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Música y Libros

Vicky, la voz que trascendió varias generaciones

El estilo de los musicales de los 70 estaba encarnado en la postura y la voz de Vicky. La artista falleció ayer a causa de un cáncer.

El estilo de los musicales de los 70 estaba encarnado en la postura y la voz de Vicky. La artista falleció ayer a causa de un cáncer.

Foto:Archivo / EL TIEMPO

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Su nombre fue una de las insignias de la balada de la Nueva Ola, en los años 60 y 70 en Colombia.

Del alma generosa de la cantante Vicky, fallecida este miércoles siendo aún ícono de la balada colombiana, habla Rito Galvis, quien se convirtió en su mánager y confidente, al punto de que ella lo llamaba ‘papá’.
“En un día de lluvia –recuerda Galvis–, encontró a un hombre con su mujer y tres niñitos en la calle. Los vio mojándose, y como ella vivía a una cuadra, se los llevó para allá. Los tuvo como un mes, les consiguió comida y ropa. Un día salió a comprarles algo, y cuando volvió a su apartamento, lo habían desocupado”.
La cantante y compositora, que trabajó hasta cuando ya la salud no se lo permitió más, murió por un cáncer de pulmón y síntomas de un episodio de neumonía, en Bogotá.
Nacida en Ansermanuevo, Valle del Cauca, en 1947, Esperanza Acevedo intentó primero estudiar Derecho, pero la música fue más fuerte, tanto que le deparó una carrera de 50 años: además de Pobre gorrión, que aún suena en la radio, canciones como Llorando estoy, Amigo caminante, Tan sola, Lloraré o Amor amargo fueron sus principales éxitos, cosechados desde su debut discográfico, en 1967.
“Lo mío fue accidental, no soy cantante, soy intérprete; la voz mía fue muy chiquita –dijo una vez Vicky a EL TIEMPO en una entrevista inédita–. El éxito no fue tanto de la voz como de las canciones. Es raro que digas ‘me gusta esa canción’ porque se enamoran del intérprete, y debería ser del compositor”.
“Cuando empecé a cantar, recuerdo que estaban Roberto Carlos y todos los mexicanos, y Manolo Muñoz, por México; de los argentinos, recuerdo mucho a Violeta Rivas”, dijo.
Paradójicamente, su seudónimo fue producto de un giro del destino: cuando se presentó para hacer parte del programa radial El club del clan, que se hacía en vivo, fue presentada por error como Vicky. Cuando preguntaron si alguien quería cantar, se molestó cuando los que estaban junto a ella gritaron: “¡Que cante Vicky!”.
Esperanza, quien había llegado acompañada por su madre, miraba para todos lados porque no entendía que se referían a ella.
Esto fue en realidad una ocurrencia de Guillermo Hinestroza, quien dirigía el espacio y la lanzó al agua.
Ese día –contó la cantante en alguna ocasión a EL TIEMPO– se diluyeron los sueños de tener algún día el cartón que dijera: ‘Esperanza Acevedo, abogada’. Sus letras reflejaban la mente de una niña de casa, apegada a las tradiciones.
“Alguna vez, a mis 16 años, fui a ver una película sola; no tenia novio porque era muy niña –contaba Vicky–. Era de Sandro, y creo que fue la única que vi sola, pensaba que era de Drácula porque aparecía con labios gruesos con un fondo negro”.
La artista y la compositora surgieron en medio de una época muy particular: “A mediados de los años 60 se comenzaron a romper una cantidad de valores, fue una oleada de rebeldía con razones. Afortunadamente, a algunos nos tocó. Fue una década bastante importante en todos los aspectos. Sobre todo, las bases que formó. Esas flores de los hippies se basaban en la libertad de los 60... Yo no pensaba trascender en esto”.

Lo mío fue accidental, no soy cantante, soy intérprete; la voz mía fue muy chiquita

