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Delitos

'Que Dios no permita la extradición': esposa de exministro Arias

Catalina Serrano acompañó a Arias en los momentos más difíciles de su proceso en Colombia.

Catalina Serrano acompañó a Arias en los momentos más difíciles de su proceso en Colombia.

Foto:Archivo EL TIEMPO

Catalina Serrano dice que a su esposo la justicia colombiana le ha negado todos los derechos.

Antes y después de la salida de Colombia del exministro Andrés Felipe Arias y en su condición actual de detenido en una cárcel de Miami, Catalina Serrano, su esposa, es su principal soporte de defensa y aliento de vida.
Ella, aferrada al amor y al compromiso de sacar adelante la crianza de sus dos pequeños hijos, afronta las 24 horas de ese inmenso drama en una modesta casona de clase media en Weston, una ciudad de la Florida apretujada de colombianos y venezolanos unidos en trance de exilio.
Luego de revivir recuerdos de la bella época de los devaneos del amor y de las mieles del noviazgo, dice que, sin tener tiempo de pensarlo, dejó de ser la esposa de un excandidato presidencial y pasó a ser la compañera de aventura de un hombre perseguido y encarcelado por la justicia colombiana.
La libertad de Andrés está en manos de Dios. Eso lo creemos de corazón todos en nuestras familias, desde el mismo momento cuando supimos que iría a la cárcel por tercera vez. Ese día me quedé mirándolo a los ojos y le musité: 'Los niños y yo vamos a estar bien. No te preocupes. Dios está con nosotros'”. 
Desde entonces, Catalina siente que a sus días le faltan minutos, quizás horas, para correr a la escuela a llevar a sus hijos Eloísa, de diez años, y Juan Pedro, de siete, y para ayudar estratégicamente en la defensa judicial de su marido.
Cuando habla del por qué Andrés Felipe tuvo que dejar el país, argumenta que ello fue consecuencia directa de un anuncio de sentencia de condena que estaba ya fraguada en Bogotá. “El 13 de junio de 2014 en nuestra vida se dio un giro de día luminoso a noche de tinieblas, agrega. Venirnos al exterior fue una de las decisiones más difíciles que hemos podido tomar los dos. Recuerdo que estábamos en plena campaña electoral de Óscar Iván Zuluaga y el país hervía, sumido en la polarización. Justo dos días antes de la segunda vuelta presidencial se filtró la noticia de que la Corte Suprema de Justicia iba a condenar a mi esposo. Nosotros nos preguntamos: ¿pero cómo la Sala Penal va a proyectar una sentencia sin ni siquiera haberse sentado a deliberar?
Como estábamos frente a un complot político para impedir el triunfo de Oscar Iván, y ante una señal muy clara de la manipulación que se había hecho en el proceso de Andrés, evidenciando el inicio de la politización de la justicia, optamos por salir de Colombia. Lo hicimos porque nuestra única opción era dar la batalla desde el exilio y seguir demostrando la inocencia de mi esposo.
Mudados a los Estados Unidos, tras el sueño de tenerlo de nuevo en casa, Catalina Serrano sale muy temprano a su trabajo. Gran parte del tiempo se le va en asistir a reuniones y charlas con abogados y amigos que la apoyan en su campaña por reclamar una pronta justicia para el caso de su esposo más ahora cuando se decide su proceso de extradición o el otorgamiento de la libertad.
¿Cómo es su día como madre cabeza de familia? ¿A qué horas está con sus niños?
Asumir las funciones de mamá y papá al mismo tiempo consejera, amiga, cocinera, chofer, abogada, jefe de prensa es muy agotador, pero solo el amor infinito e incondicional de una mamá es lo que nos permite sacar adelante una familia.
Mi día empieza a las cinco de la mañana cuando preparo loncheras y doy el desayuno a Juan Pedro y Eloísa. Le confieso: hago siempre esos primeros oficios oyendo noticias. A las 7 y 15 minutos salimos los tres juntos con Lunita, la mascota de casa. Una hora después, ya estoy en mi oficina. A las 2 y 30 regreso del trabajo para recibir a mis niños del colegio, almorzar, hacer tareas y atender la primera llamada telefónica de 5 minutos de Andrés Felipe.
Más tarde le envío un recuento de las noticias del día pues a él le gusta mucho estar informado de lo que pasa en Colombia y el mundo. El sistema de comunicación que tenemos no permite que se envíen imágenes, ni audios, ni links. Por eso escribo en texto cada noticia. Los lunes, martes y viernes con los niños procuramos ir a la iglesia, de 7 a 8 de la noche. Después de las 8 p.m. debemos estar en casa esperando la segunda llamada de Andrés. Una vez los niños reciben la bendición de papá, cenamos y se van a dormir.
Desde luego que sobrellevar cada día no es fácil. Hay días de muchos nervios, de mucha tristeza, hay momentos en que Andrés Felipe o yo creemos desfallecer. Muchas veces él me ha llegado a decir: "¡Cata ya no puedo más!". Los niños también se desesperan. Quisieran dormir junto a él, bajo el mismo techo; levantarse y jugar en el parque con su papá. Hay días que se niegan a salir de casa. Son días que nos cuesta enfrentar la realidad. Cuando hay muchos eventos o compromisos, donde el tema es la defensa del papá, piden que los deje en casa porque se cansan de tanta reunión, de tanto ir y venir, siempre con su mamá, pero ellos saben que el cautiverio de su papá es el motivo de toda conversación. ¡Ya no hablen más de papá!, me piden y muchas veces hasta se ponen a llorar.

