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Dejar el ‘top’ de la desigualdad exige abrir oportunidades

El país sigue mostrando niveles de desigualdad altos no solo para la región, sino para el mundo.

El país sigue mostrando niveles de desigualdad altos no solo para la región, sino para el mundo.

Foto:EFE

Quinta entrega de la serie DIEZ RETOS ECONÓMICOS PARA EL FUTURO.

Diana Rincón
Colombia es uno de los países más desiguales del mundo.Noveno en la lista del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Esa evidencia, repetida hasta la saciedad por analistas en sus estudios, no ha conducido a cambiar el rumbo de este problema.
El coeficiente de Gini más reciente que tiene el Dane entre sus estadísticas da cuenta de que en el total del país, la desigualdad ha cedido muy poco. Se ubica en 0,517, y hace una década estaba en 0,572 (cuanto más se acerca a 1, la nación es más desigual). Con ello, Colombia es el tercer país más desigual de América Latina, después de Honduras y Haití, según el Banco Mundial.
Aparte de la desigualdad general hay otras brechas profundas. Por ejemplo, en las cabeceras, donde se aglutina más la población en busca de mejores oportunidades, el coeficiente de Gini es más bajo: 0,495. Los centros poblados y rural disperso, por su parte, registran un nivel de 0,458. Estos números solo indican que el rico del Chocó es menos potentado que el de Bogotá y que entre el campo y la ciudad hay hondas diferencias que determinan la calidad de vida de las personas, por lo que Cecilia López, del Centro de Pensamiento Cisoe, señala que “con cualquier indicador, el resultado es el mismo: la desigualdad en ingresos es aberrante, y hay señales de que la concentración en riqueza es peor”.
Tanto así que varios estudios reafirman que la riqueza del país, en un 40 por ciento, pertenece al 1 por ciento de la población, sin que exista una luz al final del túnel para cambiar este rumbo.
De hecho, así como abundan los diagnósticos, también las propuestas de solución que no se materializan. El PNUD sostiene que en el país no ha sido posible hacer una política efectiva antipobreza, porque hay cuatro dimensiones claves para el desarrollo humano (que, en últimas, es la consecuencia de reducir la desigualdad), que poco se incluyen. “Empleo (con énfasis en la calidad), empoderamiento, seguridad física, habilidad de ir por la vida sin vergüenza, bienestar subjetivo y psicológico”.
Particularmente el empleo, para el economista francés Thomas Piketty, es el motor de la igualdad. “En Europa, la mayor fuente de desigualdad es el desempleo”, dice, y coincide con lo expresado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde): “Los países más golpeados por el desempleo durante la crisis son aquellos en los que más ha crecido la desigualdad, especialmente entre el 10 por ciento de los hogares con ingresos más bajos”. Pero esta realidad no desconoce el fenómeno de la acumulación de capital, lo que ha conducido a que las riquezas de unos pocos crezcan más que la misma economía.
Tener un empleo sugiere un ingreso, por lo que el debate alrededor de la fórmula para reducir la desigualdad se ha concentrado en ello, dejando de lado el papel crucial del Estado para promover la redistribución de recursos a través de los impuestos.
La misma Ocde y la Cepal han advertido que los países de América Latina, entre ellos Colombia, no han sabido utilizar la política fiscal como motor del desarrollo e instrumento para reducir la pobreza y la desigualdad.
Al respecto, Cecilia López recuerda que, en Europa, “los impuestos y las transferencias reducen la desigualdad entre 17 y 19 puntos del Gini. En América Latina, solo 2 o 3 puntos del Gini”.
Un análisis del resultado del recaudo tributario en Colombia en el 2017, realizado por Ricardo Bonilla, investigador de la Universidad Nacional, enfatiza que el ingreso proveniente del IVA y el impuesto al consumo, que en el 2016 fue de 47,5 billones de pesos, es decir, 5,5 por ciento del producto interno bruto (PIB), pasó en el 2017 a más de 6 por ciento del PIB, gravando el 45 por ciento de los productos. En consecuencia, la tarifa general podría bajar, estimulando así el consumo y el crecimiento de la economía a partir de una ampliación de la base a 70 por ciento de productos y devolviendo el IVA pagado al 28 por ciento de los pobres en el país.
Jaime Tenjo, director del Departamento de Economía de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, estima a su vez que “nuestro sistema tributario es un instrumento muy malo de distribución, cuando debería ser uno de los mejores mecanismos de redistribución. Sus principales problemas son la evasión, la elusión y las distorsiones creadas por tratamientos preferenciales de algunas actividades (algunas zonas francas, por ejemplo)”.
No obstante, más allá de las estrategias para reducir la desigualdad deben estar las decisiones políticas. Oportunidades educativas, mejores salarios, empleo de mayor calidad no solo bajarían la desigualdad, sino que harían crecer la economía, impactando la inseguridad y promoviendo mayor bienestar para los colombianos.

