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Gente

Ella ayudó a derrumbar estigmas sobre el sida

Al acercarse sin prevención y sin ningún tipo de protección a las personas con VIH / sida, ella les devolvió la dignidad a miles de ellas.

Al acercarse sin prevención y sin ningún tipo de protección a las personas con VIH / sida, ella les devolvió la dignidad a miles de ellas.

Foto:Carlos Santana / AFP

Su carisma y empatía natural con los más necesitados fueron la mejor arma de la princesa Diana.

Andrea Morante
París. Sobre la cabeza de la princesa Diana de Gales no solo se vieron fastuosas tiaras durante los eventos públicos que presidía la monarquía británica. También llegó a ponerse cascos y caretas antiesquirlas cuando se adentraba en territorios de desminado. Su estilizada figura lució por igual elegantes trajes de los más célebres diseñadores y no tuvo reparos en portar los chalecos de la Cruz Roja para visitar y acompañar en Angola y en Bosnia a las víctimas de las minas antipersonas, a los niños enfermos en Pakistán o a los refugios londinenses para personas sin techo.
Esos fueron algunos de los pasos que hicieron que Diana descendiera del cielo al suelo para convertirse en una de las primeras y más destacadas figuras públicas comprometidas con causas humanitarias.
Según explica Mulenga Hornsby, periodista internacional de la revista Hello! –miembro del Grupo Hola, que ha publicado varios especiales este año celebrando la vida de Diana–, en su corta vida pública, Diana llegó a apoyar a más de 100 fundaciones y organizaciones al servicio de poblaciones vulnerables, marginadas y desfavorecidas en todo el mundo. Una de las pruebas de ello es que unos 500 representantes de las organizaciones que ella había apoyado caminaron detrás de su cortejo fúnebre el día de su sepelio.
Entre ellos se destacaban, principalmente, los miembros de asociaciones de apoyo a enfermos de sida y de lucha contra esta enfermedad, pues esta fue una de las primeras causas benéficas con las que se vinculó. De hecho, es casi icónica una fotografía en la que se la ve saludando de la mano a un hombre contagiado con el virus, que data de 1987, cuando Diana visitó el Hospital Middlesex de Londres. Ese día, un famoso especialista que estuvo presente durante la visita, comentó: “Un apretón de manos de Diana vale por cientos de miles de nuestras palabras”.
No se puede olvidar que para entonces todavía había un velo y un sentimiento de terror frente a esta enfermedad: se creía que estar cerca, abrazarlos o darles un beso podía implicar el contagio inmediato. Diana, quien por supuesto estaba al tanto de que esto no era más que un mito, no tuvo ningún reparo en tocar –sin guantes– a las personas infectadas, y en un discurso se le oyó decir: “El VIH no hace que sea peligroso conocer a las personas, así que puedes estrecharles la mano y darles un abrazo. El cielo sabe que lo necesitan”.
Esto tuvo un impacto directo en el cambio de percepción de la sociedad con respecto al virus, ya que ese sencillo, pero muy significativo gesto, tuvo una enorme repercusión, pues ayudó a derrumbar los estigmas relacionados con las personas seropositivas.

El VIH no hace que sea peligroso conocer a las personas, así que puedes estrecharles la mano y darles un abrazo

En ese sentido es memorable un episodio que ocurrió en Canadá después de que Diana visitó un hospital en el que, como era habitual, saludaba, tocaba y conversaba con los pacientes con VIH / sida, y solo después de que ella estuvo allí, la familia de uno de los pacientes se atrevió a acercarse a él por primera vez. El periodista que relató esta historia dijo que “Diana le había devuelto la dignidad”.
Diana no tenía problema para abrazar y consolar a los necesitados, como a este paciente en una de la misiones de la Madre Teresa.

Diana no tenía problema para abrazar y consolar a los necesitados, como a este paciente en una de la misiones de la Madre Teresa.

