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Delitos

La vida de las mujeres no importa

5.221 mujeres están en riesgo extremo de feminicidio. En la foto, una protesta en Valledupar por la violencia contra la mujer.

5.221 mujeres están en riesgo extremo de feminicidio. En la foto, una protesta en Valledupar por la violencia contra la mujer.

Foto:Cortesía Annelise Barriga

En solo una semana hubo dos feminicidios, uno en Bogotá y otro en Medellín.

La vida de las mujeres no vale. La vida de las mujeres no importa. No es exagerado decirlo: en solo una semana hubo dos feminicidios.
Claudia Rodríguez fue asesinada por su expareja el 11 de abril, en Bogotá, sin que autoridades judiciales ni policiales hicieran lo necesario para protegerla, pese a sus repetidas denuncias. Un día antes, en Medellín, Elcy Yamile Olaya fue asesinada a puñaladas por su pareja.
Según datos de Medicina Legal, en 2016, 49.712 mujeres fueron víctimas de violencia intrafamiliar; las que están entre 20 y 29 años y en unión libre tienen un mayor riesgo.
A ello se suma que entre 2014 y 2016, 272 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas y que, 5.221 mujeres han sido evaluadas en riesgo extremo de feminicidio: en cualquier momento les pueden quitar la vida.
No se trata de casos aislados. Responden a una situación estructural de discriminación contra las mujeres y las niñas, que nos impone el rol de sumisas y obedientes y justifica la violencia que se ejerce contra nosotras. Si a ello se suma la respuesta estatal insuficiente, es evidente por qué las víctimas están tan desprotegidas.
Esto se demuestra en las reacciones ante estos casos. La indignación surge cuando el feminicidio sucede, pero los prejuicios contra las mujeres son los que prevalecen: si acuden a las autoridades, no les creen, se las señala como culpables porque “algo habrán hecho”, no se les da protección efectiva y se las tilda de exageradas.
Las 24 muertes reportadas de mujeres a manos de sus parejas o exparejas en lo que va de 2017 deberían ser más que suficientes para entender que este es un gravísimo problema del cual ni el Estado ni la sociedad se están ocupando adecuadamente.
Es necesario mejorar la respuesta que las autoridades le dan al problema, y debe ser coordinada entre la Fiscalía General, el Instituto de Medicina Legal, la Policía, las comisarías de familia y las entidades de salud.
Es urgente que esa respuesta contemple la provisión de atención en salud física y mental, medidas de seguridad que respondan a las necesidades de las víctimas y la reducción de la impunidad.
Hay otro reto pendiente: un cambio cultural a partir de una educación que se deshaga de los estereotipos de género, que resalte la importancia de la igualdad entre hombres y mujeres y que propenda a relaciones sanas, que no impongan roles de sumisión u obediencia a las mujeres ni las conviertan en propiedad de sus parejas.
Pero no todo está en manos del Estado. Cada persona puede hacer algo. En primer lugar, se debe dejar de ver como normal la violencia que se ejerce contra las mujeres; conocer todas sus formas: desde las más sutiles, como los chistes machistas y el acoso callejero, hasta las más evidentes, como las agresiones físicas y asesinatos.
En segundo lugar, si sabe de alguien que es víctima de violencia intrafamiliar, créale, no la culpabilice y acompáñela a conseguir ayuda: una mujer inmersa en un ciclo de violencia está sometida a condiciones que le hacen difícil salir de ella, y su apoyo puede ser determinante para lograrlo. La violencia contra las mujeres requiere una respuesta urgente, pero solo será efectiva cuando el Estado y la sociedad le demos la importancia que merece.
Esta semana hay dos mujeres menos en Colombia. Pero recordemos que hay más de 5.000 en riesgo de ser asesinadas por su pareja o expareja.
Seguiremos repitiendo hasta el cansancio: ¡Ni una menos! Ni una mujer menos en las calles, ni una voz más que se lleva la violencia machista.
CRISTINA ROSERO ARTEAGA Y CARMEN MARTÍNEZ LÓPEZ
Abogadas de Women’s Link Worldwide
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