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Música y Libros

Exaltación del martirio / Opinión

En la cinta 'Silencio', Scorsese reivindica el arte de las recreaciones de época.

Laura Pava
Nueve días antes de su estreno nacional, máxima atracción este domingo en Cartagena, conviene contextualizar su abrumador contenido religioso y las circunstancias históricas magníficamente puestas en escena por el autor cinematográfico vivo más respetado del medio norteamericano. Acerca de los ‘kirishitan’, o cristianos japoneses en la clandestinidad, quienes fueron torturados y asesinados por causa de la prohibición que sobre ellos pesaba de predicar doctrinas ajenas al budismo en el Japón del siglo XVII.
Según la novela de Shusaku Endo, y de una anterior película de 1971 titulada ‘Chinmoku’, dos sacerdotes jesuitas portugueses tienen la misión de encontrar el paradero de un viejo mentor que apostató y vive en algún lugar del país del Sol Naciente convertido en monje budista. Pero la imposición de una fe desconocida en territorios extranjeros conlleva las reacciones crueles de los inquisidores samuráis.
Se refiere Martin Scorsese a la expiación cristiana, el arrepentimiento o la redención del hombre pecador y violento; con criaturas atormentadas en este mar de lágrimas que buscan su santidad, la contrición y el perdón desde una perspectiva evangélica. Esas inquietudes temáticas de índole mística y moral están relacionadas, de hecho, con algunas cintas anteriores como ‘Taxi Driver’, ‘Toro salvaje’ y ‘La última tentación de Cristo’. Dos sentencias bien significativas: “A costa de su paraíso, ellos sufrirán” y… “En el silencio, escucharás mi voz”.
Ferviente católico, Scorsese tuvo el pasado 30 de noviembre una inusual audiencia familiar con el papa Francisco para presentarle su más reciente epopeya religiosa en tributo a los martirizados padres de la Compañía de Jesús en el Japón feudal de hace cuatro siglos. Nacido en Queens y criado en la ‘pequeña Italia’ neoyorquina, de padres provenientes de Sicilia, expone para la ocasión una fe inquebrantable, no obstante verse en la necesidad de representar a nativos creyentes que pisotean o escupen imágenes sagradas.
Ejemplo de virtuosismo técnico e intimismo autobiográfico, continuador de la maestría visual de los grandes maestros clásicos, Scorsese reivindica el arte de las recreaciones de época y nos somete como espectadores a todo tipo de torturas: ahogamientos, crucifixiones boca abajo y despellejamientos en aguas termales. Gama de lentes ópticos; dominio del plano-secuencia; certera iluminación en espacios cerrados; virtuosa fotografía del mexicano Rodrigo Prieto, y hábiles encadenamientos de planos con su equipo básico.
Tres actores sobresalientes: Andrew Garfield (Rodríguez), Liam Neeson (Ferreira) y el japonés Issei Ogata (el inquisidor). Ellos ingresan ahora a la galería de célebres biografías épicas al lado de Jesucristo, el boxeador Jackie La Motta, el excéntrico millonario Howard Hughes y el mago cineasta George Méliès. ¿Alguien mejor que ‘Marty’ Scorsese para filmar Citizen Trump?
MAURICIO LAURENS
Especial para EL TIEMPO
Laura Pava
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