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Presidenciales

‘No hay presidente que pueda gobernar sin el apoyo del conservatismo'

Andrade es director del Partido Conservador desde 2016. Ha sido un aliado clave del presidente Santos.

Andrade es director del Partido Conservador desde 2016. Ha sido un aliado clave del presidente Santos.

Foto:Carlos Ortega / EL TIEMPO

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Hernán Andrade, presidente del Directorio Nacional Conservador, explicó las decisiones del partido.

El presidente del Directorio Nacional Conservador, Hernán Andrade, explicó por qué su partido no definió un apoyo unánime a un candidato presidencial y dejó en libertad a sus congresistas. (SUMARIO)
Las próximas elecciones presidenciales encontrarán a los dos partidos tradicionales de Colombia en una profunda crisis, que comenzó a advertirse desde finales del siglo XX, como señalan todos los historiadores. El Partido Liberal, tradicionalmente mayoritario, ya no lo es y el Conservador está profundamente dividido.
El presidente del Directorio Nacional Conservador, Hernán Andrade, considera que “claramente tenemos una división radical entre los candidatos presidenciales Iván Duque y Germán Vargas Lleras. En la dirigencia parlamentaria estamos divididos prácticamente por la mitad entre ellos”.
Andrade, senador hace 16 años, preside al conservatismo desde 2016. Su partido acaba de dejar en libertad a sus dirigentes y militantes para votar para presidente de la república según su conciencia. “Exploramos todas las posibilidades de acuerdo y unidad”. Pero no fue posible lograr un entendimiento.
Para Andrade, ningún partido podrá gobernar sin el apoyo del Partido Conservador “cuando urgen grandes reformas como la pensional, la tributaria y la de la justicia”.
¿Por qué habla usted de una división profunda en el conservatismo?
Porque no es cualquier división. Hay elementos conceptuales, hay temas como el proceso de paz que son fundamentales. No nos gusta la oposición del Centro Democrático al proceso de paz, aun cuando vemos que el proceso sí necesita algunos ajustes. Pero debe continuar.
Usted está muy al lado de Vargas Lleras, ¿cierto?
He tenido una amistad de 20 años con Germán; en el Congreso hemos dado luchas en favor de la extinción de dominio al narcotráfico, en favor de los ajustes al proceso de paz, seguridad jurídica para las Fuerzas Militares. Pero, en este momento, yo como presidente del Directorio Conservador solo tengo una alternativa y es respetar los criterios que tenga cada sector de la colectividad.
¿Usted ve a Vargas pasando a segunda vuelta?
No lo puedo asegurar. Faltan cuatro semanas, y en política eso es mucho tiempo.
¿Y si la segunda vuelta es entre Duque y Petro…?
El partido no tiene ninguna clase de afinidad con Gustavo Petro.
¿Quiénes lideran en el conservatismo el ala vargasllerista?

Efraín Cepeda y David Barguil, los dos más grandes electores del partido. 146.000 votos, Barguil y 125.000, Cepeda

Efraín Cepeda y David Barguil, los dos más grandes electores del partido. 146.000 votos, Barguil y 125.000, Cepeda.
¿Usted cree que esos votos son endosables?
No hay duda de que existe un resquebrajamiento del liderazgo de los partidos. La ascendencia que tienen los parlamentarios y los partidos políticos sobre la base popular es cada vez menor. Acuérdese de aquella frase de su amigo López Michelsen: “Qué se hicieron los votos de la Costa”. La verdad es que hace rato se viene desmarcando el elector frente a su líder parlamentario, en materia presidencial.
¿Por qué el conservatismo dio libertad a sus parlamentarios?
Porque nos cogió el día. Por muchas razones no pudimos encontrar un nombre bandera y se fueron radicalizando las posiciones.
¿A usted no le afecta que el conservatismo aparezca recurriendo a líderes externos para seguir usufructuando del poder?
Ese es el estigma que cargamos: que es el partido burocratizado, que es el partido sin ideología, que no le interesan sino los puestos. Esa es la marca que nos han puesto, pero no es cierto. En materia electoral presidencial no priman los partidos. Pregúntele a ‘la U’. Pregúntele al glorioso Partido Liberal.
Ahora le pregunto al Partido Conservador...
El conservatismo ha sido soporte de los programas de los gobiernos en materia de paz, de sostenibilidad fiscal, de funcionamiento del Congreso, de intervención en grandes temas como la política contra el narcotráfico. El conservatismo no es un convidado de piedra. Pero también debo decir que la crisis de los partidos es cierta. Más del 50 por ciento de los colombianos están por fuera de los partidos políticos.
De los partidos tradicionales...
De los partidos, en general, incluyendo Centro democrático y Verdes, la gente no se siente en las estructuras partidistas.
¿Por qué?

