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Música y Libros

Colombia fue pionera en el uso del VAR

Árbitro Asistente de Video (VAR).

Árbitro Asistente de Video (VAR).

Foto:EFE

Así lo revela en este fragmento Nicolás Samper en su libro 'Lo que el fútbol se llevó'.

En el año 2000 se dieron cita en el estadio El Campín varios hinchas de Santa Fe. El partido pintaba para ser bien simpático porque cuando el Deportes Tolima pisa la cancha sagrada del fútbol bogotano, cuaja actuaciones más que dignas. El sol estaba pleno en el cielo y la tarde futbolera de esos tiempos daba siempre la alegría de poder ir a ver fútbol a las 3:30 p. m., no como ahora, cuando los horarios no los designa la costumbre sino las transmisiones de televisión.
Por ese tiempo, Santa Fe contaba en sus filas con un combo alentador que puso a soñar a su gente con la posibilidad de acabar de tajo con 25 años en los que no se podía ganar un solo título: allí estaban Édison ‘Guigo’ Mafla, aquel volante del Cali que cada vez que le pegaba a la pelota en un tiro libre era sinónimo de gol inminente; Jaír ‘Chigüiro’ Benítez, poseedor de uno de los mejores apodos de la historia del fútbol nacional y que hacía fiesta por sus vertiginosas escaladas por el sector izquierdo del campo; Leonel Rocco, arquero de nacionalidad uruguaya a quien sus compañeros le decían el Campesino Gomelo por su parecido físico con ese personaje humorístico que aparecía de vez en cuando en el programa Sábados Felices… y, en el comando técnico, el gigantesco Fernando ‘Pecoso’ Castro, viejo zorro del fútbol, campeón con Cali en 1996 y figura en cada uno de sus vectores: apareció como extra con parlamento en la serie El Chinche haciendo de sí mismo, fiel escudero de la escuela de Carlos Salvador Bilardo, quien fue su entrenador en el Deportivo Cali de finales de los setenta. Calentón pero querido, estaba alineado con la idea de que con ese combo podía levantar el trofeo del fútbol colombiano, y en ese camino iba con sus dirigidos.
Surgió el Tolima como adversario de ocasión, en momentos en los que el calendario futbolístico va hasta ahora por la mitad de su curso y esos partidos son importantes para solidificar la idea de colectivo.
La vaina pintaba bien: un centro desde la izquierda de Benítez encontró a Jeffrey Díaz, atacante guajiro de poca efectividad, en su mejor momento: se levantó por los aires y de cabeza venció la resistencia de Freddy ‘Chito’ Torres, arquero que se convirtió en pieza de mobiliario indispensable en el club de Ibagué durante años por sus buenos rendimientos. El portero voló lo que más pudo, pero la pelota lo superó, colándose en el ángulo inferior de su mano izquierda.
Apenas el balón traspasó la línea, Torres se levantó como un caucho, tocándose la extremidad derecha con su mano izquierda. El guardameta no paró de gritar hasta que logró la atención de Óscar Julián Ruiz, uno de los mejores réferis en el fútbol colombiano y designado para conducir las acciones de aquel encuentro. El reclamo del ‘Chito’ no era cualquier cosa: según su versión y la de los demás compañeros tolimenses, Jeffrey Díaz no cabeceó la pelota, sino que estiró su puño, que supo camuflar con el cráneo, para marcar la anotación que a todas luces era ilícita. Santa Fe, entre tanto, no se preocupaba y tras celebrar ruidosamente el tanto, regresaba a su sector de la cancha para tomar posiciones antes del saque de centro que le correspondía al Tolima por el gol recibido. Sin embargo, los pijaos seguían enfervorizados, casi fuera de sus casillas, por la mano de Jeffrey, y cada vez se hacía menos lejano el círculo vital de protección del árbitro Ruiz contra el rondo armado por el Tolima y que lo cercaba cada segundo un poquito más.

Según el 'Chito' Torres, Jeffrey Díaz no cabeceó la pelota, sino que estiró su puño, que supo camuflar con el cráneo, para marcar la anotación que a todas luces era ilícita

