesor Investigador de la Facultad de Filosofía de la Benemérita Universidad de Puebla.
De momento, López Obrador ha reiterado el carácter no hostil de su misiva y ha asegurado que no se afectarán las relaciones de ambos países. Eso sí, persistirá en su empeño de diseñar una hoja de ruta de aquí al 2021 que será, según sus palabras, el año de “la gran reconciliación”, aunque España no parece muy dispuesta. El desencuentro no ha hecho más que comenzar.
TATIANA ESCÁRRAGA
Editora de Redacción Domingo
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