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Meluk le cuenta… (A luz de noche)

A 32 grados brilla el cielo azul y el sol, un inmenso ojo anaranjado que nos mira desde el oriente.

Gabriel Meluk
Son las 10 de la noche en Kazán, la muy hermosa y calurosa capital de la república rusa de Tartaristán, y son como las 4 de la tarde.
A 32 grados brilla el profundo cielo azul y el sol es un inmenso ojo anaranjado que nos mira desde el occidente. En una hora y media oscurecerá y la temperatura bajará a 12 o 13 grados con la brisa fría que viene del Volga.
La noche, sin embargo, es fugaz. Apenas pasadas las 2 de la madrugada, el sol se abre en arreboles resplandecientes por el oriente. No descansa. No hay larga noche y la luna sale de día en su intento inútil de rescatar la oscuridad.
No son las noches blancas de San Petersburgo –hechas cuento por Dostoyevski– en las que los atardeceres son finales, los amaneceres son principios y la noche nunca llega.
En el trópico, la luz siempre es la misma y los días con sus noches se reparten el reloj a la mitad. Aquí, los pájaros necesitarían terapia. Casi como nosotros, los que hemos venido al Mundial desde el otro lado de Greenwich, que sin fronteras de claridad y oscuridad divagamos en la penumbra de un insomnio de ojos pesados y el escozor que obliga a frotarlos.
Así pasa a plena luz de noche, y más cuando al reloj le ha salido una cuarta manecilla: al minutero, al segundero y al horario de acá los persigue el horario de allá a ocho horas de distancia. Acá se viven dos días de sol y días de 32 horas.
“Anduve largo tiempo, hasta que, como me ocurre, perdí la noción de dónde estaba”, escribió Dostoyevski, en sus Noches blancas de crepúsculo infinito. Y así, desorientado frente al espejo, sin saber quién era y dónde estaba, con la necesidad urgente de tener que reaccionar, de recuperar los sentidos; afeité mi barba y corté mi melena de crespos desordenados.
De nada ha valido, pues las noches sigues siendo cortas, los días largos y al reloj no le importa si he dormido.
No sé si son las 9:18 de la noche o las 12 en punto del mediodía o las 3:43 de la madrugada en Kazán. Solo sé que intento escribir esto, con pelo corto y ojos rojos, a plena luz de noche.
Meluk le cuenta…
GABRIEL MELUK
Enviado especial de EL TIEMPO
Kazán
En Twitter: @MelukLeCuenta
Gabriel Meluk
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