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Música y Libros

La revolución de Mozart suena en el Caribe colombiano

Lucrezia Drei, Elena Belfiore, Daniele Zanfardino y Gabriele Nani interpretan los roles principales en esta ópera de Mozart.

Lucrezia Drei, Elena Belfiore, Daniele Zanfardino y Gabriele Nani interpretan los roles principales en esta ópera de Mozart.

Foto:FOTO: WILFREDO AMAYA

El Festival de Música Clásica estrena ‘Così fan tutte’, la ópera bufa del compositor austriaco.

Laura Guzmán
Hacia el noreste, un apacible mar azul turquesa aparece capturado en un inmenso telón de fondo diseñado por Dante Ferretti y su esposa, Francesca Lo Schiavo. Unos metros más allá, hacia el suroeste, está el mar Caribe, que besa las murallas de Cartagena de Indias. Así es la perfecta simetría que se vive entre la naturaleza y la ficción en esta ciudad y que también impregna la estructura musical de la ópera que se verá embellecida por aquel mar pintado.
Se trata de Così fan tutte, la ópera bufa de Mozart, que se estrena este viernes en el teatro Adolfo Mejía en el Festival de Música Clásica de Cartagena, con la batuta del australiano Benjamin Bayl y la dirección escénica de Giorgio Ferrara.
La pieza, montada en colaboración con el Spoleto Festival dei 2Mondi, casa a la perfección con el tema central de la edición de este año del festival, ‘Armonía celeste’, en el que la clave es la relación entre la ciencia, los números y la música.
“Esta ópera es muy interesante en cuanto a la simetría musical por la forma como Mozart utiliza diferentes claves para mostrar a los personajes”, explica Bayl unos minutos antes del primer ensayo general con vestuario y maquillaje de la pieza, que también se presentará el domingo.
Esa característica refleja los recovecos de una pintoresca historia en la que dos oficiales, Ferrando y Guglielmo, expresan sus dudas sobre si sus esposas, Dorabella y Fiordiligi, realmente sí les serán fieles durante su vida. Su amigo, don Alfonso, les propone que pongan a prueba esa fidelidad inventándose un viaje militar, para después visitarlas disfrazados de otros hombres e intenten conquistar a la pareja del otro. Así, mientras ellas sufren el trago amargo de la ausencia, ellos juegan con el doble filo del engaño.

Esta ópera es muy interesante en cuanto a la simetría musical por la forma como Mozart utiliza diferentes claves para mostrar a los personajes

Bayl comenta que para enfatizar esa situación, Mozart decidió que la do mayor fuera la nota central, reflejando una especie de pureza. De hecho, cuando el compositor utiliza notas agudas, la música es más honesta, enfatizando esos momentos en l os que los personajes son más sinceros. “Incluso, va hasta cuatro notas agudas para algunas de las arias, que realmente salen del corazón”, afirma el director.
Por otro lado, están las notas más bajas, con las que se componen los pasajes musicales en los que los personajes son menos sinceros o están contando engaños o mentiras. “Hay una escena al final en la cual la pareja equivocada está por casarse y hay cuatro bajas, eso es realmente extremo. Cuando llega el notario para hacer oficial el matrimonio, vas de cuatro bajas a cuatro agudas; es como si las mentiras de un momento a otro se esforzaran por convertirse en una verdad, es muy interesante”, añade el músico.
En la producción también trabajan el Coro de la Ópera de Colombia, que en el primer acto aparece en la parte trasera de la platea, dándole una especie de sonido envolvente a esta ópera, y la soprano colombiana Julieth Lozano, quien encarna a la criada Despina, que ayuda a don Alfonso en el engaño.
Unos segundos antes de subir al escenario, en proceso de maquillaje y con los ojos cerrados mientras le ponen sus largas cejas postizas, Lozano precisa que en realidad son tres personajes, pues durante la historia Despina se disfraza de doctor y de notario. “Entonces son tres tipos de voz distinta, tengo que cambiar un poco la forma como canto para engañar a los otros personajes”, asegura.
Despina es el personaje que mejor materializa la mezcla entre el canto popular y la música clásica que propone Mozart, pues, como apunta Bayl, el personaje que encarna Lozano tiene fragmentos musicales ligeros y simples, cercanos al bel canto; mientras que los otros personajes, arias más serias y grandes.
Para Lozano, este es un personaje muy pícaro que, además de sus retos vocales, plantea un desafío en la parte actoral por los disfraces que debe asumir. “Tienes que saber cómo hacer esos cambios. A pesar de que la idea es que sea un poco ridícula y graciosa, igual tienes que hacer una fisicalidad distinta con todos los personajes”, afirma.
Dante Ferretti y Francesca Lo Schiavo plantearon en la escenografía y el vestuario una visión clásica de la ópera de Mozart, dándoles un amplio espacio a los cantantes para que se desplacen por el escenario. Aparte de su trabajo operático, esta pareja también ha alcanzado el éxito en el cine, pues han ganado tres premios Óscar por la dirección de arte de El aviador, Sweeney Todd y La invención de Hugo Cabret.
Debajo de ese ficticio mar cristalino, Bayl ilustra con sus manos la interpretación de los músicos de la Filarmónica de Medellín, que interpretan por primera vez esta ópera. De alguna manera, cuenta el músico, es como trabajar con una hoja en blanco.
“Realmente llegaron con los ojos, la mente y los oídos abiertos, así que es un verdadero placer para mí comenzar desde el principio, construir la ópera y hacer el viaje con ellos. Ha sido un descubrimiento muy positivo”, dice el australiano.
La orquesta paisa deberá encarar la experimentación que propuso Mozart, que según Bayl planteó una visión revolucionaria, pues decidió darle prominencia al clarinete, instrumento que era una nueva invención en ese tiempo (finales del siglo XVIII); además, las violas tienen más protagonismo que en óperas previas, y las partes de los violines son muy virtuosas. “Realmente se siente que Mozart estaba expandiendo los límites, rompiendo las barreras y tal vez imponiendo unas nuevas”, argumenta Bayl.
YHONATAN LOAIZA GRISALES
Cultura y Entretenimiento
* Por invitación de la Fundación Salvi
Laura Guzmán
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