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Latinoamérica

Toledo y los 20 Suyos / Opinión

Alejandro Toledo ganó la Presidencia de Perú en el 2001.

Alejandro Toledo ganó la Presidencia de Perú en el 2001.

Foto:Archivo / EL TIEMPO

'No hay razón para compadecerlo', dice en su editorial el diario 'El Comercio', de Perú.

No todas las historias tienen un final feliz, y eso lo sabe muy bien Alejandro Toledo.
Quien se convirtiera en el líder de la oposición al régimen de Alberto Fujimori en el año 2000, encabezara la Marcha de los Cuatro Suyos el mismo año y luego ganara la Presidencia del Perú en el 2001 –el primer gobierno democráticamente electo luego de la década de corrupción y dictadura del fujimorismo– ve hoy su casa intervenida por la Policía, luego de que un colaborador eficaz reveló que la compañía Odebrecht le pagó US$ 20 millones en sobornos para hacerse de la licitación de la carretera Interoceánica Sur durante su administración.
De acuerdo con la información publicada por la Unidad de Investigación de ‘El Comercio’, la fiscalía ha logrado rastrear más de US$ 11 millones en pagos ilegales, depositados en las cuentas que posee el amigo de Toledo y empresario israelí Josef Maiman en el Citibank y en el Barclays Bank PLC de Londres, en Inglaterra. Al corroborarse la versión del colaborador eficaz, se procedió al allanamiento del inmueble de Toledo ubicado en La Molina.
El pago de los sobornos, además, habría servido para la compra de millonarios inmuebles a nombre de la suegra de Toledo, Eva Fernenbug, respecto de los cuales el exmandatario ha intentado componer artificiosas elucubraciones sin mayor éxito. Como se recuerda, entre las excusas proferidas sobre el origen de los fondos que permitieron adquisiciones que superaban los US$4,5 millones se cuentan: una supuesta indemnización recibida por la madre de Eliane Karp como víctima del holocausto, una herencia de viudez de la señora Fernenbug, un préstamo del hoy clave empresario Josef Maiman a su suegra, una inversión inmobiliaria del señor Maiman a través de la señora Fernenbug –a quien le habría proporcionado el dinero para dicho fin–. Lo que se supo después, luego de que quedaran desacreditadas todas esas versiones y fueran conocidos los testimonios de varios involucrados, es que el dinero provenía de una sociedad costarricense llamada Ecoteva, constituida a solicitud del ex presidente. Un rompecabezas financiero que parece completarse a la luz de las revelaciones del Caso Odebrecht.
Todo indica que los siguientes capítulos de esta historia comprenderán la solicitud de prisión preventiva para el líder de Perú Posible y la orden de captura internacional; lo que lo convertiría en el primer ‘pez gordo’ en caer como resultado de las pesquisas sobre los actos de corrupción de las constructoras brasileñas en el país y en el segundo expresidente del Perú actualmente encarcelado.
En una entrevista exclusiva a este diario, Toledo negó “rotundamente” haber recibido dineros ilícitos y declaró que no entendía “ni un carajo” por qué había sido allanado su domicilio en La Molina. Pero a estas alturas, y con todas las evidencias que pesan en su contra, sus respuestas parecen que apenas servirán para engrosar la lista de desvaríos a los que nos tiene acostumbrados últimamente el exmandatario.
Acudimos así al colofón de un político que, a pesar de sus constantes embustes –que incluyen la negación de su propia hija y un supuesto secuestro–, gozó de la benevolencia de un pueblo que le brindó muchas oportunidades, quizás a consecuencia de la nostalgia por el personaje de inicios de la década del 2000 que simbolizaba el retorno a la democracia… solo para terminar traicionando la buena fe de sus electores unos años después.
El ‘cholo sano y sagrado’, como fuera bautizado por su esposa, Eliane Karp, demostró estar lleno de vicios y estar consagrado por uno de los más viles: el de la corrupción. Y por eso, como reza el vals, no hay razón para compadecerlo.
EL COMERCIO (PERÚ) - GDA
Editorial
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