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Latinoamérica

Rafael Correa, ¿el fin de una era?

Lenín Moreno, exvicepresidente que acompañó a Correa durante el primer periodo presidencial, encabeza las encuestas con un 32,3 por ciento sobre sus contendores.

Lenín Moreno, exvicepresidente que acompañó a Correa durante el primer periodo presidencial, encabeza las encuestas con un 32,3 por ciento sobre sus contendores.

Foto:Juan Cevallos / AFP

Este domingo, ecuatorianos deciden si conservan el sistema socialista o buscan un cambio de rumbo.

Diego Narváez
Ocho binomios presidenciales, uno oficialista y siete opositores, se enfrentan este domingo en la elección presidencial más dispersa de los últimos 10 años, en la que 12’816.698 electores, habilitados en el padrón electoral, decidirán quiénes los gobernarán hasta el año 2021.
No es una elección fácil. Los ecuatorianos, junto con su voto para elegir presidente, vicepresidente, asambleístas y parlamentarios andinos, se juegan también su destino ideológico entre el continuismo de la “Revolución Ciudadana” impulsada desde hace 10 años por el presidente saliente Rafael Correa o una nueva visión política y económica que ofertan los candidatos opositores.
Lenín Moreno, exvicepresidente que acompañó a Correa durante el primer periodo presidencial, encabeza las encuestas con un 32,3 por ciento sobre sus contendores, el banquero guayaquileño Guillermo Lasso (21,5 por ciento) y la socialcristiana Cynthia Viteri (14 por ciento).
La campaña electoral, que terminó el jueves pasado, ha sido la más confrontativa de la última década, en la cual el debate político y de propuestas fue superado por las denuncias y acusaciones de la supuesta corrupción gubernamental, principalmente por capitales de funcionarios públicos descubiertos en paraísos fiscales, y, el caso Odebrecht, que contamina a varios países de América Latina.
Para los gobiernistas, en esta contienda electoral se defiende una “década ganada”, donde logros de igualdad social, reducción de pobreza, obra pública, soberanía y presencia nacional han remontado índices históricos. “Hemos transformado la institucionalidad del Estado que nos ha llevado a tener ética y decencia en el convivir diario. Hemos cambiado la forma de vivir de la gente”, dijo a EL TIEMPO la asambleísta del oficialista movimiento País, Marisol Peñafiel.
Por eso considera que hoy se juega el estado democrático de Latinoamérica y del Ecuador. “Todo el mundo está esperando este resultado para ratificar que la tendencia progresista sigue siendo la opción para mejorar la vida de los ecuatorianos. Se juega la estabilidad democrática de los pueblos”, puntualizó.
Pero, para el otro candidato presidencial por el opositor partido Sociedad Patriótica, Patricio Zuquilanda, la decisión es más compleja y tiene repercusiones sumamente graves para el destino del país. “Si este gobierno pierde las elecciones, se irán a su casa con los bolsillos cargados de dinero como resultado de la corrupción. Pero si ganan, es el país el que se va a hundir en la tiranía de un gobierno comunista”.
“Este presidente se atrevió a compararse con los países conocidos como ‘tigres asiáticos’ y dijo que él era el ‘puma americano’, pero luego de su administración lo que ha demostrado es que es un ‘pobre gato’ tísico por la desastrosa situación en la que está dejando al país”, dijo a este diario.
El catedrático de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Felipe Burbano, considera que está en juego “el fin del abuso del poder estatal, de su expansión sin límites y sin prioridades a todos los ámbitos de la vida social. Está en juego el fin de un modelo burocratizante de control y dominio político de la sociedad y el mercado”.
“Está en juego la búsqueda de un modelo más equilibrado entre Estado, sociedad civil y mercado. La posibilidad de volver a fortalecer las capacidades organizativas de los sectores sociales, darles autonomía y no aplastarlas y debilitarlas en nombre de un Estado que se atribuye toda la legitimidad del cambio. Está en juego el fin de una política que prometió construir un poder ciudadano y que luego la abandonó olímpicamente en nombre del monopolio de la representación popular”, resaltó en su columna de opinión.
Esto porque hoy también finaliza una década de gobierno de Rafael Correa, mandatario que más años seguidos regentó este país y una de las últimas figuras del Socialismo del Siglo XXI en la región.
Decidió no postularse a otra reelección inmediata y se aseguró de que la Constitución se lo impida, aunque dejó abierta la puerta para el 2021 y ha estado presente en la campaña defendiendo su gestión y promoviendo a sus candidatos.
Para el exministro de Economía César Robalino, la decisión electoral, sea cual sea, “no podrá evadir ajustes drásticos para afrontar la herencia de un país quebrado”.
El sistema electoral ecuatoriano establece que el voto es obligatorio y que para ganar en primera vuelta se debe alcanzar el 40 por ciento o más de votos válidos con una diferencia de al menos 10 puntos sobre su más próximo contendor. El cálculo de votos válidos excluye los nulos y los blancos. Si ningún candidato logra esta mayoría, habría segunda vuelta el 2 de abril.
En un panorama internacional de predicciones fallidas, nada asegura que en Ecuador se cumplan. Faltan pocas horas para saberlo.


