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Música y Libros

'Ser colombiano es más importante que recibir un Grammy': Piero

Piero nació en Gallipoli (Italia), pero a los 3 años llegó a Argentina, donde creció y se hizo músico.

Piero nació en Gallipoli (Italia), pero a los 3 años llegó a Argentina, donde creció y se hizo músico.

Foto:Archivo particular

En 1994, el presidente Samper le otorgó la nacionalidad y en 2016 fue nombrado embajador de paz.

Ahora es él quien camina lerdo, como perdonando el viento. Aún medio adormilado, entra a la cafetería de un hotel de clase ejecutiva de la cadena Hilton, donde lo hospeda su disquera.
Tenía 24 años cuando le cantó ‘Mi viejo’ a su padre. Acababa de escribirla. Tenía la mano caliente y no se aguantó las ganas de ir corriendo a enseñarle su nueva composición al hombre que la había inspirado. Aún no llenaba estadios ni había lanzado al mercado su disco más vendido, la ‘Sinfonía inconclusa en la mar’. Su padre, que no tenía siquiera medio siglo de vida encima, comenzó a llorar al escuchar la primera estrofa. Hubo un silencio incómodo al final de la canción.
“Papá se paró y me dijo: ‘¿Quién camina lerdo? La puta que te parió’ ”.
La anécdota me la contó al mediodía y volvió a contarla por la noche, en la tarima de un bar ‘hipster’ en Bogotá, donde presentaba su nuevo disco, ‘América’ (Sony), ante unas 40 personas que coreaban las clásicas ‘Llegando llegaste’, ‘Si vos te vas’ y, por supuesto, ‘Mi viejo’.
Pascual de Benedictis, su viejo, estuvo ausente durante los años en que Piero gateaba y aprendía a caminar.
“A los 3 años yo le preguntaba a mamá dónde estaba papá. ‘Papá está en ‘l’América’ ’, me decía ella. Y dónde es ‘l’América’, preguntaba yo. ‘Tenés que ir a la estación y tomar el tren hasta Génova. En Génova, un barco hasta Buenos Aires. En Buenos Aires vive él’. Un día mi madre me fue a recoger al jardín infantil y no me encontró. Me empezó a buscar por todo el pueblo”.
Gallipoli queda en el empeine de la bota itálica. Su centro histórico es más antiguo que Roma. En ese pueblo costero a orillas del mar Jónico nació Piero en 1945, dos semanas antes del fusilamiento de Mussolini. Una planchadora amiga de su madre lo vio caminando frente a su puerta y le preguntó adónde iba.
“A ‘l’America’ –le dije–. Voy a la estación, luego a Génova y después tomo el barco. ‘Espera que termine de planchar y vamos juntos’, me dijo ella para atajarme. Cuando mi madre me encontró, yo estaba comiendo una vianda que me dio la señora”.
Al poco tiempo zarpó en un barco de nombre Brasil, con su madre y su hermana. Luego de un trayecto de 15 días, llegaron a Banfield. En esa ciudad de la provincia de Buenos Aires se reencontró con su padre.

