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Goleadas que duelen (parte II)... (Opinión)

Evocar goleadas implacables que laceraron el orgullo de grandes clubes o selecciones.

Jorge Barraza
El Brasil 1 - Alemania 7 de hace tres años fue el disparador de una idea: evocar goleadas implacables que laceraron el orgullo de grandes clubes o selecciones. Ahora, la impiadosa victoria de River sobre Wilstermann por 8 a 0 en Copa Libertadores reactualiza el tema. Naturalmente hubo muchas goleadas grandes, algunas muy curiosas, como Australia 31 - Samoa Americana 0, también Hungría 10 - El Salvador 1 en el Mundial ’82, y muchas otras, sin embargo esas disparidades no cuentan más que estadísticamente. En cambio hay resultados mínimos que generaron terremotos, como Estados Unidos 1 - Inglaterra 0 en 1950 o Corea del Norte 1 - Italia 0 en 1966, resultados que les costó a ambos grandes la eliminación de esos Mundiales.
En el primero, cuenta una anécdota que un operador de cables de la United Press recibió en Londres un escueto parte que decía simplemente “Mundial de Football: Estados Unidos 1 - Inglaterra 0”; sin inmutarse, con toda la flema británica dio una bocanada a su pipa y respondió a su par en Brasil: “Resultado equivocado-stop-repetir”. El telegrafista brasileño le debe haber dicho “equivocado nada, perdieron-stop”.
El otro resultó aún más traumático porque, apenas con empatar, Italia clasificaba a octavos de final, pero perdió y pasó Corea. Los diarios peninsulares estallaron con un rezongo casi unánime: “¡Vergogna nazionale…!”. Luego de la resonante victoria, se dieron a conocer detalles insólitos del equipo norcoreano, que había debutado en una Eliminatoria y, obviamente, jugaba su primer Mundial. Resultó que eran 22 soldados.
Debido a su régimen socialista, el combinado local era totalmente amateur y sin ningún roce internacional. El dictador supremo Kim Il-Sung (abuelo del autócrata actual) eligió a dedo a los 22 de la nómina mundialista. La gran mayoría eran militares de grado, a quienes el líder de la Nación les exigió que volvieran sin hacer ningún papelón y que le regalaran una alegría al pueblo. En Italia jugaron Giacinto Facchetti, Gianni Rivera, Sandro Mazzola… Varios se habían consagrado bicampeones de Europa y del mundo el año anterior con el Inter. No les alcanzó.
El 16 de julio pasado, en Goleadas que duelen y dejan marcas (parte I), reseñamos una serie de resultados catástrofe que entraron en la historia. Muchos quedaron fuera por cuestiones de espacio. Aún ondea el fantasma del 6 a 1 de Bolivia a Argentina en abril de 2009, con la inefable conducción de Maradona como DT. Argentina le ha hecho repetidas veces siete goles a la Verde, pero aquel 6-1 de La Paz sobrevuela en cada enfrentamiento. Fue una mancha generada por la desorganización de la AFA y su cuerpo técnico, luego amplificada en el Mundial con el 0-4 ante Alemania. Pero Diego quería seguir en la Selección…
A nivel de Mundiales, y aunque parezca menos grave, fue resonante el 5 a 1 de Holanda a España en Brasil 2014. La Roja llegaba con el título de campeón vigente y ese era el estreno en el campeonato. Además, impactó la forma: Holanda fue un vendaval para la defensa ibérica. Hubo más paliza en el juego que en el resultado. España fue eliminada en primera fase.
En 1938, Racing produjo un hecho excepcional: anotó 8 goles en tres domingos consecutivos: 8 a 2 a Platense el 2 de octubre, 8 a 2 a Estudiantes siete días después y 8 a 1 a Lanús el día 16. Partidos oficiales. Puede que sea un récord mundial.
Goleadas en Copa Libertadores hubo muchas, pero tal vez ninguna tan luctuosa como la del 12 de abril de 2000 en el estadio Azteca, cuando el América de México destrozó a Olimpia 8 a 2, con 3 goles de Cuauhtémoc Blanco y 2 de Carlos Hermosillo, entre otros. Nunca un campeón de Libertadores perdió por semejante marcador. Peñarol ha recibido muchas goleadas, pero hasta seis tantos. Un joven hincha paraguayo se prendió fuego de la indignación y debió ser internado en estado delicado.
Aunque fue en un juego amistoso, Millonarios no olvidará nunca el 26 de septiembre de 2012: había sido invitado a disputar el Trofeo Santiago Bernabéu y se presentaba orgullosamente, pero cayó 8 a 0 y fue víctima de burlas de todo tipo en Colombia. Lo mismo le ocurrió al Santos, que acudió con mucha ilusión al Trofeo Gamper, con toda la satisfacción de ser parte de ese glamour. Pero este no era el Santos de Pelé, ni siquiera el de Neymar. Y el Barcelona le asestó también un 8 a 0. Durísimo. Son golpes que duelen en el alma de los hinchas.
En la última fecha del campeonato argentino de 1963, Independiente goleó 9 a 1 a San Lorenzo y se coronó campeón. Los futbolistas del Ciclón se quejan hasta hoy. Ocurrió, se supo después, que el plantel de River -que estaba un punto abajo de los Rojos- había prometido a los jugadores sanlorencistas que, si le ganaban a Independiente, les darían su premio por ser campeón. Íntegro. Por la novia de un jugador (su amiga era a su vez novia de otro futbolista de River) los de Independiente se enteraron de la intención y salieron a masacrarlos. Literalmente.
Hasta seis goles, si bien se trata de una derrota cruenta, suena tolerable. A partir de 7 sabe a tragedia. En 2006, Boca, hijo dilecto de San Lorenzo en el historial, se tomó gran revancha en ese mismo año: en la propia cancha del Ciclón le espetó un 7 a 1. Fue la tarde en que Palermo acuñó una frase feliz: San Lorenzo había hablado mucho en la semana previa sobre su legendaria paternidad sobre los Xeneizes y el goleador, cuando salía del campo, le acercaron un micrófono y dijo “Boca habla en la cancha”. Dos meses después, Estudiantes marcó un hito en el clásico platense venciendo 7-0 a Gimnasia y Esgrima. Hasta hoy se lo recuerda a su rival con una bandera que cuelgan los hinchas en todos los partidos y que dice “El 7 a 0 no se olvida más”.
El mismo resultado se dio en la final del Campeonato Ecuatoriano de 1998, cuando Liga fue cruel con Emelec: 7 a 0 después que los azules hubieran ganado el primer partido en el Capwell 1 a 0. Emelec tiene lo suyo: un 6-0 a Barcelona en 1990. Los del Torero esgrimieron que guardaron varios jugadores para enfrentar a River por la Copa. Pero la chapa está ahí, y a nadie le agrada…
El 8-0 de River a Wilstermann impactó por la forma -lo arrasó de manera inmisericorde- y porque en Cochabamba había ganado 3-0 el equipo boliviano, que además en esta misma Copa vapuleó 6 a 2 a Peñarol. Además, porque ocho goles de diferencia ya no pertenecen a estos tiempos de paridad.
Último tango...
JORGE BARRAZA
Para EL TIEMPO
Jorge Barraza
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