Lenín, revolución con otro estilo

Oriundo de la Amazonía, empresario y exmilitante de izquierda en el Movimiento de Izquierda Revolucionario, Lenín Moreno (1953) se destacó como vicepresidente de Rafael Correa por su labor a favor de los discapacitados. Su propia condición en silla de ruedas fue resultado de un asalto en 1998, cuando recibió un balazo en la columna y como terapia de recuperación emprendió el desarrollo de su teoría del humor, de la cual tiene una decena de publicaciones y que ha expuesto en charlas luego de dejar la vicepresidencia tras dos periodos de ejercicio (2007-2013), siempre junto a Correa.
Proviene de una familia de maestros, y él también lo fue en una época, para luego dedicarse a la promoción del turismo como fundador de la Cámara de Turismo del Ecuador. No ha tenido incursiones políticas anteriores a la vicepresidencia y a esta candidatura, no es partidario de la reelección indefinida y su discurso es conciliador; promete cambios de estilo y rectificaciones con su lema: ‘El futuro es ahora’. Es líder en los sondeos, pero estos indican que quizás no le alcance para triunfar en la primera vuelta.

Lasso, una segunda vez

El millonario Guillermo Lasso (1955), casado y con cinco hijos, busca otra vez la presidencia con su movimiento Creo, tras haber quedado segundo en el 2013 ante Rafael Correa.
Destaca su origen humilde y el haber aprovechado las oportunidades para acumular su fortuna como empresario y, finalmente, uno de los principales accionistas del Banco de Guayaquil. Según datos del Sistema de Rentas Internas (SRI), Lasso percibió solo en el 2014 ingresos de 15’105.488,15 dólares, por lo que tributó 5’270.536,85 dólares.
Convencido de la dolarización, Lasso fue parte de ese proceso cuando ocupó el cargo de superministro de Economía durante el gobierno de Jamil Mahuad (1998-2000), en el cual hubo un congelamiento de depósitos y la quiebra de importantes bancos locales.
Su participación política luego estuvo vinculada a ser asesor económico y embajador itinerante de Lucio Gutiérrez (2003-2005).
Antes de su primera candidatura, no ha optado por otros cargos de elección popular, aunque estuvo vinculado al movimiento liberal UNO, que quería postularlo a la presidencia en 2006, pero esa posibilidad no se dio.
Defensor de las libertades, de un Estado reducido, de la ley de la oferta y la demanda y relacionado con la prelatura católica Opus Dei, Lasso promete crear un millón de empleos, bajar impuestos, reposicionar al sector empresarial y promover la inversión privada. Las encuestas lo ubican en segundo lugar y no hay coincidencia sobre si pasará a una segunda vuelta con el candidato oficialista.

Viteri, la única mujer

Única mujer candidata, lo fue también en 2006, cuando enfrentó a Rafael Correa. Periodista, abogada y madre de cinco hijos, Viteri (1965) es asambleísta desde 2009 por el partido Socialcristiano y la legisladora con más tiempo en funciones.
Desde su curul ha sido una dura crítica del Gobierno. Aspiró a unir a la oposición en torno a su nombre para esta elección, pero no lo logró y se lanzó por su partido y por el movimiento Madera de Guerrero.
La mayoría de encuestas la ubican en tercer lugar, lo que es un resultado mejor que en la anterior elección presidencial, en la que quedó de quinta. Su eslogan es ‘Cambio positivo’ y ha enfocado su campaña a las madres y mujeres, en un tono conciliador. A pesar de su tendencia de derecha, es hija de una dirigente de izquierda, con una importante carrera en la función judicial.
Viteri ha mantenido un nivel protagónico en la política ecuatoriana al ser ella quien posesionó en abril de 2005 a Alfredo Palacio como presidente de Ecuador, tras el derrocamiento de Lucio Gutiérrez.
Con un episodio reciente despuntó a nivel internacional, cuando unos meses antes de lanzarse como postulante presidencial acudió a una invitación del opositor venezolano Henrique Capriles y se reunió en ese país con dirigentes de la oposición, lo que le valió ser expulsada de esa nación, con la que el gobierno del Ecuador mantiene estrechas relaciones con su posición común de apoyo al socialismo del siglo XXI.

Pacto ético, a consulta

Los ecuatorianos también deberán pronunciarse en las urnas sobre una consulta popular planteada por el gobierno de Correa que pretende prohibir que quienes desempeñen una dignidad popular o sean servidores públicos tengan bienes o capitales en paraísos fiscales.
De ganar el ‘Sí’, en el plazo de un año, contado a partir de la proclamación de los resultados definitivos de la consulta, el incumplimiento de este mandato popular será causal de destitución.
ANA LUCÍA ROMÁN
Para EL TIEMPO
Quito
Diego Narváez
icono el tiempo

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