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Latinoamérica

Lucía Topolansky, exguerrillera y primera vicepresidenta de Uruguay

Lucía Topolansky, esposa del expresidente Pepe Mujica, en el legislativo uruguayo.

Lucía Topolansky, esposa del expresidente Pepe Mujica, en el legislativo uruguayo.

Foto:Andres Stapff / Reuters

Si continuara la dictadura, seguiría en la cárcel y estaría cumpliendo 45 años de condena.

Juan Carlos Rojas
La primera vez que Cristina Fynn y Lucía Topolansky se comunicaron en la cárcel de mujeres de Uruguay estaban tiradas en el suelo y ‘hablaban’ por los intersticios de sus calabozos en un alfabeto de señas inventado por ellas para evitar las sanciones de sus carceleros.
Era 1972 y Topolanski, hoy la primera vicepresidenta de Uruguay, estaba en prisión por segunda vez debido a su participación en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, el grupo guerrillero del que era parte el expresidente José Mujica. La dictadura en este país estaba en su apogeo.
Para ese momento, esa joven nacida en una familia acomodada ya tenía una historia de persecuciones, fuga de una primera cárcel en 1970, recaptura y una relación naciente con Mujica.
“La primera pregunta que le hice, ahí tiradas en el piso, fue: ‘cuánto tiempo tenía de condena’, y ella, con mucho humor, me contestó: ‘con mi hermana (melliza) vamos a pasar el fin de siglo en la cárcel. Son 45 años”, cuenta a EL TIEMPO la edil de Uruguay Cristina Fynn, que en los 70 también estuvo detenida.
Así que, si en Uruguay hubiera continuado la dictadura, la hoy vicepresidenta Lucía Topolansky estaría aún en la cárcel, cumpliendo su último año de condena. “Por eso, que ella llegue a este lugar cuando este mismo año se cumplirían 45 años en prisión es muy significativo”, agrega Fynn, aunque aclara que hubiera preferido que fuera en otras circunstancias.
La misma Topolansky lo dijo así, con su estilo coloquial, al salir del Senado uruguayo tras su investidura. “Estas son circunstancias no deseadas”.
La mujer asumió el cargo debido a que Raúl Sendic, ahora exvicepresidente y ahijado político de Mujica, renunció tras una serie de investigaciones periodísticas que lo señalaron del uso indebido de una tarjeta de crédito cuando era director de la agencia nacional de petróleo de Uruguay (Ancap).
Un escándalo de 4.000 dólares que sacudió al oficialismo, según explica a EL TIEMPO Raúl Santoprieto, uno de los periodistas que hizo la investigación en el semanario ‘Búsqueda’.
“Sendic era el candidato a sucesor de Mujica. Esto ha generado una crisis en el partido de gobierno (Frente Amplio), pero no hay una crisis de la institucionalidad”, agregó Santoprieto.
La tranquilidad parece ser la pauta de los uruguayos. Mujica no solo dijo que no hay que comparar el caso de Sendic con otros de corrupción en América Latina, sino que, lo de su esposa, es “una changa (trabajo) que cayó extra”.

Parece que las mujeres de algún modo llegamos; como fuere, llegamos

Su historia

A finales de los años 60, Lucía Topolansky y su hermana melliza, María Elia, se hicieron militantes estudiantiles durante su paso por la universidad donde la hoy vicepresidenta estudió arquitectura. Topolansky abandonó la facultad y se metió de lleno al movimiento guerrillero inspirado por el marxismo, y fue en ese periodo que conoció a Mujica.
La relación se vio interrumpida cuando los estudiantes fueron apresados; pero se mantuvo durante 13 años de forma epistolar y en medio de torturas físicas y sicológicas a las que cada uno era sometidos en su respectiva prisión.
“Como estábamos en diferentes espacios, ella nos compartía las cartas a través del alfabeto que inventamos. Yo me las sabía de memoria, las cartas que él le enviaba no tenían desperdicio”, cuenta Fynn.
Luego, en 1985 y tras una amnistía, fueron liberados y fundaron el Movimiento de Participación Popular, que se integró al Frente Amplio, el partido de izquierda mayoritario de Uruguay. Siguieron la convivencia y se casaron en 2005 en una ceremonia íntima.
“Lucía es sistemática: como las abejas, como una gota de agua. Una laburanta (trabajadora) de esas infernales. No de esas que hacen un hecho histórico, sino de las que levantan paredes”, dijo el expresidente a la BBC en 2015.
A la hoy vicepresidenta se la conoce por su trabajo de ordenamiento territorial y su impulso en temas de vivienda; pero, sobre todo, porque tiene buenas relaciones con líderes de la oposición y se la ve como “articuladora”. Más que la esposa de Mujica ha sido su compañera de lides políticas con su propia potencia, aunque sea tímida.
Ha sido electa senadora desde 2004, cuando encabezó las listas y su sector político obtuvo el mayor número de votos dentro del Frente Amplio, superando el total de votos del Partido Colorado, que había gobernado el periodo anterior.

‘Un político más’

Topolansky ha vivido hechos políticos inusuales. En 2005, cuando Mujica fue ministro de Ganadería, ella, al ser suplente, ocupó su banca en el Senado. Cuando este se convirtió en presidente del país, Topolansky, como la primera senadora de la lista más votada, fue quien le tomó juramento a su marido. Pero, además, tuvo que reemplazarlo como presidente en dos oportunidades.
Así que por estos días su imagen como presidenta durante un viaje de Tabaré Vásquez no será una imagen demasiado extraña para los uruguayos. Lo que sí es inédito es que sea la primera vicepresidenta del país, y eso, aunque su peso allí no tenga una fuerte relación con el género.
“No la ven como una mujer en la política, sino que la ven como un político más. Su llegada no significa un gran cambio de la correlación de fuerzas ni de la orientación de las políticas públicas del partido de gobierno”, explicó a EL TIEMPO Adolfo Garcé, profesor de ciencias políticas de la Universidad de La República.
Lo que sí implica es un cambio en cuanto a la participación de las mujeres en la política. Como lo ha dicho la propia Topolansky, “parece que las mujeres de algún modo llegamos; como fuere, llegamos”.
CATALINA OQUENDO B.
Para EL TIEMPO
Buenos Aires
Juan Carlos Rojas
icono el tiempo

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