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EEUU

Donald Trump, dos años de una perturbadora presidencia en EE. UU.

Donald Trump, presidente de Estados Unidos, que está cumpliendo dos años en el poder.

Donald Trump, presidente de Estados Unidos, que está cumpliendo dos años en el poder.

Foto:Efe

Su estilo combativo y los escándalos han opacado sus logros, particularmente, en el campo económico.

Hace algunos días, durante una entrevista con la cadena Fox, se le preguntó al presidente Donald Trump la nota que se pondría por sus dos primeros años en la Casa Blanca, que completó este sábado 20 de enero.
"Hemos hecho un trabajo fenomenal. Yo diría que un A+. ¿Se puede más alto que A+?", respondió el presidente tras indicar que con seguridad pasará a la historia como uno de los mejores mandatarios que ha tenido EE. UU.
Pero la percepción del público estadounidense, al menos de momento, no parece ser tan generosa.
De acuerdo con la agencia Gallup el promedio de respaldo a su gestión en este período ha sido del 39 por ciento, la más baja para un presidente desde la Segunda Guerra Mundial.
Es más, el mandatario aún no ha podido superar la barrera del 50 por ciento de aceptación y tampoco parece que lo logrará pronto pues este 2019 arrancó con índices por debajo del 40.
Independientemente de dónde se esté en el espectro político, y se crea o no en estas encuestas, lo que sí es claro es que la presidencia del magante neoyorquino ha sido atípica desde cualquier perspectiva.
Trump inició su mandato en medio de una profunda polémica por una serie de órdenes migratorias para bloquear el ingreso de ciudadanos de ciertos países.
Desde entonces no ha habido una sola semana que no haya tenido su sobresalto. Bien sea por un trino irreverente o una decisión explosiva, Trump ha dominado la agenda noticiosa y generado serias fracturas en la sociedad estadounidense.
De alguna manera, su propio estilo combativo y los escándalos que lo rodean desde el primer día han eclipsado logros que en cualquier otro escenario lo tendrían en la cima. Particularmente en el campo económico.
Desde que Trump llegó a la presidencia se han generado más tres millones y medio de nuevos empleos que han contribuido a poner la tasa de desocupación en un 3,9 por ciento, la más baja en varias décadas.
Paralelamente se ha disparado la inversión que hoy por hoy está unos 300.000 millones de dólares por encima de los niveles del 2016.
A eso habría que sumarle la renegociación de varios tratados comerciales en los que extrajo concesiones ventajosas para EE. UU. y la confirmación de dos jueces conservadores a la Corte Suprema de Justica, que garantizan un giro a la derecha que podría afincarse por toda una generación.
Pero como dice el refrán popular, Trump a veces ha borrado con el codo lo escrito con la mano.
Prueba de ello es que a pesar de los buenos números económicos -lo que más suele pesar en el votante estadounidense- terminó perdiendo el control de la Cámara de Representantes en las pasadas elecciones.
Alto en la lista de desavenencias está la crisis permanente que ha consumido a la Casa Blanca en este lapso.
Desde que llegó a la Oficina Oval, el impulsivo presidente ha reemplazado a más del 65 por ciento de sus funcionarios cercanos, lo cual es un récord si se compara con otros mandatarios. Lleva, por ejemplo, tres jefes de gabinete, 6 jefes de comunicaciones, tres asesores de seguridad nacional, dos secretarios de Estado y muy pronto dos de Defensa.
Esa falta de continuidad, le ha generado muchos tropiezos a la hora de implementar una política coherente.
Pero quizá lo que más distracciones, ha causado y que se posa como un nube negra sobre su mandato, es la investigación que se adelanta contra su campaña por una posible coordinación con Rusia para obtener el triunfo en el 2016.