Obstáculos

Múltiples obstáculos hay en el camino, pero uno de los más serios, según Jaime Tenjo, es la desigualdad de oportunidades. “La desigualdad de ingresos sería un incentivo para que las personas se esforzaran más si hubiera igualdad de oportunidades. Por ejemplo, la diferencia salarial entre personas calificadas y no calificadas puede ser muy alta, pero, si todos tienen oportunidades más o menos iguales de calificarse, dicha desigualdad salarial sería atractiva para que la gente estudiara”. Para Juan Carlos Guataquí, de la Universidad del Rosario, los obstáculos están por el lado de normas equivocadas. Por ejemplo, “la estructura tributaria y los incentivos dirigidos a mantener determinado tipo de tributos, y gravar de forma más notoria la renta y las ventas, y menos la propiedad y los dividendos, reflejan un doble discurso, en el que se reconoce la desigualdad como problema de largo plazo, pero se adoptan medidas a corto plazo, regresivas, eficientes en recaudo y con menor costo políticos para el Congreso”.

Cuándo se debe empezar

Si bien reducir la desigualdad es una tarea compleja, de largo plazo, el país ya debe pasar a la acción y dejar de lado los diagnósticos, señala Cecilia López. Las acciones son de corto, largo y mediano plazo, teniendo en cuenta que un informe de la revista The Economist sugiere “combatir los monopolios para impedir el enriquecimiento en condiciones de favorabilidad”. Proponen también “fomentar la competencia entre las empresas, para que bajen los precios a beneficio de los ciudadanos, también los pobres”, al igual que “establecer procedimientos transparentes en las contrataciones y concesiones protagonizadas por el Estado y las instituciones públicas, y evitar la formación de oligopolios”.
Otra alternativa expuesta por esta publicación tiene que ver con el aumento de la vida laboral, que cada vez tiene mayor expectativa de vida y mejor salud. El próximo gobierno colombiano tiene el as bajo la manga.

Quién debe actuar

Según Thomas Piketty, la intervención del Estado y la aplicación de políticas inequívocas y transparentes, especialmente en el campo fiscal son indispensables para reducir la desigualdad en los ingresos. Desde esa perspectiva, el cambio para que la desigualdad sea atacada con eficiencia está en manos de los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. El primero debe promover la política; el segundo, convertirla en ley alejando los intereses distintos a los de hacer una sociedad más igualitaria, y el tercero, velar porque los que malgasten los recursos que pueden beneficiar a los colombianos más vulnerables tengan sus justas sanciones, lo que desestimularía la corrupción. Pero un actor fundamental es el ciudadano, a quien corresponde exigirle al Estado acciones contundentes que reduzcan la brecha entre ricos y pobres.

Tareas

Para algunos analistas, la tarea más inmediata, si se quiere reducir la desigualdad, es “no permitir que la agenda electoral se revista de propuestas tributarias populistas”, indica Guataquí. A mediano y largo plazo se requieren reformas económicas e institucionales que construyan una sociedad más incluyente, tanto en lo político como en lo económico. “Una reforma del Estado y de los procesos políticos, de manera que estos dejen de ser herramientas al servicio de los intereses de unos pocos; una reforma a fondo del sistema tributario y de transferencias (subsidios), para que se conviertan en mecanismo de redistribución de ingresos; implementación de sistemas de catastro técnicos y eficientes que fomenten el mejor uso de la tierra y los recursos naturales, y la construcción de un sistema educativo de calidad y con cobertura total son algunas de las ideas que sugiere Tenjo.
Mañana: ‘Decisiones duras para que mayorías puedan tener una pensión’.
*EL TIEMPO.
Este informe especial ha sido preparado por Mauricio Galindo, Martha Morales, Ómar Ahumada, Juan Carlos Domínguez, Carlos Arturo García, Simón Granja, Sebastián Londoño y Rolando Lozano.
Diana Rincón
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