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Las sorprendentes caras del profesor Heidegger

Martin Heidegger, es cierto, se ocupa del ser, pero no de la manera como lo hicieron los existencialistas.

Martin Heidegger, es cierto, se ocupa del ser, pero no de la manera como lo hicieron los existencialistas.

Foto:EL TIEMPO

El número 14 de nuestra serie está dedicado al pensador más cuestionado –fue pronazi y antisemita–.

Diana Rincón
Martin Heidegger ha sido, desde mediados del siglo veinte, el centro de una de las más enconadas controversias del mundo académico por una razón que resulta compleja de descifrar, en la medida en que en filosofía parece del todo utópico desligar lo que se piensa y lo que se escribe de la práctica política, es decir, de las decisiones ideológicas que se toman en la vida cotidiana.
El meollo de este asunto fue su afiliación al Partido Nacional Socialista, nada menos; sus simpatías expresas por el nazismo y su compromiso con las ideas de Adolf Hi-tler. Y es tan difícil de deslindar porque, una vez alineado con el momento histórico que parecía fulgurante para Alemania con la ascención del Führer, si bien nuestro filósofo un poco más adelante se hizo a un lado, nunca explicó las razones de su entusiasmo por Hitler.
Los hechos fueron así: en 1933, cuando Hitler toma el mando, Heidegger se afilia al partido nazi, vínculo que se mantuvo hasta 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial. Es clave en esta circunstancia el hecho de que precisamente en ese 1933 Heidegger toma posesión de la rectoría de la Universidad de Friburgo, y en ese acto pronuncia un discurso en el cual celebra y alaba al nazismo. Es fama que el filósofo Herbert Marcuse le insistió para que se retractara públicamente de esa intervención, pero Heidegger hizo caso omiso del pedido y, aún más, nunca descendió a dar explicaciones sobre el asunto.
La polémica por la cuestión ideológica de Heidegger ha tenido entre sus protagonistas, en contra, a Jürgen Habermas, Rudolf Carnap, Theodor Adorno, Hans Jonas, Pierre Bourdieu, Maurice Blanchot, Emmanuel Levinas, Richard Rorty, entre otros pensadores.
Entre quienes defendieron tempranamente las ideas relacionadas con el estudio del ser y la precisión del lenguaje renovador de Heidegger se cuentan principalmente algunos de los ‘papas’ de la filosofía francesa: Jean-Paul Sartre, Maurice Merleau-Ponty, Michel Foucault, Jacques Derrida y Paul Ricoeur.
Pierre Bourdieu, en su libro La ontología política de Martin Heidegger, luego de denunciar el “doble juego” del filósofo y de señalar que utiliza “alquimia filológico-filosófica”, reporta que “el producto final del discurso de Heidegger y de sus discípulos es un galimatías abstracto y desligado totalmente de los problemas, preocupaciones y retos de la vida real”.
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Más allá de toda esta montaña de acusaciones hay un territorio inocultable de méritos que sobresalen en la compleja exposición filosófica de Martin Heidegger.
No en vano es tan decisiva la influencia de sus exploraciones y sus conclusiones en campos tan disímiles como la arquitectura, el diseño, el ecologismo, el psicoanálisis, la psicoterapia, la teoría literaria, la social y la política, el arte y la estética.
Es decir, ninguna acusación ha bastado para ensombrecer ni un ápice su obra. La pregunta “por el sentido del ser” que instala Heidegger como pilar de su reflexión estaba ciertamente, como él lo advierte en Ser y Tiempo, olvidada desde Platón hasta Hegel.
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Martin Heidegger, es cierto, se ocupa del ser, pero no de la manera como lo hicieron los existencialistas.
Así lo expresa él mismo: “Acaso tenemos hoy una respuesta para la pregunta acerca de lo que queremos decir con la palabra ‘siendo’? En absoluto. Y, por lo tanto, lo que toca ahora es volver a plantear la pregunta por el sentido del ser”.
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Nacido el 26 de septiembre de 1889 en Messkirch, Baden (Alemania), en la Selva Negra, Martin Heidegger vivió y fue más que testigo la mayor parte del convulsionado siglo veinte. Falleció el 26 de mayo de 1976 en Messkirch, la misma aldea donde nació. Allí yace en el cementerio católico. El epitafio en su lápida dice: ‘Ir hacia una estrella. Solo eso’, sentencia que alguna vez pronunció.

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Próximos volúmenes:
Baruch Spinoza: 21 de diciembre
Jean-Jacques Rousseau: 28 de diciembre.
Filosofía helenística: 4 de enero de 2018.
Hannah Arendt: 11 de enero.
G. W. F. Hegel: 18 de enero.
Ortega y Gasset: 25 de enero.
FRANCISCO CELIS ALBÁN
EDITOR EL TIEMPO
Diana Rincón
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