La corrupción, los escándalos, la pérdida de articulación de la base social, la pobreza que se había ocultado por el debate de paz o guerra

La corrupción, los escándalos, la pérdida de articulación de la base social, la pobreza que se había ocultado por el debate de paz o guerra. El poder omnímodo del Ejecutivo manda y ocupa todos los sectores. Es verdad: la crisis es profunda, y los partidos no hemos sabido responder al clamor popular.
¿Si los partidos están en crisis, qué explicación tiene entonces que los líderes electorales tengan un poder que heredan hijos, hermanos o esposas?
Es exactamente lo que digo. Hoy hay más liderazgo individual que colectivo. Cada uno es una casa política y no hemos sido capaces de regresar a la colectividad. Por eso hay fenómenos como Álvaro Uribe o como Antanas Mockus.
¿Es decir que resucitaron los caciques?
Nunca se han ido.
¿Usted es cacique?
Sí, claro.
¿Y eso es bueno o malo?
Es malo.
¿Si es malo por qué le trasladó sus votos a su hermana?
Porque ese es el sistema político vigente. Voto de opinión tienen Álvaro Uribe, los Galán, Mockus, Robledo. Pero de todas maneras no hay presidente de la república que pueda gobernar sin el apoyo frontal del Partido Conservador.
¿Por qué sostiene usted eso? Uribe gobernó ocho años sin el Partido Liberal, y Santos, otros ocho sin el Partido Conservador...
Primero, porque nos necesitan. El partido mayoritario en el Senado, el Centro Democrático, apenas obtuvo 19 curules. La mayoría de este Senado va a ser de 57 senadores y el que pueda ganar, llámese Duque, Vargas o Petro, no tiene más de 20 senadores. Entonces lo que hay es un multipartidismo que va a hacer difícil la gobernabilidad. La crisis de los partidos es grande.
¿Entonces, en las elecciones no tendrán fuerza los dos partidos tradicionales?
Así es. Y eso es gravísimo; por eso, el candidato que gane tiene que convocar un acuerdo nacional. Mire: hay un tema muy importante que ningún candidato lo toca. Un día lo mencionó Fajardo: lo molieron en las redes sociales. Es el tema pensional. Ninguno va a poder eludir el tema de la deuda externa, ninguno va a poder eludir la política de subsidios. Ya verá la difícil situación de gobernabilidad.
¿Los dos partidos se están agotando?
Sí, claro.
¿Lo que hay son ideologías, más que partidos...?
Sí. Por ejemplo, Uribe nos fortaleció. Pero, él mismo por su liderazgo en ‘la U’ y ahora en el Centro Democrático absorbe buena parte de la opinión conservadora. El hijo de Luis Alfredo Ramos en el pasado periodo, el hijo de Ciro Ramírez en Boyacá y el hijo de Fabio Valencia Cossio, senadores en el Centro Democrático, con votos totalmente conservadores. Así que el Centro Democrático nos quita buena parte de la estructura política conservadora.
¿Usted cree que el marchitamiento de los partidos podría terminar en su agonía?
No. No hay democracia sin partidos. El más grave riesgo que corre la democracia es la corrupción. ¿O es que usted cree que el ‘cartel de la toga’, que me masacró ante la opinión pública y del que salí absuelto, no es riesgo para la democracia? No habrá forma de que la democracia se mantenga en Colombia y de que los partidos sobrevivamos si no terminan de por vida casos como los del ‘cartel de la toga’ y Odebrecht.
Pero si los partidos andan en esa crisis, ¿cómo esperar que el próximo presidente, sea quien sea, gobierne bien sin apoyo bipartidista?
Debe tener un gabinete nacional, un gobierno nacional como en aquellas viejas épocas. No habrá manera de pasar las reformas si no hay un gran acuerdo nacional convocando a todas las fuerzas políticas del país. Le pongo otro ejemplo: la justicia en Colombia no solo es un problema normativo, es un problema de credibilidad, cualquier reforma que se vaya a hacer necesita un pacto nacional.
¿Y cómo hacerlo?