Y acá está ese granito de arena que hoy no hemos reclamado en cuanto al aporte nacional en la creación del VAR. Así como se dijo que la mamá de Prince era caleña, que Iggy Pop vivió en La Candelaria varios meses, que Franco Nero dejó un hijo botado en Cartagena después de grabar La misión y que el Barcelona multicampeón con Guardiola y la España vencedora con Aragonés y Del Bosque en Eurocopas y mundial tuvo el aporte de Shakira por estar casada con Gerard Piqué, habría entonces que decir que sí, que el amarillo, azul y rojo de nuestra bandera está correlacionado directamente con la asistencia tecnológica que se impone hoy en el fútbol.
Ruiz tomó una curiosa decisión: les pidió calma a los reclamantes porque se le había ocurrido una idea, y en ese momento el juez se fue trotando hasta el costado del campo, lugar en el que estaban ubicadas las cámaras de la transmisión del juego y varios monitores de la empresa de televisión Sky, dueña por esos tiempos de los derechos de transmisión del futbol profesional colombiano. Allí, impávido, sentado en una butaca, un encargado de ponchar tomas y que andaba sentado al lado del armatoste catódico se sorprendió cuando Óscar Julián se acercó hacia él y le pidió el favor de ver si podía devolver la cinta con el único fin de comprobar o desmentir la teoría del gol ilegal de Díaz. Y, claro, el encargado pulsó un par de funciones y oprimió el botón de rewind para mirar detenidamente la jugada en su totalidad. El cameraman puso play y se vio el centro desde la izquierda rumbo al área. La pelota por los aires buscaba a Jeffrey Díaz, que en efecto cerró su mano y con los nudillos golpeó la pelota: el gol no podía ser validado.
Volvió entonces Ruiz mientras aguantaba una catarata de insultos del entrenador de Santa Fe que le decía, con razón, que eso no se podía hacer. El árbitro echó hacia atrás lo que había pasado y les explicaba a los futbolistas que la mano de Díaz era muy clara en las tomas de televisión, que no lo indujeran al error.
En 5 minutos, Santa Fe, que lograba irse arriba 1-0, se encontraba con que la pizarra volvía al 0-0. La piedra del ‘Pecoso’ Castro era inmanejable: Insistía en que lo estaban despojando de un gol que no debió ser invalidado por el extraño método de Ruiz, más allá de haber sido hecho con la mano. Impotente, el buen ‘Pecoso’ diseñó pronto su corta venganza, que no fue contra el juez sino contra los de Sky: el entrenador dio la orden perentoria de que las porristas ubicadas en la pista atlética debían hacer pirámides y figuras frente a las cámaras. También, correr y atravesarse en pleno eje de cámara si era necesario, para así tapar los lentes de aquellos fisgones que capturaron las tomas del tanto y que, además, se las pusieron en bandeja al árbitro.
Aquel encuentro, para los que lo vieron en la casa, se recuerda como un juego sin planos cerrados y puro plano abierto.
La noticia empezó a sonar bastante en el mundo porque nunca jamás un árbitro había apelado a ese recurso. Ruiz recibió un regaño cordial, pero también una felicitación porque en sus manos hizo hasta lo imposible por impartir justicia, y a fe que lo consiguió. Desde ese instante se puso mucho más presente en la cabeza de los dirigentes y de los encargados del sanedrín arbitral la idea de apoyarse en la tecnología.

El árbitro echó hacia atrás lo que había pasado y les explicaba a los futbolistas que la mano de Díaz era muy clara en las tomas de televisión, que no lo indujeran al error

El humorista argentino Roberto Fontanarrosa, ¿un visionario?

En el capítulo ‘2018: Epílogo’, del libro Lo que el fútbol se llevó, Nicolás Samper menciona al reconocido humorista Roberto Fontanarrosa como uno de los que prefiguraron el VAR.
Este es un fragmento: “Ya el fútbol no va a ser lo mismo que el de siempre. Habrá que referirse a este deporte con otro nombre, con otro calificativo bien distinto al de hoy, porque parece que lo que menos está importando es el fútbol mismo: las miradas parecen más pendientes de otros asuntos, como poner cámaras en todos lados y así reducir el margen de error (...).
Solamente hubo un hombre que vio venir esa sombra que se encargará de teñir de tedio y aburrimiento la manifestación deportiva que antaño llevaba el nombre de ‘fútbol’. Fue Roberto Fontanarrosa en 1990, y nadie pudo ser más visionario que él. (...)
La historia data de 1990, y el cuento lleva el título Fútbol y ciencia. Allí, al ‘Negro’ Fontanarrosa le da por echar la historia del sistema AUP, cuyas siglas corresponden a la germánica definición del arbipeissal und perspecktiven, inventado en Alemania y que era una torre con altura de 75 metros ubicada a 100 metros de un estadio donde se estaba disputando un anodino juego. Dentro de la torre había 127 cámaras de televisión y tres árbitros que observaban con cuidado cada una de las acciones que pudieran generar controversia y que han dictado largos relatos del fútbol. (...).
Describió una especie de Gran Hermano, omnipotente, que vigilaría cada uno de los movimientos de los jugadores y con cornetas altisonantes mandaría a detener las acciones si es que se detectaba alguna maniobra que estuviera en contradicción con las leyes”.
Nicolás Samper
Especial para EL TIEMPO
(Cortesía Editorial Planeta)
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