Riesgos y amenazas

Si bien todavía, nada lo vincula formalmente, la investigación que adelanta el Fiscal Robert Mueller, tiene contra las cuerdas -y algunos ya tras las rejas- a múltiples personas muy cercanas al presidente.
Esta misma investigación ha dado paso a otras que ahora se enfocan en los negocios personales de su familia.
Y si estos dos años fueron polémicos, los que siguen prometen ser explosivos. Trump tendrá que navegar en una nueva realidad en donde los demócratas ahora tienen el control de la Cámara de Representantes y trataran de bloquear su agenda.
En cierto sentido, el actual cierre del gobierno federal y la disputa por los fondos que quiere el presidente para construir un muro en la frontera con México son solo un abrebocas de lo que se viene.
En el horizonte se acerca pronto un gran debate por el techo de la deuda estadounidense, que debe ser ampliado para cumplir con las obligaciones financieras del estado a menos de que ambos partidos se pongan de acuerdo en recortes masivos al presupuesto.
Así mismo, está pendiente la ratificación legislativa del nuevo acuerdo de libre comercio que Trump negoció con México y Canadá. Y aunque hay provisiones laborales que los demócratas respaldan, no será fácil conseguir el respaldo en la Cámara, donde esta colectividad hará hasta lo imposible para evitar que el mandatario se anote un triunfo.
La mayoría en la Cámara, además, le permitirá a los demócratas abrir nuevas investigaciones relacionadas a su campaña del 2016, su emporio económico e irregularidades de su administración en estos dos años que han pasado.
Está por conocerse, a su vez, el resultado de la investigación que adelanta el fiscal Mueller sobre la interferencia de Rusia en las pasadas elecciones y su posible coordinación con la campaña de Trump para golpear a su rival, Hillary Clinton, y favorecer al candidato republicano.
En ese contexto, y dependiendo de las revelaciones que exponga la pesquisa del Fiscal, podrían crecer las voces dentro del partido para que la Cámara use su poder para iniciar un proceso de destitución contra el presidente.
Y si bien no existen los votos en el Senado para removerlo -la cámara baja presenta los cargos de destitución mientras la cámara alta, controlada por republicanos, es la que se encarga del juicio político- el solo procedimiento sería traumático tanto para Trump como para el país.
Pero más de fondo, tanto el presidente como sus rivales saben que de aquí en adelante lo que se viene es la campaña para las elecciones del 2020 que para unos y otros son de vida o muerte.
Los demócratas creen que con cuatro años más Trump podría causar daños casi irreparables a la democracia estadounidense.
Sydney Blumenthal, ex asesor de Bill Clinton y ahora historiador, es uno de ellos. "En solo dos años el daño es equivalente al ocasionado los presidentes que nos llevaron a una guerra civil. Y la idea que esto se puede restaurar por arte de magia una vez Trump salga del poder es una peligrosa ilusión. El daño ha sido ya muy profundo y tomará mucho tiempo sanar", sostiene Blumenthal. Y de allí la urgencia en tratar de frenarlo.

Hemos hecho un trabajo fenomenal. Yo diría que un A+. ¿Se puede más alto que A+?.

El presidente, y sus seguidores, por el contrario ven en un nuevo período la posibilidad de consolidar una agenda nacionalista que ha sido obstaculizada por liberales y la prensa, a quién Trump cataloga de manera constante como "enemiga del pueblo".
El presidente, además, parece solo responderle a su base, que se bien compone menos del 40 por ciento del parte electoral, es la que puede asegurar su triunfo en las primarias del partido y garantizar la nominación republicana para el 2020.
Así mismo, en Washington se especula que el triunfo en los próximos comicios es un asunto casi existencial para Trump: sus abogados están convencidos que si no gana  -y pierde su inmunidad presidencial-, podría terminar en la cárcel por el mismo crimen que puso tras las rejas a su abogado personal Michael Cohen.
En todo caso, son dos mundos que están a punto de hacer colisión. Y si los dos primeros años fueron un preámbulo, lo que sigue, dado el ambiente tan tóxico que se respira en todo el país, promete ser cataclísmico.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
En twitter @sergom68
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