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En 10 años, los hogares gastan menos en comida y más en vivienda

En los gastos de los colombianos ya lo que más pesa no son los alimentos.

En los gastos de los colombianos ya lo que más pesa no son los alimentos.

Foto:Archivo / EL TIEMPO

Expertos dicen que poder destinar menor porcentaje a alimentos es señal de mejora en calidad de vida

Martha Morales
Quizá usted no lo perciba, pero debido a los avances de la tecnología, las tendencias, la dinámica del comercio y de la misma economía, los hábitos de consumo y de gasto de las personas le están cambiando la ‘cara’ a la canasta familiar de los hogares colombianos.
A diferencia de lo que ocurre hoy, hace 10 años las familias colombianas destinaban una mayor tajada de sus presupuestos a la compra de alimentos.
Hoy esa partida se ha reducido, pero en cambio el dinero que destinan al tema de alojamiento es cada vez mayor.
Esta es apenas una muestra de los cambios que evidenció la más reciente Encuesta Nacional de Presupuestos de los Hogares, revelada esta semana por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), que además dejó claro que, en promedio, cada hogar gasta al mes 1,9 millones de pesos en alimentación, diversión, educación, salud, transporte, comunicaciones y demás necesidades.

En la medida que el ingreso de una persona aumenta, los alimentos pesan menos en su bolsillo

En la última década (2007-2017) el peso de los alimentos y las bebidas no alcohólicas en el gasto mensual de los hogares pasó de representar poco más del 19 por ciento a cerca del 16 por ciento, es decir, una reducción de 3,25 puntos porcentuales.
Analistas como Camilo Herrera Mora, presidente y fundador de la consultora Raddar Consumer Knowledge Group, sostiene que esos cambios que se presentan cada tiempo son normales.
“En la medida que el ingreso de una persona aumenta, los alimentos pesan menos en su bolsillo; esto se debe a que llega un punto en el que la gente mejora tanto su ingreso, que no lo destina a lo necesario, sino a nuevas canastas de compra”, explica.
Agrega, además, que esto, sin embargo, es un signo muy importante de la mejora de ingreso, de la calidad de vida y de la reducción de la pobreza.
Las familias destinan, pues, un porcentaje menor de su gasto a comprar pan y cereales; leche, queso y huevos; legumbres; aceites y grasas; carnes; azúcar, mermeladas, miel, y café, té y cacao, entre otros, frente a lo que destinaban diez años atrás. Por el contrario, ganaron una discreta participación en el carrito de compras de los hogares del país las aguas minerales, las frutas y el pescado.

Más para vivienda

Pero, ¿a dónde está yendo a parar el dinero que las familias han dejado de destinar a la alimentación mensual en los últimos años?
La encuesta del Dane muestra que buena parte de esos recursos van a cubrir ahora los gastos de alojamiento (vivienda), agua, electricidad, gas y otros combustibles empleados por las familias colombianas.
En ese periodo este rubro ganó casi el doble del peso que perdieron los alimentos dentro del gasto mensual de los hogares al incrementarse 5,69 por ciento.
En el 2007 lo que las familias destinaban a rubro de alojamiento pesaba poco más del 23 por ciento dentro del presupuesto de las familias, pero 10 años después esa porción se lleva el 28,7 por ciento de ese mismo gasto.
En opinión de los analistas, ese cambio se presenta, en parte, porque las familias y las personas, en general, no solo cambian sus estilos de vida, mejoran sus ingresos y, por ende, elevan su nivel de vida, lo que los hace destinar más recursos a su bienestar.
Es igual que el tema de alimentos; a medida que aumenta el ingreso, crece este rubro, por el gasto en arriendo, artículos de línea blanca (televisores, neveras y electrodomésticos en general), servicios, entre otros”, dice Herrera Mora.

Los colombianos también han tenido que elevar su cuota mensual para el pago de servicios públicos (agua y electricidad)

Según la encuesta, que servirá de insumo para definir lo que será la canasta familiar de los colombianos a partir del 2019, en los últimos 10 años los hogares pasaron de destinar un 5,54 por ciento de sus presupuestos al pago de arriendos a cerca de 7,8 por ciento, esto es 2,24 por ciento de más.
También, en el mismo periodo, ha aumentado la tajada que va con destino al pago de las cuotas de vivienda, pues esta pasó del 9,02 por ciento del presupuesto que se tenía en el 2007 a cerca del 11,4 por ciento diez años después, una diferencia de 2,35 por ciento.
Pero los colombianos también han tenido que elevar su cuota mensual para el pago de servicios públicos (agua y electricidad) y materiales para reparación de las vivienda, aunque los incrementos han sido marginales, menos del 0,5 por ciento, según se desprende de la información recogida por el Dane.
Estos dos aspectos representan la casi totalidad del aumento observado en este rubro en dicho periodo. 

Otros que cambian

En los otros 10 grupos que el Dane evalúa también hubo cambios aunque no en las dimensiones de los alimentos y alojamiento que son los que más peso tienen dentro de los gastos de las familias.
Por ejemplo, en la última década, las familias colombianas han decidido destinar una mayor porción de sus presupuestos de gastos a temas como transporte (0,35 por ciento más), información y comunicaciones (0,21 por ciento) y recreación y cultura (0,07 por ciento).
En contraste con esto, esas mismas familias han podido destinar un menor porcentaje de los recursos a salud, educación, restaurantes y hoteles, así como a bienes y servicios diversos.
Para esta última partida la porción del presupuesto destinada pasó de 19,56 por ciento a 18,3 por ciento en la última década. Para educación el recorte fue de 0,18 por ciento y en salud de 0,11 por ciento, en el mismo periodo, según el ente estadístico.
El avance de la tecnología también es evidente en los hábitos de compra de los hogares.
Por ejemplo, en la última década los artículos con mayor reducción en la adquisición fueron el fax, cuyo descenso fue del 99,2 por ciento, el material para uso fotográfico (-95,25 por ciento), el DVD (-94,8 por ciento de variación) y los servicios telegráficos (telegramas, télex y fax), cuya compra bajó en un 94,62 por ciento.
REDACCIÓN ECONOMÍA EL TIEMPO
Martha Morales
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