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Tenis

El imponente Wimbledon es una joya del tenis mundial

Cancha de Wimbledon.

Cancha de Wimbledon.

Foto:AFP

Las tradiciones británicas le dieron un toque de distinción al grand slam más antiguo del mundo.

Ladies and Gentlemens, bienvenidos al Abierto de Wimbledon. El torneo de tenis por excelencia, que hace gala de la prestigiosa y elegante cultura inglesa. Un campeonato solemne en el que el color blanco es una institución y obligación en todos los campos del All England Club y que en 140 años de historia solo ha sido interrumpido en dos ocasiones: entre 1915 y 1918 y entre 1940 y 1945, debido a la desolación que dejaron las dos guerras mundiales. Así que siéntense y pónganse cómodos, este será un paseo por sus costumbres y tradiciones. Se comerán fresas con crema y se tomará una cerveza Stella Artois.
La historia dice que el All England Club, toda una catedral del tenis mundial, abrió sus puertas para el croquet en 1868, pero unos años después cambió su rumbo. Al mismo tiempo en el que el fútbol gritaba sus primeros goles, el deporte blanco, inmerso en el nerviosismo de cautivar a los británicos y conseguir fanáticos, vio como en 1877 este escenario dio una volea en el primer torneo de Wimbledon, en una fiesta que ha perdurado en el tiempo como una religión a la que hay que rendirle culto cada 365 días.
“Nuestro grand slam es muy grande. Es el de mayor tradición, es una celebración diferente con los aficionados al tenis y es muy importante por la diversificación en los terrenos, la intensidad que se vive en los partidos y la felicidad que todos estos aspectos les dan a los seguidores”, fueron las palabras de Johnny Perkins, vocero de Wimbledon y trabajador durante dos décadas de este torneo, en una charla con EL TIEMPO.

El blanco, su color

La cultura británica tiene rasgos muy arraigados de una personalidad respetuosa y seria. La elegancia, los buenos modales y patrones de conducta representan una tradición que es modelo de una gran personalidad. Las costumbres establecidas no son ideas sueltas, sino ideologías que permean a lo largo y ancho del país.
El tenis es conocido como el ‘deporte blanco’ y es por eso que, apegado al significado entero de la historia, Wimbledon tiene como institución y obligación que sus jugadores desde que ponen un pie en el All England Club, bien sea en las canchas de entrenamiento, o bien en los partidos oficiales, deben usar vestimenta de este color. Un requisito que no genera disgustos, sino admiración por ser único dentro del circuito. Modelo de distinción y etiqueta.
En el siglo XIX, la aristocracia hizo del blanco el color que la diferenciaba del resto de la población en el verano. La pulcritud y elementos estéticos se convirtieron en dos de las razones para mantener esta directriz desde el inicio de Wimbledon hasta tiempos actuales. Y esta norma es tan simbólica para los tenistas como lo es la five o'clock tea para los ingleses. La regla es tan estricta que desde el 2014 la ropa íntima y las suelas de los zapatos también deben ser blancos.
Así mismo, la forma de vestir de todo el personal de la organización del certamen mantiene todo el sentido de la elegancia y finura. Los atuendos no son deportivos, es ropa elegante, como si se fuera para un evento de magnates. Usan zapatos de cuero, chaquetas, corbatas, camisas de cuello, incluso en algunos días deben ponerse boinas y sombreros.
“Los asistentes transmiten a los jugadores estos hábitos. Nuestra cultura deja claro que no hay nada más importante que este torneo. Tratamos de mantener la realeza y exquisitez de una historia de 140 años. Wimbledon es una catedral y su recinto, un total club de tenis con todos sus sofisticados servicios”, relató Perkins.

Gastronomía

Wimbledon está institucionalizado. Nada se hace al azar. Los innovadores se equivocan si quieren entrar en el All England Club. Las buenas formas no admiten excepciones. Y la comida es un manjar que no puede pasar desapercibido entre sus asistentes. El platillo suculento y exitoso son las fresas con crema, y las otras posibilidades que tampoco se pueden pasar por alto son el té y los pimm's.
Si usted sale de un partido y necesita comer algo o está en la colina Henman Hill (situada al norte del complejo All England Club, y que cuenta con una pantalla gigante durante el torneo), tiene la posibilidad de ir a restaurantes como Holy Smoke, The White Onion o Cote Brasserie, pero si de verdad se quiere sentir en Wimbledon, la tradición exige comer una bandejita de fresas con nata líquida, que es tan propia como ver ganar a Roger Federer en la hierba de las canchas.
Todas las fresas provienen del condado de Kent y son un bocadillo apetitoso para los paladares que no solo quieren ir a Wimbledon a degustar del buen tenis.
Otro de los planes será tomar el té a las 5 p. m., acompañado de scones, pastelitos y galletas. Pero si quiere algo más fuerte, la decisión serán unos pimm's, bebida típicamente británica que se sirve con limonada, mucho hielo y frutas: fresas, naranja, limón y menta. Finalmente, la opción puede ser una cerveza Stella Artois, típica en el torneo.

Nuevos mercados

“Vamos a aumentar nuestras redes sociales y páginas web para que sean más fuertes y brinden completa información a los fans. También nos proyectamos a otras ciudades con mejor comunicación e información para que sepan de nosotros en todo el mundo. China es el mercado que nos apetece. Queremos tener una audiencia gigante. Lo importante acá no es ver qué debemos hacer, sino es saber lo que la gente quiere, qué le gusta, y así poder avanzar en nuestro desarrollo”, dijo Perkins sobre las nuevas posibilidades de un legado histórico que quieren llevar a todo el mundo como el mejor de todos los torneos.
Además, Wimbledon, un campeonato en el que se juega sobre césped, una superficie diferente, reconocida y exigente, da otro toque de distinción para ser inigualable. “Es natural (el césped) y es buena para los jugadores, no es peligrosa y luce muy bien”, comentó Perkins.
Por todo este cúmulo cultural, esos patrones de conducta británicos que los amantes del tenis siguen, es que Wimbledon es y seguirá siendo el torneo de tenis por excelencia, lleno de historias, órdenes, elegancia, realeza, en el que además de disfrutar del deporte blanco, dan ganas de acompañarlo con un buen champagne.
FELIPE VILLAMIZAR M.
Redactor de EL TIEMPO
En Twitter: @FelipeVilla4
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