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Mundial Rusia 2018

¿Por qué sufrimos tanto por la eliminación de la Selección Colombia?

Hinchas de la Selección Colombia

Hinchas de la Selección Colombia

Foto:AFP

La derrota del equipo dejó un sinsabor particular. ¿Es un sentimiento exagerado o está justificado?

Lo sentimos como una punzada en el pecho, una piedra en el estómago; como un súbito peso en la cabeza que hace que el resto de la jornada sea bastante más difícil de cómo empezó.
Este martes tuvimos que vivir la tristeza que deja la injusticia sin remedio, así, de manera dramática, profunda: después de un empate 1-1 con un gol incomparable de Yerry Mina, después de seis tarjetas amarillas, del gol de Bacca que podría ser nuestro nuevo ‘era gol de Yepes’, después de un arbitraje dudoso y de haberlo dejado todo en la cancha, no podía ser que la Selección Colombia quedara eliminada así. No podía ser que, luego de tantas faltas supuestas del árbitro y de tantas dudas, el error final y definitivo, el oficial, fuera errar un penal. No después de haber pasado todos esos niveles contra Inglaterra, contra viento y marea.
Pero pasó. Algunos hinchas y aficionados pudieron dejarlo atrás en un par de horas pero más de uno todavía estará pensando lo que el escritor Alberto Salcedo Ramos publicó en una columna este 3 de julio: que “no hay colombiano que no haya oído, o dicho, esta frase de consuelo ante nuestros reveses recurrentes: ‘Nos quedó faltando un centavo para el peso’”.
Otros dirán que es lo que es: un juego.
Ojalá el fútbol fuera solo un juego, pero no lo es”, me responde el académico de la Universidad del Norte Alfredo Sabbagh cuando le planteo esa posibilidad: que el fútbol es algo terrenal; algo ‘que pasa’. “El fútbol es un juego cuando estamos en el parque, en familia, cuando nos encontramos con los primos, en la finca, en el patio del colegio, pero aquí (en una competencia que acapara la atención mundial) estamos hablando de cualquier cosa menos un juego”.
Sabbagh conduce el programa ‘Fútbol en blanco y negro’ en Barranquilla y se ha enfrentado a otras ‘tusas’ mundialistas de la Selección Colombia: la eliminación de Colombia del Mundial de Estados Unidos de 1994, la jugada de Yepes en cuartos de final del Mundial del 2014, con la que pudo haber empatado contra Brasil y continuar en la Copa del Mundo. Dice, además, que el asesinato de Andrés Escobar “mató parte de su hincha interno”.
El fútbol marca vidas, en buenas o malas circunstancias.

En general, el fútbol en el mundo es un fenómeno que une muchas catarsis que creo que son necesarias en una sociedad que es tan complicada como la nuestra

Sabbagh dice tener el cuero curtido; sabe “matizar el sufrimiento”. Pero, dice, la jornada de Colombia-Inglaterra fue especial: generó unos sinsabores difíciles de manejar luego de haber visto a la Selección hacer una buena presentación en la Copa del Mundo, luego de haber visto a Yerry Mina anotar ese gol que dio la posibilidad de jugar hasta el final.
“Pero digamos que ya igual hoy salió otra vez el sol, hay que trabajar y la vida sigue”, dice. Para otros seguidores no es tan sencillo; justamente en ese mundo cotidiano que se reanuda es donde puede estar el dolor de dejar de participar en una competencia tan emocionante.
“En general, el fútbol en el mundo es un fenómeno que une muchas catarsis que creo que son necesarias en una sociedad que es tan complicada como la nuestra”, explica Sabbagh. En muchos casos, claro, “es una válvula de escape que a veces se confunde con la agresión, la violencia, la falta de respeto”, dice, y sí: la eliminación de Colombia, de hecho, dejó 24 riñas, desmanes y un muerto en Bogotá
Desde esas pasiones, uno podría afirmar que puede dejar de salir el sol en Colombia y probablemente el fútbol siga ahí. Y es que hay, por una parte, un arraigo cultural tan imbatible que puede afectar, incluso, a quienes no siguen el deporte ni como una forma de entretenimiento. “Dentro de las actividades representativas para nosotros como población, el fútbol es el que más impacto tiene en nuestro sistema cultural. El hecho de que el fútbol nos impacte significa que ahí colocamos muchas de nuestras expectativas como cultura”, me dice Viviana Restrepo, psicóloga de la Universidad de Antioquia.
Esas expectativas culturales (ser ganadores, mostrar ‘una mejor imagen’ de Colombia frente a otros países, entre otras), se convierten en una expectativa colectiva que, mal que bien, trasciende las reglas de juego y se cuela en la agenda de hinchas, aficionados e ignorantes del deporte. Como dice Restrepo: “Si le sumamos el hecho de que (la Selección Colombia) es el equipo que nos está representando creo que este tipo de situaciones de perder o ganar generan impacto porque ahí ponemos muchas de nuestras expectativas como nación”.
La representación del fútbol no es imaginaria ni mucho menos; a nivel material, este deporte moviliza negocios gigantes, grandes y pequeños, dinámicas laborales, planes con amigos, familiares: crea un ambiente que puede ser ‘de fiesta’ cuya dinámica nos absorbe o, mínimo, nos llama la atención. “La Fifa es una multinacional más grande que la ONU, es un negocio que mueve miles de millones de dólares al año”, dice Sabbagh.
Si miramos, por ejemplo, los 35 mil millones de pesos colombianos que ganó la Selección Colombia por llegar a octavos, claro que podemos quedar boquiabiertos. Si recordamos todas esas camisetas en la calle, esos restaurantes y centros comerciales que madrugaron a arreglar sus instalaciones para ver partidos de la Selección y los cortes viales que se harán este jueves para recibir al equipo que este jueves llega de Rusia... Bueno, nos conmovemos.
“En un país tan golpeado como el nuestro”, afirma Sabbagh, “todas esas referencias y trascendencia hace que le demos a la Selección Colombia la ‘obligación’ de ser una especie de ejército unificador frente a nuestras diferencias sexuales, raciales, políticas, sociales… Es algo que nos une”.
Entonces, cuando pasa algo como la derrota frente a Inglaterra, quizás lo que vemos destruida es esa unidad. Puede ser una noción exagerada pero el sentimiento, en los hinchas, es tangible, al menos temporalmente.