El éxito

En 1964 lo invitaron a cantar en un programa de televisión: ‘Remates musicales’. Aquella fue su primera presentación pública.
“Fue una locura. A la salida firmé autógrafos y mi tío italiano no entendía por qué todos me reconocían en la calle”.
Y su primer disco, ‘Si vos te vas’, también fue una locura...
“Mi primer disco lo viví como una vorágine. Se empezó a vender como pan caliente”.
Según los cálculos del periodista Nilton Torres, quien lo entrevistó hace algunos años para el periódico peruano ‘La República’, la canción que mayor reconocimiento le ha reportado a Piero va por las 300 versiones. En YouTube, ‘Mi Viejo’ aparece cantada sobre pistas de salsa, charanga, ranchera y cumbia, entre otros géneros. Vicente Fernández, Nicola di Bari y Lucho Gatica fueron algunos de sus intérpretes más celebres. La letra la compuso con su amigo José Tcherkaski en un tiempo récord de diez minutos. Después, ya sabemos lo que sucedió: millones de personas alrededor del mundo se la han dedicado al padre o la han escuchado, con lágrimas en los ojos, en memoria del viejo. Hoy, los hijos de Piero (Juan, Giuliano y Fiorella) podrían dedicársela a él:
Viejo, mi querido viejo,
ahora ya camina lerdo,
como perdonando el viento…
En la entrevista con Nilton Torres, Piero dijo: “Yo tengo claro que uno tiene la edad que se vive en la cabeza, solo hay que cuidar el envase para que no se eche a perder”.
Y el envase de Piero luce bien, pese a las canas y los kilos que ha ganado en los últimos años. Conserva su característica melena crespa y prefiere usar tenis y chaquetas deportivas que trajes de señor.
Al éxito de ‘Mi viejo’ le siguieron letras con las que se ganó el título de “autor de canción protesta”. Cuando la represión y la censura hacían de las suyas en Argentina, decidió grabar un disco que abriría un paréntesis en su vida: la ‘Sinfonía inconclusa en la mar’, un fenómeno musical con el que a muchos latinoamericanos nos arrullaron en la cuna.
“La sinfonía en la mar se la debo a los militares de Argentina, que me prohibían cantar ‘Los americanos’, ‘Que se vayan’, ‘Copla de mi país’. Entonces, hice dos discos que no pudieran prohibir”. El otro fue ‘Folklore a mi manera’, una fusión con roqueros, tangueros y folcloristas que grabó en los estudios de la RCA Víctor, en Buenos Aires.
La sinfonía la grabó con Alejandro Mayol, un sacerdote que conoció en sus años de seminarista y que tenía un repertorio que les encantaba a los niños.
“Es mágico ese disco. Está grabado con chicos. Y hay algo que te despierta. Yo regalo mucho ese disco. Mi otorrinolaringóloga tenía mellizos sietemesinos que no pesaban ni un kilo. Le di el disco y esos gritos y chillidos y juegos de los chicos que se escuchan les llegaron a los sietemesinos de una manera curativa, increíble. El padre me llamó y me dijo: ‘Piero, mis hijos no caminaban, no se paraban. Ahora saltan, bailan, cantan, se expresan gracias a ese disco que está puesto todo el día en casa’ ”.

El exilio

El mismo año en que una junta militar comenzó a sembrar el terror en Argentina (1976), Piero tomó dos decisiones: escapar del asedio al que estaba sometido por cuenta del contenido de sus canciones y no volver a cantar.
“Mi hermana salía con el hijo del comisario de la policía federal. Un día mi cuñado encuentra mi nombre en una lista que estaba en la comisaría y le dice a mi hermana que me tengo que ir esa misma noche antes de que me chupe la policía. Como a las 8 de la mañana me escondo en casa de dos actores. A los diez minutos, desde el piso 14 donde vivían, vi un Ford Falcon sin placa al frente de mi edificio. Entraron, rompieron, robaron, saquearon mi casa. Se llevaron todo, hasta mi colección de guitarras”.
Un grupo de amigos lo despidió en el aeropuerto de Ezeiza. Su exilio forzado duró casi cinco años: “En España viví en un molino especial para exiliados. Allá también vivió Daniel Samper Pizano cuando se fue de Colombia. Leí todo lo que no podía leer antes. No quería cantar más. Mi pacto conmigo fue: ‘Dejo todo y voy reeligiendo lo que realmente quiero’. La guitarra quedó quieta dos años”.
Además de España e Italia, vivió en Bogotá: “Viví en La Candelaria una época, en medio del exilio. Simón Vélez, el arquitecto, me dejaba su casa por unos días. Me encantaba toda la onda Candelaria, todos los personajes, los artistas, los pintores, todo ese mundo que tenía tanta fuerza”.

