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Delitos

Llevar a mujeres presas por drogas trae más males que beneficios: CICR

El CICR recorrió siete cárceles e hizo más de 1.000 entrevistas para elaborar su estudio que será publicado próximamente.

El CICR recorrió siete cárceles e hizo más de 1.000 entrevistas para elaborar su estudio que será publicado próximamente.

Foto:CICR

CICR plantea debate sobre si mujeres detenidas por drogas deberían recibir penas alternativas.

Milena Sarralde
La mayoría de delitos por los que las mujeres están hoy presas en Colombia no son violentos ni graves. La mayor parte, están detenidas por ser el eslabón más débil frente a la cadena del narcotráfico: portar o vender drogas.
En su mayoría, además, son madres cabeza de familia, cometieron el delito por factores económicos, no han reincidido, y sufrieron en el pasado violencia intrafamiliar.
Estos importantes hallazgos hacen parte de un estudio realizado por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en siete cárceles del país. El estudio, que será publicado próximamente y cuyos avances fueron conocidos por EL TIEMPO, llevó a esta organización internacional a elaborar importantes conclusiones frente a las diferencias que deberían existir en la creación de una política criminal con enfoque de género.
Desde estos datos alimentados por más de 1.000 encuestas y entrevistas, el CICR asegura que llevar a las mujeres presas por delitos de drogas podría estar generando más daños que beneficios.
Así, el Comité plantea la posibilidad de buscar medidas alternativas a la prisión para las mujeres presas por delitos relacionados con estupefacientes y que pagan penas por delitos no violentos, como la casa por cárcel, y las actividades comunitarias, que les permitan acceder a opciones laborales.
Para debatir los hallazgos que se han encontrado en este estudio, EL TIEMPO habló con dos delegados del CICR en el tema penitenciario: Elke Kooyman, coordinadora adjunta de detención, y Óscar Ayzaona, asesor penitenciario (ver entrevista más adelante).
El primer argumento del CICR consiste en que la mayoría de mujeres están detenidas por delitos de tráfico de drogas, pero no por tener un papel activo o violento en las organizaciones de narcotráfico, sino por distribuir el estupefaciente, portarlo, o venderlo.
Así, datos preliminares del estudio que será publicado próximamente, muestran que el 45 por ciento de las mujeres responden por delitos de tráfico, porte o fabricación de estupefacientes. De esas mujeres, el 44 por ciento se dedicaba a la venta, el 41 por ciento al transporte, y el 16 por ciento la almacenaba.
Esto explica, por ejemplo, que aunque las mujeres son sólo el 6,87 por ciento del total de población presa (8.257 entre 120.088 presos en total), la tasa porcentual de mujeres detenidas ha crecido mucho más que la de los hombres, y esto tiene que ver con el endurecimiento de la política frente a las drogas.
Entre 1991 y el 2018 la tasa de mujeres en prisión por cada 100.000 habitantes se triplicó, pasando de 9,9 a 31,5. La población de mujeres detenidas pasó de 1.500 a 7.944 con un aumento del 429 %, mientras que en el caso de los hombres el aumento fue del 300 por ciento. Según el CICR, esto se debe a que las políticas antidrogas han afectado principalmente a eslabones débiles del narcotráfico como las mujeres.
La mayoría de mujeres detenidas no había sido condenada antes por ningún delito, pues el 82 por ciento aseguró no haber tenido una condena en el pasado.

Los efectos de la detención

Visita del CICR a la cárcel El Buen Pastor.

Visita del CICR a la cárcel El Buen Pastor.

Foto:CICR

El estudio del CICR plantea que por tratarse de eslabones débiles en la cadena del narcotráfico las mujeres son fácilmente sustituidas y su detención en prisión no tiene un impacto importante en las redes ilegales, mientras que sí trae graves efectos sobre sus vidas.
Así, el 75 por ciento son madres cabeza de hogar y el 85 por ciento reportaron tener hijos, situación ante la que su encarcelamiento generó un problema social para sus familias. Las mujeres tienen en promedio 2,7 hijos, y en el 46 por ciento de los casos sus hijos tienen menos de 11 años.
El 73 por ciento de las mujeres detenidas vivía con sus hijos antes de ser enviadas a la cárcel, por lo que después de la detención quedaron bajo el cuidado de las abuelas o fueron repartidos entre familiares.
Una muestra de cómo se desintegró el hogar, según las cifras preliminares del estudio, es que el 38 por ciento de las mujeres reportaron que sus hijos que vivían juntos pasaron a vivir a hogares distintos tras el encarcelamiento.
El 79 por ciento de las madres dijo que sus hijos desmejoraron el rendimiento académico, el 38 por ciento reportó que dejaron de ir a la escuela para trabajar, el 10 por ciento señaló que los hijos empezaron a consumir alcohol, y el 26,6 por ciento señalaron que comenzaron a consumir drogas.
 
