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La mala hora de Meghan Markle en la casa real británica

Este martes, los flamantes duques de Sussex participaron de su primer compromiso oficial después de su boda en el castillo de Windsor, en donde la pareja del príncipe Harry tuvo que seguir rigurosamente el protocolo

Este martes, los flamantes duques de Sussex participaron de su primer compromiso oficial después de su boda en el castillo de Windsor, en donde la pareja del príncipe Harry tuvo que seguir rigurosamente el protocolo

Foto:Facundo Arrizabalaga / Efe

La duquesa se ha convertido en villana, a juzgar por la lluvia de especulaciones sobre su carácter.

Juan Carlos Rojas
Diva, insoportable y déspota. Solo seis meses ha durado el idilio que la prensa y los británicos sostenían con la actriz estadounidense Meghan Markle, oficialmente nuevo miembro de la casa real británica desde su poética boda con el príncipe Enrique el pasado 19 de mayo en el castillo Windsor. La Duquesa más mediática del reino pasa por sus horas más bajas. De un momento a otro, la ‘plebeya’ ha sido objeto de denuncias que hablan de un carácter complejo y de exigencias que han espantado a sus empleadas más cercanas. Incluso se ha filtrado la no muy buena relación con Kate Middleton, esposa del príncipe Guillermo, y la preocupación de la reina Isabel II ante ciertas actitudes de la consorte.
La llegada de Meghan a la familia real había supuesto, o al menos eso parecía, un nuevo aire para la corona. Desde el compromiso y la posterior boda, Meghan –según publicaba la prensa especializada– se había ganado el corazón de los súbditos británicos. Incluso se alabó el hecho de que poco después del enlace hiciera reír a la reina Isabel II mientras la acompañaba en un acto público. Es bien sabido que la nonagenaria monarca se ufana de no exhibir sus emociones, por lo que sorprendieron tanto las muestras de complicidad entre ambas.
La cosa fue más allá porque Meghan fue una de las invitadas de la reina a bordo del tren de la corona. La importancia de este asunto radica en que solo Isabel II, el duque de Edimburgo, el príncipe de Gales y Camila Parker tienen derecho a utilizar este transporte construido en 1840. Se necesita un nivel de intimidad muy elevado para acceder a semejante privilegio. A todo eso se sumaba el nivel de popularidad adquirido por la duquesa de Sussex. Sus gestos de cariño con la gente, su aparente sencillez, su vestuario, todo encandilaba a los británicos. Hasta ahora.
Ni siquiera el hecho del embarazo (dará a luz en la próxima primavera europea) ha impedido que comience a salir a la luz el lado menos glamuroso de la duquesa. Súbitamente, tanta admiración terminó en rechazo. De hecho, el príncipe Enrique la supera en aceptación. Según un sondeo que citan diarios españoles y elaborado por la empresa de investigación de mercado YouGov para conocer el índice de popularidad de los miembros de la realeza, Enrique es el mejor valorado con un 77 %, mientras que su mujer se ubica en el sexto lugar tras la reina Isabel II, el príncipe Guillermo, la duquesa de Cambridge (Kate Middleton) y el príncipe Felipe. Dice la encuesta que solo un 55 % de los consultados tienen una buena opinión de la californiana. De su marido, en cambio, destacan la sinceridad, la simpatía y el sentido del humor.

Los trapos sucios

La mala hora de Meghan comenzó cuando se conoció la repentina renuncia de una de sus asistentes personales, lo que causó un gran revuelo y una ola de especulaciones. Se sabe que la exempleada tiene 39 años, es francesa, se llama Melissa Touabati y trabajó para el cantante Robbie Williams. La prensa británica encendió las alarmas y, según fuentes consultadas por ‘The Daily Mail’, las cosas entre Meghan y Melissa acabaron mal. “Melissa ha hecho un trabajo increíble, pero lo mejor era que se separaran”, dijeron las fuentes. Touabati jugó un papel fundamental en la organización de la boda real.
Pero ella no es la única que le ha dicho adiós a la duquesa. Después de su partida se conoció la salida de Samantha Cohen, directamente enviada por la reina Isabel II para que ayudara a la entonces prometida de Enrique con el protocolo real. Cohen incluso había sido secretaria de la reina y trabajaba para Buckingham desde el 2001. Al cargo con los duques de Sussex había llegado para reemplazar a Edward Lane Fox, asistente personal del príncipe y quien también había renunciado. Estas tres salidas no han hecho sino alimentar los rumores sobre el mal carácter de Markle y el trato despectivo hacia sus empleados.
Los diarios sensacionalistas británicos han desatado una auténtica cacería en busca de filtraciones que den cuenta de la cara oscura de Meghan. Incluso, dos hermanastros ya arremetieron contra ella cuando se anunció la boda, calificándola de “interesada” y de estar haciendo “el papel de su vida”. Uno de los trapos sucios que se ventiló recientemente estaba escrito en el libro ‘Charles at seventy’, del biógrafo real Robert Jobson y en el que se cuentan varios episodios que no dejan en muy buen lugar a la joven duquesa. Jobson contó, por ejemplo, la tensión que se vivió durante los preparativos de la boda por la diadema que quería lucir la novia pero que la reina consideraba inadecuada. Sobre el famoso viaje en el que se las veía tan juntas y cómplices a las dos se ha sabido que hubo un detalle que incomodó a la monarca: Aunque sea una de las disposiciones del protocolo, Meghan no llevaba sombrero. Cosas de palacio. Jobson también relató que la situación empeoró con el mal humor del príncipe, quien, preso de la ira, lanzó una frase demoledora: “¡Meghan obtiene lo que Meghan quiere!”.

En conflicto con Kate

Lo último que se ha conocido del culebrón real es que la pareja dejará el palacio de Kensington, en la capital británica, donde viven junto con los duques de Cambridge. El palacio se encuentra en uno de los barrios más caros del mundo, fue construido en el siglo XVII y siempre ha estado ligado a la monarquía británica. Aquí nació la reina Victoria y vivieron Lady Di y el príncipe de Gales hasta la muerte de la princesa. Enrique y Meghan se trasladarán en 2019 a Frogmore Estate, en la hacienda real de Windsor, lo que, por supuesto, ha disparado los rumores. En los mentideros reales se comenta que esta decisión obedece a la mala relación de Markle con Kate Middleton, lo que a su vez ha empezado a alejar a los hermanos. Para contrarrestar las habladurías se anunció que Guillermo y Enrique pasarán la Navidad en familia junto a la reina en su residencia de Norfolk. Lo que ocurra durante esas fiestas de puertas para adentro será todo un misterio.
REDACCIÓN DOMINGO
Juan Carlos Rojas
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