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Las sorprendentes pistas del crimen del dueño de Surtifruver

Cecilia Rueda Bossa, a su llegada a los juzgados de Paloquemao.

Cecilia Rueda Bossa, a su llegada a los juzgados de Paloquemao.

Foto:Néstor Gómez / EL TIEMPO

A Jhony Alonso Orjuela lo mataron con su propia arma. Su esposa está presa por el asesinato.

Juan Carlos Rojas
Apenas cinco días después del crimen de Jhony Alonso Orjuela Pardo, el dueño de Surtifruver, su esposa, Berta Cecilia Rueda Bossa, estaba en plena carrera para transferir a su nombre varias propiedades del asesinado empresario, incluidas las acciones en la exitosa cadena de almacenes.
Ese trámite, que se cumplió en una notaría de Chía, es una de las pistas que siguió la Fiscalía para darle esta semana un sorprendente giro a la investigación de ese asesinato, que la opinión pública colombiana ha seguido a través de los medios como una truculenta novela judicial que ya algunos comparan con el famoso caso de Luis Andrés Colmenares.
El lunes, cuando recibía a su nieta que llegaba del jardín infantil, una agente del CTI capturó a Rueda Bossa, la viuda de Jhony Orjuela. Y un día después, ante un juez de Paloquemao, en Bogotá, la Fiscalía habría de señalar a la mujer como el supuesto cerebro del crimen contra su marido, de quien estaba separada ‘de facto’ desde hacía varios años.
Hasta ahora, el único capturado era Mauricio Parra, un oscuro empresario que, según la Fiscalía, es uno de los grandes testaferros de las Farc, tuvo sociedad comercial con la víctima y, de contera, terminó involucrado en una relación sentimental con la esposa de Orjuela.
Pero lo que inicialmente parecía un asesinato relacionado con el supuesto plan de un jefe guerrillero para lavar su plata en la reconocida cadena gira ahora a un posible complot criminal fraguado en el más cercano círculo del fundador de Surtifruver.
A Orjuela lo mataron dos sicarios el 20 de octubre del 2016, cuando acudió a una cita que resultó ser una mortal celada, que le puso una atractiva mujer que lo contactó semanas antes a través de WhatsApp. Un desmovilizado de las Farc puso a las autoridades sobre la pista de Parra, quien, según el informante, le ofreció 20 millones de pesos por matar a Orjuela. Con ese testimonio, el hombre fue capturado y llevado ante un juez el pasado 2 de septiembre.
Hace un par de semanas, Parra decidió mandarle un mensaje al fiscal de su caso. Después de haber negado cualquier relación con los hechos, terminó aceptando que tenía información clave sobre las razones que llevaron a la muerte de Orjuela, quien contaba apenas 45 años.
Aún hoy, el hombre asegura que no tuvo que ver con el crimen. Pero fue él quien acusó a Berta Cecilia Rueda, con quien, incluso, llegó a tener planes de matrimonio, de estar “obsesionada” con el asesinato de Orjuela.
Antes de morir, el empresario había empezado a tomar acciones legales para poner sus propiedades en una sociedad en la que estaban sus hijos y en la cual los intereses de Berta, dice la Fiscalía, estaban en desventaja porque Orjuela estaba viviendo desde hacía varios años con una empleada de Surtifruver. Ese hecho, según los investigadores, habría desembocado en el mortal atentado que dejó sin cabeza un emporio que genera ganancias anuales de casi 100.000 millones de pesos.

Con su propio revólver

El movimiento de bienes fue un primer campanazo para los investigadores. Por eso, en la audiencia en la que un juez decidió enviar a la cárcel El Buen Pastor a la viuda, el fiscal del caso cuestionó a la mujer porque supuestamente enajenó propiedades sin estar habilitada legalmente para hacerlo, pues quien figura en papeles como suplente de Alonso Orjuela es su hermano Freddy. Él está en Estados Unidos por supuestas amenazas en su contra.
El testimonio de Parra agregó un elemento fundamental en el expediente contra la mujer. “Cecilia se quería ir del lado de Alonso, pero no sin plata. Ella le venía pidiendo el divorcio desde hacía ocho años –dijo Parra–(...) Cecilia me dijo que a Alonso lo iban a ‘sicariar’ (sic)”. Eso, dijo, fue al menos seis meses antes del crimen.
Para ese momento, según la Fiscalía, la relación entre Orjuela y su socio era tirante. Habían tenido líos por las cuentas de una cosecha conjunta de arándanos que emprendieron en un municipio de la sabana de Bogotá.
Así lo resumió el fiscal del caso: “Orjuela empieza a desconfiar de Parra Rodríguez. No solo porque las cuentas no le dieron: también porque allegados del Huila empezaron a alertarlo del turbio pasado de su socio. Y había otro agravante: se había enterado de que este tenía una relación con su exesposa”.
Parra dio una pista que resultó contundente. Aseguró que al empresario lo mataron con un revólver que tenía en su casa y había desaparecido meses antes. En efecto, según comprobó la Fiscalía con el testimonio de empleados de Orjuela, él tenía un arma calibre 38 que se perdió de su lugar de residencia. El calibre de las tres balas que acabaron con la vida del fundador de Surtifruver coincide con el del revólver extraviado. Según Parra, el asesino no fue contratado por él sino por Cecilia, y además se trataría de alguien cercano a la familia.
La defensa de la viuda negó que ella tenga responsabilidad en los hechos y habló de un supuesto montaje en su contra.
Pero siguen apareciendo indicios en su contra, que fueron los mismos que llevaron al juez del caso a enviarla a prisión. Así, una empleada de la casa de la víctima contó que apenas horas después del asesinato la mujer estuvo en el lugar y se llevó una maleta llena de efectivo que el empresario solía tener siempre a mano para hacer sus negocios de frutas y verduras.

Así fue el homicidio de Orjuela

Alonso Orjuela fue asesinado el 20 de octubre de 2016 a las 7:10 de la noche, en la calle 178 con autopista Norte. Ese día esperaba, apoyado en su camioneta, la llegada de una mujer con quien tenía una cita. Sin embargo, en el sitio aparecieron dos hombres acompañados de una mujer que se le acercaron y le hicieron tres disparos.
La mujer con la que se iba a encontrar en aquel sitio la había conocido a través del WhatsApp 20 días antes de su muerte. Ese día, Orjuela recibió un mensaje a su celular: “Amor, me encuentro en el aeropuerto ¿Ya recibiste la consignación?”.
La foto del perfil fue el señuelo: el retrato de una mujer de delicada silueta, cejas pobladas y un lunar en la frente. “Disculpe, está equivocada”, respondió. Allí empezaron los intercambios de mensajes, que dos semanas después remataron en una cita. Orjuela grabó en su celular aquel perfil como ‘Sofi Bogotá’. La Fiscalía halló en la escena del crimen el celular de la víctima y con él, su última conversación por WhatsApp.
JUSTICIA
justicia@eltiempo.com
Juan Carlos Rojas
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