En medio de tanta injusticia, mis hijos hoy siguen creciendo sin la sombra de su padre

¿Qué día de la semana destinan para visitar a su esposo?
Las visitas para el piso en que él se encuentra están programadas los días miércoles de 6 a 7 p. m. Solo permiten 4 visitas al mes y cada visita es de una hora.
¿Cómo va el estudio de extradición por parte de los EE. UU? ¿Quién es y qué dice su abogado?
El jurista David Oscar Markus es quien está encargado de la defensa de Andrés Felipe ante la Corte de los Estados Unidos. Luego de la audiencia del 11 de enero, en la cual le fue negada la libertad bajo fianza a mi esposo, fuimos notificados por el mismo fiscal de que el caso de Andrés y la decisión de su extradición ya salía del Departamento de Justicia y quedaba en manos del Departamento de Estado.
Es por esto que he llamado "milagro" a la decisión del Tribunal Circuito 11 de Atlanta, que el pasado 22 de febrero decidió congelar la extradición en menos de 24 horas, sin importar que el Departamento de Estado hubiera firmado su aprobación. Algo debieron haber visto los magistrados en las mociones presentadas por nuestros abogados para que no solo frenaran la extradición, sino que además citaran para la audiencia de apelación que se nos había negado en diciembre y que tendrá lugar este 14 de marzo.
¿Dicen ustedes que el próximo 14 de marzo tendrá que apagarse o renacer una nueva vida familiar a la luz de una solución definitiva de este caso?
No estamos seguros de que ese día se tome una decisión definitiva. Lo que sí es claro es que ese día tendremos la oportunidad de presentar nuestros argumentos de apelación de la extradición frente al Circuito 11 de Atlanta, tribunal conformado por 3 jueces. Esta instancia judicial ha reconocido en el pasado la no vigencia del tratado de extradición entre Colombia y Estados Unidos, y nuestros abogados han presentado sólidos argumentos al respecto. Como lo he venido sosteniendo, esta puerta se abrió de manera milagrosa.
¿Por qué a Andrés Felipe, a usted y a su familia les preocupa tanto que se haga efectiva la extradición desde los Estados Unidos?
Por nada del mundo queremos que suceda eso. ¡Que Dios no lo permita! Es que emocionalmente no queremos regresar a Colombia, un país donde la justicia no le ha brindado a mi esposo un mínimo de garantías. La Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia ha absuelto a buena parte de los implicados, pero a Andrés Felipe no. Por eso él continua respondiendo injustamente. A él se le han negado los derechos elementales de defensa y de habeas corpus. Se le ha negado, también, el derecho universal a la segunda instancia y no ha tenido un juez imparcial. Tristemente, la decisión de regresar no está en mis manos. Yo tampoco quise venirme cuando salimos para los Estados Unidos a buscar una protección universal y un asilo político. Pero me tocó”.
¿Qué lección deja en su vida los años de cárcel que ahora purga su esposo en Miami?
Uno no puede creer que en su propio país, en cambio de impartir justicia, se le haga tanto daño a una persona y a una familia por situaciones de origen político. El caso de Andrés Felipe, todo el mundo lo sabe, es de una injusticia meridiana. El Comité Internacional de Derechos Humanos de Naciones Unidas conceptuó que a mi esposo le violaron sus derechos de defensa y, por eso, solicitó al Estado colombiano que fuera revisada su condena en una segunda instancia y ante un tribunal imparcial. Sin embargo, ello no ha servido de nada.
En Colombia nos ha sido negado 1, 2 ,3 y hasta 4 veces ese principio de derecho fundamental. La Corte Suprema de Justicia y el Gobierno han dejado esa responsabilidad en manos del Congreso de la República, mientras que la vida de mi esposo se sigue deteriorando en una cárcel de máxima seguridad y en las condiciones más infrahumanas, como si fuera el peor capo o el peor criminal de la historia reciente de Colombia, lo que no le ha pasado a ninguno de los cabecillas de las Farc o a narcotraficantes.
En medio de tanta injusticia, mis hijos hoy siguen creciendo sin la sombra de su padre, pero eso al parecer es un drama que a nadie le interesa, nadie se conmueve. Definitivamente, en Colombia se acabó el amor, el derecho a la ternura y al debido proceso. 
¿Cómo recuerda el caso Agro Ingreso Seguro (AIS): un error para no repetirse, una lección de vida o una pesadilla?
Para mí, AIS es sinónimo de corrupción y politización de la justicia. Claro que sí, pero genera mucha impotencia y frustración ver que hoy, casi después de 10 años de haberse estado explicando con detalles, hechos y argumentos contundentes qué fue lo que pasó, Agro Ingreso Seguro siga siendo considerado como el mayor escándalo de corrupción administrativa, pese a que quienes hicieron la trampa reconocieron su error y devolvieron los recursos. Para ellos sí hubo absolución.
No hay que olvidar que la fórmula matemática que se aplicaba para calificar a AIS fue establecida por el IICA y no por el Ministerio. En el juicio, estas personas dejaron esclarecido que quien ideó esta figura fue un autor privado en Santa Marta, que materializó y explotó económicamente el programa, cobrando millonarias sumas por cada predio en que se utilizaron estos recursos. Pero a ese personaje nunca lo investigaron ni mucho menos ha pagado un solo día de cárcel, como sí lo está pagando, con sangre y con su vida, mí esposo, el exministro Andrés Felipe Arias.
HERMÓGENES NAGLES
Especial para EL TIEMPO 
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