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Presidenciales

Los niños invisibles / Opinión

La red de Clacso tiene 200 investigadores en el continente y la UM la coordina actualmente a través de uno de sus centros de estudios.

La red de Clacso tiene 200 investigadores en el continente y la UM la coordina actualmente a través de uno de sus centros de estudios.

Foto:Jonh Jairo Bonilla

La niñez tiene que hacer parte de este debate electoral.

Muchos de ellos, miles, no son deseados. Cumplen meses en el vientre de una madre, o en una familia que tal vez no tiene alimentos suficientes y entonces su peso es bajo. Y llegan al mundo en desventaja. Pasan los dos primeros años sumando días pero sin crecer; transcurren las noches sin descansar y los días sin jugar.
Les falta alimento en el cuerpo, además de agua segura y alcantarillado. Y no reciben muchos abrazos, entonces tampoco los saben dar. No escuchan palabras tranquilizadoras, luego, no saben cómo pronunciarlas. Les faltan sonrisas, así que su rostro muestra esta ausencia también. Les falta alimento para el espíritu. No aprenden tanto como pudieran. No se concentran fácilmente, en caso de que alguien los lleve a un espacio en el cual se preocupen por su desarrollo. Les falta alimento para el alma, el cuerpo y la mente.
Con hambre, sin haber recibido los alimentos adecuados y suficientes, sin condiciones de higiene y salubridad, su cerebro no crece como podría durante su gestación y sus primeros dos años, y el potencial de sus capacidades humanas se escabulle en una grieta.
Pasados los dos años, su estado nutricional les cobrará factura el resto de su existencia porque la oportunidad del desarrollo óptimo ya pasó. Y así siguen por la vida con un rezago difícil de remediar. Cuando eran niños parecían invisibles, pero las consecuencias de este descuido, sí quedarán registradas con lujo de detalles en las noticias tristes de una sociedad que no cuida a sus menores.
Cuando dejen de ser niños, los que no logren superar esta situación se convertirán en adolescentes y jóvenes que engrosarán la sociedad ya marchitos, para ser señalados porque no se les ve el esfuerzo, ni las ganas ni el empuje; porque optan por soluciones fáciles para sobrevivir; porque no han sido invitados a construir en el diálogo y encuentran la opción de la agresión como manera de expresión. Sin límites, sin inocencia. ¿Qué vamos a hacer? Es la voz ahogada de tantos. La pregunta sería: ¿qué dejamos de hacer por ellos en su primera infancia?
Esta tiene que ser una preocupación seria de los candidatos a la presidencia de la República de Colombia. Si su interés es el progreso, la equidad y la prosperidad, señores candidatos, ¿cuál es su compromiso para erradicar la desnutrición crónica en menores de 5 años? Porque en la Colombia que quieren gobernar, 1 de cada 9 niños la padece: la prevalencia de desnutrición crónica es de 10,8 % según la Ensin 2015.
La niñez tiene que hacer parte de este debate electoral, y más estos asuntos que afectan de manera tan grave su desarrollo.
PAULA ESCOBAR
Directora Ejecutiva Fundación Éxito
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