Otra dificultad es que el 67 por ciento de mujeres detenidas considera que la actividad que aprendió en la prisión no es útil para obtener ingresos económicos.

Vulnerabilidad social

El CICR asegura que la mayoría de mujeres cometieron estos delitos relacionados con drogas por condiciones económicas, pues ese fue el motivo que adujo el 53 por ciento de las encuestadas. 
La encuesta muestra las condiciones de vulnerabilidad en las que viven la mayoría de mujeres detenidas antes de cometer el delito. Por un lado, el 66,9 por ciento vivía en estratos 1 y 2, el 72 por ciento tenía ingresos inferiores a dos salarios mínimos, y el 56.6 por ciento no había terminado la secundaria.
Su situación familiar también era conflictiva. El 46 por ciento abandonó su hogar antes de los 15 años, y el 37 por ciento de las mujeres encuestadas dijo haber visto que su madre era golpeada por su pareja.
A esto se suma que el 48 por ciento de las mujeres detenidas ha sufrido violencia física, el 43 por ciento violencia psicológica, y el 22 por ciento violencia sexual.

'La principal respuesta no debe ser la cárcel': delegados penitenciarios del CICR

Visita del CICR a cárcel de mujeres.

Visita del CICR a cárcel de mujeres.

Foto:CICR

¿Por qué es necesario pensar en un enfoque de género frente a las mujeres en cárceles?
Óscar Ayzanoa: La Corte Constitucional lo ha señalado. Este año expidió una tutela específicamente sobre mujeres en prisión, y señaló que es una población invisibilizada. En primer lugar, porque en términos absolutos, numéricamente, es la población de cifras menores comparada con los hombres. Pero más allá de eso, las mujeres tienen necesidades distintas que deben visibilizarse. Las políticas penitenciarias, las instalaciones, los servicios son pensadas en la población mayoritaria que son hombres, y no responden a las mujeres.
Elke Kooyman: Porcentualmente, y en las tasas, el aumento de población carcelaria para las mujeres es mucho más importante que el aumento de la población en general. Por las políticas antidrogas vamos a ver que muchas mujeres caen en la cárcel por tráfico, fabricación o porte de estupefacientes. Este delito ha tenido un gran impacto en las mujeres. Cuando Óscar hablaba de las necesidades específicas, o de las diferencias, lo que vemos es que muchas de estas mujeres han cometido este delito por razones económicas, son madres cabeza de familia que tienen a cargo a sus hijos, vienen de estratos 1 ó 2, y con niveles de educación muy bajos.
¿Cuál puede ser la razón de que el crecimiento de la tasa haya aumentado mucho más para mujeres que para los hombres?
Óscar Ayzanoa: Hay un crecimiento de las conductas periféricas del delito. Organizaciones que se dedican al delito necesitan soporte, apoyo, herramientas adicionales, y ese soporte y estratos bajos en la organización criminal lo están cubriendo por mujeres. En el caso de drogas, es el porte. Hay situaciones periféricas a la actividad delictiva que son llenadas por sectores vulnerables, y las mujeres, socialmente, son todavía un sector vulnerable
Elke Kooyman: Hoy en día hay 8.257 mujeres están en detención, lo que representa el 6.8 por ciento de la población total. Pero cuando vamos a mirar por qué razón están en la cárcel, el 45 por ciento de las mujeres están allí por fabricación, porte o tráfico de estupefacientes, mientras para los hombres es el 18 por ciento.
Esto se puede ver por las políticas tan fuertes frente a las drogas que tienen prioritariamente una respuesta penal. Queremos insistir en que la respuesta no siempre tiene que ser la privación de la libertad. Hay otras medidas posibles para dar una respuesta penal pero no necesariamente privarlas de la libertad.
¿Por qué el CICR plantea que se deberían buscar medidas alternativas para las mujeres presas por delitos de drogas?
Elke Kooyman: Hay dos elementos muy importantes: Primero, la mayoría de estas mujeres cometen delitos no violentos, no hay uso de violencia. El porcentaje de las que usan arma de fuego o arma blanca, es como un 10 por ciento, así que no son un gran riesgo para la sociedad, que es una de las preocupaciones principales. La otra es que la mayoría de ellas tienen a cargo el cuidado de sus hijos.