¿Usted se imagina otros 4 años de enfrentamientos y polarización como los que hemos vivido con el expresidente Uribe?

Convocando el 8 de agosto a todos los órganos del poder público. Otra polarización no aguanta el país. ¿Usted se imagina otros cuatro años de enfrentamientos y polarización como los que hemos vivido con el expresidente Uribe?
¿Pero de qué polarización habla usted?
De todo, esto es de todos contra todos. No hay armonía. ¿¡Qué tal la reforma propuesta por Duque de unificar las cortes!? Estamos en franco desacuerdo. ¿Usted se imagina un acto legislativo para acabar el Consejo de Estado, que tiene una tradición desde 1914?
¿Pero el conservatismo busca un acuerdo ideológico o burocrático?
Los eventuales acuerdos burocráticos son producto de los acuerdos programáticos.
Usted propone que el próximo presidente logre un acuerdo nacional, ¿para qué?
Uno: ratificación de la paz. Dos: reforma tributaria. Tres: reforma pensional. Cuatro: reforma de la justicia. Cinco: reforma de subsidios. Seis: reforma de formalización de tierras.
¿Qué quiere decir ratificación de la paz?
¿Cómo no cumplimos el acuerdo de paz? El próximo gobierno no puede ser conejero. Cuando el Estado hace un acuerdo, es para cumplirlo...
Con respecto al acuerdo de paz, ¿cree que Jesús Santrich debe ser extraditado?
No hay ninguna alternativa posible. ¿Usted se imagina cómo quedamos como Estado si no se extradita a quien fue sorprendido negociando la venta de un cargamento de droga? El que la debe la paga.
Pero Iván Márquez como vocero de las Farc desmiente ese negocio…
Perdone que le diga, pero ojalá Márquez salga bien librado de este episodio. A Santrich hay que extraditarlo. No tiene ninguna alternativa; ni la JEP ni el próximo presidente. Además, el gran fracaso de la política de este gobierno fue negarse a fumigar y permitir que los cultivos pasaran de 60.000 a 220.000 hectáreas.
Fue la Corte Constitucional la que prohibió fumigar con glifosato…
Buscar algún otro producto. Pero fumigar. Como decían las Farc en otra época: “es una combinación de formas de lucha” con sustitución de cultivos, para combatir las siembras de coca. Mire nada más cuántos muertos ha habido en la sustitución manual por minas, de policías y civiles erradicadores, y por rechazos de las comunidades. La coca no tiene ninguna alternativa sino acabarla.
¿Usted cree, finalmente, que el próximo gobierno será de ideología conservadora?
La ideología conservadora estará presente en este país y en el mundo durante los próximos siglos.
¿Por quién debe votar el conservatismo? ¿Por el que quiera?
Por el que quiera no, por el que sea de sus afectos. Si pregunta por nombres, no le voy a contestar. Porque no puedo.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO
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