La crisis

Mariano se llamaba su primer hijo. Murió de muerte blanca, de muerte súbita. Tenía 40 días. Esa pérdida lo llevó a explorar en el psicoanálisis.
“Al año de estar en terapia, la psicóloga me propone trabajar con ácido lisérgico (LSD). Fue una experiencia muy interesante. Sentí un montón de cosas que tenían que ver con el presente y el futuro. Cosas que no te podría contar. Pero todo eso fue con el mayor cuidado, con la mayor conciencia y seriedad. La mayoría de la gente lo hace para evadirse. Yo usé el ácido para meterme en la realidad”.
Una mujer fundamental en su vida fue la famosa gurú Indra Devi, su guía espiritual. Hablaba 12 idiomas. Fue amiga de Gandhi, de Krishnamurti, de Tagore. Le enseñó yoga a Menujin, el violinista, y a Gloria Swanson, la diva del cine mudo. Murió a los 103 años. Con ella, Piero grabó un casete en un socavón de una pirámide de Egipto a mediados de la década del 80. Allí meditaron e improvisaron unas canciones mezcladas con mantras.
“Estuvimos un par de horas allí con dos grabadorcitas. Yo estaba sintiendo un chorro de energía. Y a ella la agarró un ataque de llanto. Estábamos muy sensibles. Su lema era ‘amor y desapego’. Eso era todo: si yo te doy algo, no necesito que me digas gracias. El placer está en dártelo”.

Embajador de la paz

Una vez, regresando a Buenos Aires de una gira, les preguntó a su mánager y a los músicos: “Bueno, ¿y ahora qué hacemos? ¿Dónde está jodida la cosa?”. Alguien dijo: “Urabá”, y allá fue a cantar.
“Era una época densa. Fui en helicóptero con Álvaro Uribe, que era gobernador (de Antioquia). Ernesto Samper era presidente. Hicimos un concierto muy lindo en Apartadó”.
Fiel a su compromiso con las causas sociales, el año pasado se reunió en La Habana con ‘Pablo Catatumbo’, del secretariado de las Farc, y con un vocero del Eln en Medellín.
“Me fui a la cárcel Bellavista con la excusa de cantarles a los presos. Allá hablé con uno del Eln. ‘Prepará algo que yo lo transmito, pero no más de cuatro renglones’, le dije. Y tardaron bastante. Me dieron los cuatro renglones el día del plebiscito. Luego Santos me nombró embajador de garantía. Pero es como el Grammy: no busco eso”.

Primer Grammy

En el discurso de recibimiento del Grammy, un homenaje que la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación le rindió a finales del año pasado por sus más de 30 años de carrera, Piero recordó que cuando obtuvo la nacionalidad colombiana le dijo al presidente Samper que estaba honrado de recibirla, que para él era mucho más importante que un Grammy.
“Mi objetivo no es ganar un Grammy –afirma–. Mi objetivo es pincharte, molestarte, sacarte de la comodidad con alguna frase, con alguna canción. Prefiero eso a una palmadita”.
También prefiere estar en su casona de un piso en San Telmo, el tradicional barrio porteño, o en su oficina a cinco calles de su casa, o en el bar El Federal, a dos cuadras. O en la casa de campo que tiene desde 1982, “donde me borro por temporadas”, dice.
¿Y cómo va el libro que está escribiendo con una periodista colombiana? Pregunto.
“Es mucho trabajo de investigación. Es como un disco: vas hacia un lugar, pero después en el camino ves otras cosas. Tengo 71 años y descubro vidas dentro de mi vida que me había olvidado. En este libro me acuerdo de cosas de hace 50 años que ya las conté y capaz que ya las distorsioné, pero vos estabas ahí o tu padre estaba ahí, y él tiene otra memoria. Entonces, encontrás episodios, montones de cosas con las que me sorprendo”.
JORGE PINZÓN SALAS
Para EL TIEMPO
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