¿Sufrimiento y punto?

Nos dicen que la vida sigue o que 'no es para tanto'. “Yo sí siento que es sufrimiento (cuando el equipo de su preferencia pierde en un partido)”, dice Camilo Correa, un literato fanático del fútbol. “Evidentemente no es lo mismo que perder a un ser querido o pasar por una tragedia, pero sí es sufrir en la medida en que se sienten emociones muy intensas. Pero también hay una influencia positiva porque siento que, en la medida en que no soy la única persona que vive el fútbol de esa manera, es un espacio que permite pensar en cómo integrar distintos discursos de manera tal que se convierta en un lenguaje capaz de comunicar elementos sociales, culturales y políticos”.
Más de una vez se ha dicho que el fútbol es la ‘carta de presentación’ de Colombia en el exterior y eso lo demuestra la cantidad de portadas, memes y referencias a la historia del narcotráfico que circularon en redes sociales y medios de comunciación mientras la Selección competía en Rusia. The Sun, la revista Pananka, las referencias de medios holandeses y toda la indignación que han generado ese tipo de referencias muestran que el fútbol es el escenario en el que se ponen en juego los estereotipos que nos condenan a nivel mundial.
Como dice Cindy Roa, hincha de Santa Fe y fiel seguidora de la Selección: “Prefiero romper el hielo hablando de fútbol que de narcos”. Añade que, una vez, estando en Nueva York, le preguntaron si veía la serie Narcos en Netflix y “les dije que no, pero sí había visto el último partido de Colombia en Copa Centenario”.
¿Hasta dónde se puede exprimir el fútbol para generar otra imagen nacional y hacernos sentir mejor sobre nuestro país y nuestras oportunidades? Para Sabbagh, el fútbol es un deporte al que se le ha atribuido muchas obligaciones que realmente no debería tener. “Entiendo que terminemos viendo el fútbol así, como un reivindicador, pero en últimas no me parece sano atribuir eso”, opina. “El fútbol no es reivindicador de nuestra nacionalidad y presencia en el mundo. El equipo tiene jugadores que están haciendo su mejor trabajo, son profesionales que tienen días mejores que otros y así son las cosas. Son personas que tienen las mismas posibilidades de equivocarse como cualquier otra persona”.
Eso podemos entenderlo, a veces. Sobre todo cuando el dolor de la derrota ya pasó.
Por eso, mientras eso ocurre, aunque es en la competencia futbolística donde más se viven las emociones que implican el deporte, su progreso también puede ser una forma de reinterpretarnos como nación y de no ver el deporte solo como una pasión momentánea.
La psicóloga Viviana Restrepo opina que, debido a la influencia que tiene la Selección sobre el ánimo colectivo, “la Selección transmite un mensaje de vivir paso a paso, sobre todo desde que la dirige Pékerman: un partido a la vez, un paso a la vez. Este equipo ha hecho una buena labor y eso implica que a nivel emocional (sus espectadores, admiradores e hinchas) queramos más de esa buena labor, que queramos llegar más lejos”.
Y va más allá: “El equipo ha hecho algo que es coherente con el proceso cultural en Colombia: se arriesgaron aunque se sentían vulnerables frente a otras naciones, algo que en Colombia cotidianamente pasa mucho. Y no temieron a ser buenos; en Colombia nos da un poco de temor a ser tan buenos porque creemos que no somos tan buenos como los demás".
Ella ve una oportunidad en este tipo de eventos para tener "un movimiento como país". Entre críticas a la Selección, dice que vale la pena preguntarse qué podemos hacer como individuos para empezar a hacer cosas que nos impulsen a creer en que "sí podemos".
Dice que podemos pensar, ahora, en "cómo vamos a hacer para no comernos el próximo penal".
MARU LOMBARDO
ESPECIALES MULTIMEDIA -
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