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Conflicto y Narcotráfico

Bonanza cocalera en Valle y Cauca nutre a capos que regresan de EE.UU.

Francisco Javier García, alias Pacho Garra, fue extraditado a Estados Unidos en diciembre de 2011, donde pagó una condena de 7 años y medio. Regreso al país el 27 de septiembre de este año. Foto: Archivo

Francisco Javier García, alias Pacho Garra, fue extraditado a Estados Unidos en diciembre de 2011, donde pagó una condena de 7 años y medio. Regreso al país el 27 de septiembre de este año. Foto: Archivo

Foto:Archivo

Jefes han pagado en ese país entre 6 y 9 años de condena por narcotráfico.

Las autoridades del Valle del Cauca tienen las alarmas prendidas por el retorno de capos del narcotráfico que luego de cumplir penas –entre 6 y 9 años de prisión– en Estados Unidos llegan a recuperar bienes y a hacer alianzas non sanctas para retomar el control territorial.
La gran mayoría de los que están retornando hicieron parte del llamado cartel del norte del Valle, que en la década de los 90 llegó a ser una de las redes más poderosas del tráfico de cocaína a nivel mundial, luego de la caída de las mafias de Cali y Medellín.
El 27 de septiembre regresó a Colombia, en calidad de expulsado, Francisco Javier García, alias Pacho Garra, quien fue extraditado el 13 de diciembre de 2011 a Estados Unidos por narcotráfico. ‘Pacho Garra’, en el momento de su captura, era considerado el jefe de sicarios de los hermanos Calle Serna, jefes de ‘los Comba’, para luego comprobarse que en realidad era una narco que se había apropiado de las ‘oficinas de cobro’ de Juan Carlos Ramírez Abadía, ‘Chupeta’.

Pacho Garra’ está bajo el radar de las autoridades. Hay quienes señalan que habría fraguado una alianza con ‘Guacamayo’, para fortalecer la presencia de este último en Cartago y Jamundí

“ ‘Pacho Garra’ está bajo el radar de las autoridades. Hay quienes señalan que habría fraguado una alianza con ‘Guacamayo’, para fortalecer la presencia de este último en Cartago y Jamundí. Aunque su zona de influencia esta en Cali y Buga”, dijo a EL TIEMPO un investigador del caso.
No en vano en marzo de este año se registraron, en menos de 48 horas, 18 muertes violentas en Cali, 14 de ellas con armas de fuego, que en una primera hipótesis las autoridades atribuyeron a vendettas entre narcos.
Esto coincidió con que Carlos José Robayo Escobar, alias Guacamayo, había recuperado la libertad.
Robayo, quien estuvo preso en Estados Unidos por narcotráfico, donde pagó una condena de 7 años, retornó en 2012, y en junio del 2013 fue nuevamente capturado por el homicidio de tres personas. ‘Guacamayo’ y ‘Pacho Garra’ habrían consolidado una sociedad con la red de narcotraficantes ‘la Cordillera’, de Pereira, para fortalecer su estrategia de expansión en el Eje Cafetero.
‘Pacho Garra’, en 2005, atentó contra Greilyn Fernando Varón, alias Martín Bala, hijo de Fernando Varón, un antiguo jefe del cartel del Norte del Valle, lo que dejó abierta una posible venganza entre las redes.
Y aunque ‘Martín Bala’ se encuentra en delicado estado de salud, y reside en Cali bajo cuidados paliativos, las autoridades lo monitorean por sus presuntas actividades ilegales, las que habrían quedado al descubierto en julio de este año, con la captura con fines de extradición a España de sus hermanas Íngrid y Maribel Varón Cadena.
Según las autoridades internacionales, las hermanas Varón se habían ubicado de manera estratégica en Cali y Barranquilla para enviar, por mar, toneladas de cocaína con destino a las islas Canarias y Valdemoro, en España.
Fuentes de inteligencia advierten que estas alianzas estarían siendo apoyadas desde Zarzal por un viejo narco apodado Piraña, cuyo nombre es Leyner Valencia Espinosa, quien pagó siete años de condena en Estados Unidos y regresó al país en el 2014.
A Valencia Espinosa y sus hermanos Dairo y Víctor en su momento los denominaban como el ‘clan Valencia’, y fueron extraditados por sus nexos con el cartel de los Beltrán Leyva de México.

Valle mantiene una de las tasas más altas de homicidios en el país, 50,8 por cada 100.000 habitantes, que a la vez refleja una reducción del 10,3 por ciento con respecto al 2016

Valle mantiene una de las tasas más altas de homicidios en el país, 50,8 por cada 100.000 habitantes, que a la vez refleja una reducción del 10,3 por ciento con respecto al 2016.
Las autoridades intentan que las cifras se mantengan a la baja, pese a la problemática que les genera el narcotráfico, las pandillas y el consumo. Este año, a corte del 14 de octubre, en Cali se registraron 892 homicidios, lo que equivale a una reducción del cuatro por ciento con respecto a igual periodo del 2017. A nivel departamental, la reducción es del 14 por ciento.
Pero justo en los cinco municipios circunvecinos a Cali –Jamundí, Yumbo, Candelaria, Vijes y la Cumbre– la cifra de muertes violentas se incrementó en un 22 por ciento, pasando de 148 a 181.

Sembradíos de coca

El corredor natural que une el norte del Cauca –región naya– y las zonas rurales de Jamundí y Buenaventura en el Valle están cundidas de matas de coca: de 752 hectáreas detectadas en 2016 por Naciones Unidas, se estima que la cifra se duplicó en el último año.
En este corredor ya se ha evidenciado la presencia de emisarios de carteles mexicanos, que buscan negociar la coca con el mejor postor, por ello el auge de los capos que retornan y sus herederos. La Fuerza Pública, mediante la operación Atalanta, en lo corrido de este año ha logrado la incautación de 9.836 kilos de cocaína y 19.300 kilos de marihuana procedentes de Cauca. Sumado a la destrucción de 51 laboratorios para el procesamiento de alcaloides.
Jamundí, en las goteras de Cali y límite con Cauca, fue priorizado por el Ejército y la Policía porque allí se evidencia el poder criminal del narcotráfico. La llegada de los ‘Pelusos’ y las alianzas de los narcos del Valle para no dejar ingresar al ‘clan del Golfo’ dejaron este municipio en el medio de la lucha por el control de la coca.

Se incrementó tráfico de armas y explosivos

Las autoridades han evidenciado el aumento del tráfico de armas en el departamento -y hasta de explosivos que irían a manos de las nacientes redes de narcos–. En julio, la Policía decomisó 21 armas cortas, que una pareja transportaba sobre la vía Andalucía-Cerritos.
En septiembre hubo dos incautaciones que llamaron la atención. En Buga se incautaron 14 granadas y 71 barras de indugel que supuestamente iban para el Eln. Y en Cali, cerca de la Gobernación, se ubicaron cinco fusiles, dos lanzagranadas y cinco armas cortas. Se llegó a hablar de un atentado.
JUSTICIA
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