Harold Orozco, a quien se lo recuerda simplemente como Harold, la conoció en el El club del clan y la recuerda como “una persona reservada, tranquila, muy activa y muy profesional, porque siempre se dedicó a la composición de sus temas, a hacer sus conciertos. Era muy cumplida y una buena amiga”. El también cantante destaca que era la única de su generación que componía sus propias canciones. “Yo empecé a escucharla con mi amigo Óscar Golden, y nos gustó su estilo, que era muy propio”.
Se quedó en el ‘club’ un año y medio. Ella decía que era por entretenerse, pero el canto se le convirtió en carrera cuando le pidieron una canción para grabar y compuso Llorando estoy: “La hice pensando en una obra que pudieran oír mis nietos”, contó.
Galvis cita que Vicky inicio su carrera en Codiscos, pero luego se metió en la bohemia y Alfonso Lizarazo la llevó a la fábrica de discos Orbe, donde Galvis era gerente. “Con ella empecé a trabajar, y siempre la tuve como una artista excepcional. Yo tenía relaciones con México, y allá también tuvo éxito”.
Vicky siguió cantando y componiendo mucho después de que el ‘clan’ pasó a la historia. No pisó una escuela de leyes, pero siguió pisando fuerte en los escenarios. No evadió nunca las reuniones que hacían de las voces de la Nueva Ola.
En su producción discográfica se encuentran los álbumes Hoy me hiciste llorar, Esa niña, Vicky, Mi ofrenda, Con amor, Vuelve, Vicky siempre Vicky, Grandes éxitos de Vicky y Amor de junio.
“No he vuelto a grabar porque no compuse más –dijo–. No soy de las que cantan cualquier cosa por tratar de estar vigentes. Componer es difícil, hay que cuidar que una canción no se parezca a otra, que tenga contenido, que llegue a la gente. Es que la música de hoy dio un cambio de 180 grados y me desubicó. Soy de un estilo romántico, sencillo”.
“Adoraba a Óscar Golden, a Christopher, a Fausto... Era muy buena amiga (...). Siempre vivió de su canto; si no cantaba, no comía, pero siempre tenía trabajo, decía que vivía ‘puebliando’, es decir, de pueblo en pueblo, aunque odiaba viajar en avión”, recuerda Álvaro Pava Camelo, uno de sus amigos más cercanos.
Esta circunstancia pudo haber limitado el alcance de su fama, como anota Galvis, su mánager: “Tocaba emborracharla para subirla al avión”. Pero eso no fue obstáculo cuando compuso Pobre gorrión, una historia de desamor que rebasó fronteras.
Armando Benavides, productor que grabó esa canción en los estudios de Suramericana, reconoció el aroma del éxito desde que lograron los arreglos con Armando Velásquez. “Tuve la fortuna de llevarla a Estados Unidos –dice–. Estuvimos en Panamá, donde Pobre gorrión estaba pegada, y de ahí salimos para México y luego para Los Ángeles”.

No he vuelto a grabar porque no compuse más. No soy de las que cantan cualquier cosa por tratar de estar vigentes. Componer es difícil

Lejos de la vanidad

Una peculiaridad es que era “muy considerada con los empresarios; si no les iba bien, ella les decía ‘págueme menos’, era su condición humana hasta ese extremo y totalmente descomplicada, lejana de la vanidad”, cuenta Pava.
Le cantaba a uno en la cara lo que fuera y a quien le tocara –recuerda Gyentino Hiparco, uno de sus mejores amigos–, sin importar la jerarquía. Pero también era muy tierna, e inteligente, con una gran energía”.
Mariluz, compañera suya en El club del clan, dijo que “cada uno, con canciones muy distintas, llenamos estadios y coliseos. Ese momento de la música colombiana fue muy importante, y se dio un despertar de la juventud gracias a nosotros”, agrega.
Sobre su legado en la música en Colombia, Magda Egas, periodista y empresaria que muchas veces presentó a Vicky, la señaló como “un ícono, como cantante y como compositora. Fue figura de un movimiento muy fuerte, que todavía convoca público en donde se presenta”.
Egas agregó: “Me da mucho dolor, no pensé que se fuera tan rápido. Ella fumaba muchísimo. Pero como era tan reservada, cuando la llamaba, siempre me decía que estaba bien”.
Pava Camelo, que además estuvo en el negocio de la radio con la cadena Super, y con quien estuvo en contacto hasta hace tan solo una semana, cuenta que le relató su enfermedad: “Me confirmó que le habían hecho tratamiento de quimioterapia y radioterapia (...). Ayer la llevaron al hospital San Ignacio de urgencia porque le dio una recaída que le ocasionó un paro cardiorrespiratorio”.
Su amigo y colega Harold coincide: “Hace como un mes y medio, me llamó un periodista a decirme que Vicky estaba muy delicada de salud y que tenía cáncer en el pulmón. Comencé a llamarla, pero no me respondió. Se alejó muchísimo de todo el mundo y de todas sus actividades. Cuando no me contestó, supuse que era cierto”.
“Era una persona apasionada por su canto y vivió siempre de eso”, comentó Pava Camelo: “Cantaba muy pocas canciones que no fueran de ella, y ese es uno de sus mayores méritos; ella componía y cantaba, algo que no es tan fácil de componer”.
Galvis, su mánager, destaca que Vicky escribió un libro sobre su vida, hace cerca de diez años. La última vez que la vio fue en el funeral de Óscar Golden. Estaba muy conmovida. “En una ocasión me dijo: ‘Papá, cuando tú mueras, yo quiero cantar en tu funeral. ¿Qué canción quieres que te cante?’. Yo le respondí ‘A mi manera, de Paul Anka’. Ella lo anotó, pero da la circunstancia de que ella se murió primero”.
“Es uno de esos seres que no van a morir nunca. Sus canciones vivirán con nosotros”, remató Egas.
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