Estos elementos llevan a pensar que, aunque sí hay que dar una respuesta frente al delito, la respuesta no necesariamente debe ser la privación de la libertad, sabiendo que la privación de libertad tendría un impacto negativo no únicamente sobre la mujer, la madre, sino también sobre los hijos. Lo que vemos es que muchas veces los hijos van a dejar de ir a la escuela, están en riesgo de comenzar a usar sustancias psicoactivas, problemas de estigmatización, etc. Al final, es otro impacto negativo para toda la sociedad. 
Por eso creemos que medidas alternativas a la prisión, con un buen acompañamiento, pueden lograr mejores resultados en su proceso de reinserción que la privación de la libertad. Además, son medidas menos costosas que tenerlas en la cárcel, en donde el riesgo luego puede ser mayor para la sociedad pues sus hijos se ven vulnerables por el contexto social.
¿Cuándo hablamos de medidas alternativas, de qué hablamos, y exactamente para quiénes?
Óscar Ayzanoa: Las medidas alternativas van por el lado de utilizar o ampliar el uso de la prisión domiciliaria, u otros beneficios como la libertad condicional, y los famosos subrogados penales. Cuando se piensa en quiénes deben ser las beneficiarias, se pueden introducir factores objetivos, como el hecho de que tengan familia con necesidad de atención inmediata, hijos menores, o padres en estado de edad avanzada. Además, se debe ver el tema de no violencia, es decir, no se pueden aplicar estas medidas para personas que han hecho uso de armas. Por eso este delito de porte o tráfico de estupefacientes tiene esa característica. Se trata de un delito de transporte bajo ciertas condiciones de riesgo, como pasar un puesto de frontera, etc, pero no involucra violencia.
Elke Kooyman: Se tiene que hacer una evaluación. No estamos diciendo, por ejemplo, que en los casos en los que tienen familia y son madres cabeza de hogar el interés superior del niño debe ganar siempre sobre la privación a la libertad. Estamos diciendo que se debe hacer una evaluación sobre el riesgo que realmente podría implicar para la sociedad que esta persona esté afuera o adentro de prisión. Los beneficiarios de estas medidas deben ser personas que no supongan un riesgo para la sociedad.
¿Por qué el CICR asegura que la captura de estas mujeres no tiene un efecto sobre las redes de narcotráfico?
Elke Kooyman: Una cifra que llama mucho la atención es que el 35 por ciento de estas mujeres fue detenida durante la primera vez que cometía el delito, y son fácilmente reemplazables. Además, su captura no tiene un efecto clave sobre la red de narcotráfico, pues los eslabones son intercambiables y no toca a las cabezas, donde una privación de la libertad seguramente sea mucho más proporcional.
Óscar Ayzanoa: Vemos además que en los casos de estas mujeres detenidas no hay lavado, no hay operaciones bancarias. Es solo el porte y transporte. Estas mujeres no van a poder dar información más allá de la inmediata que tienen, no son los mandos ni tienen subordinados. Son meramente instrumentales para una actividad concreta en el espacio y tiempo. Esto también limita que puedan colaborar con la justicia y dar información de cabecillas.
¿Qué tanto sirven las actividades de resocialización en las cárceles para poder tener un proyecto de vida fuera de las prisiones?
Elke Kooyman: Muchas veces las razones por las que hacen actividades son la redención de pena. A veces esas actividades que hacen como artesanías, incluso, les sirve para poder sostener sus hogares. Sin embargo, es cierto que muchas veces las actividades no son útiles para tener luego un proyecto de vida.
Óscar Ayzanoa: Ese es un reto para la administración penitenciaria, buscar que las actividades que se implementan puedan tener un seguimiento por fuera. Las artesanías, la peluquería, el maquillaje, todas esas actividades tienen un tope. ¿Habrá mercado para todos esos trabajos al salir de la prisión? No sólo es enseñarles en la prisión, sino también prepararlas para cuando salgan.
Milena Sarralde Duque
REDACCIÓN JUSTICIA
Milena Sarralde
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