Foto:Mitra Aloke / AFP

Nada presumida

No era solo carisma y simpatía lo que irradiaba Diana, sino también una verdadera empatía, lo cual permitía que la gente se conmoviera al recibir su apoyo y cariño. Hornsby asegura que Elton John solía decir que “ella tenía una manera de hacer sentir especial a la gente, porque era una celebrity, una verdadera princesa la que se estaba preocupando por ellos. Ella tocaba sin guantes enfermos de sida, de lepra y a los intocables de la India. Hoy en día es muy común ver a famosos como Angelina Jolie, Orlando Bloom y Meghan Markle haciendo este tipo de trabajo solidario, pero en aquel entonces muy poca gente famosa hacia algo igual”.
Aun así, eran tantos los prejuicios que se tenían que Diana debió explicar en repetidas ocasiones que solo estaba “tratando de demostrar, con un sencillo acto, que no se les debía rechazar”. De ahí que se lamentara constantemente de que “las personas con sida sufrieran el estigma y el miedo de los demás”.
Aunque su obra filantrópica tuvo como banderas esenciales la erradicación de minas antipersonas, la lucha contra el sida y el apoyo a quienes lo padecían, Diana prestó su nombre también para otras causas humanitarias, entre las que se destacan organizaciones de cuidados paliativos, para ayudar a las personas a morir con dignidad y de apoyo a los jóvenes cuyos padres o familiares se encontraban en la prisión.
Todo ello implicó una puja constante con las tradiciones de la familia real británica, pues para cuando se dio la separación del príncipe Carlos en 1992 y el posterior divorcio, Diana ya había puesto en marcha una serie de proyectos de caridad, los cuales, tras la ruptura y los escándalos, le daban sentido y razón de ser a su vida. No en vano afirmaba: “Nada me ha aportado más felicidad que tratar de ayudar a las personas más vulnerables de la sociedad. Es un objetivo moral y también una parte esencial de mi vida, una especie de destino. Cualquier persona afligida puede llamarme, iré corriendo a dondequiera que esté”.
De ahí que en 1995, mucho más osada, señalara en una entrevista para el programa Panorama de la BBC que le “gustaría una monarquía con más contacto con su gente”. Y como sabía que la monarquía no lo haría y que tenía una enorme influencia en la sociedad, se dio a la tarea de convertirse en una verdadera fuerza filantrópica.
“Ella era la Princesa del pueblo porque no presumía de su estatus, se acercaba a cualquier persona que encontraba en su camino. Recuerdo que entrevisté a la fotógrafa Jayne Fincher, la única chica entre todos los fotógrafos que la seguían a todos sus actos oficiales, y dijo: ‘Lo que distinguía a Diana era su talento natural para hacer que la gente se sintiera a gusto. Ya fuera el rey de Arabia Saudí o personas del pueblo, los trataba del mismo modo. Incluso los periodistas más duros se derretían con ella’ ”, comenta Hornsby.

Lo que distinguía a Diana era su talento natural para hacer que la gente se sintiera a gusto

Evidentemente, ese carácter abierto que le permitía pasar horas hablando con la gente y escuchando sus historias, visitando a los pacientes de los hospitales en la Navidad, a los ancianos, a los minusválidos y a los sin techo quedó registrado en cientos de fotografías y en kilómetros de cinta de video, lo cual le permitió a Diana comprender que los medios de comunicación eran un poderoso aliado para sus causas y campañas benéficas.
La princesa Diana visitó campos de minas en Angola. Ella fue embajadora de la campaña para la limpieza de estos artefactos.

La princesa Diana visitó campos de minas en Angola. Ella fue embajadora de la campaña para la limpieza de estos artefactos.

Foto:AFP

Las motivaciones

Los orígenes de su vocación de servicio se pueden rastrear desde su infancia, pues sus biógrafos cuentan que comprendió lo que significaba el sufrimiento desde la separación de sus padres, cuando era todavía una niña, a lo que se sumaron luego la bulimia y la depresión por su desdichado matrimonio. Es en ese sentido que aseguraba: “Soy una persona como cualquiera, yo sufro también, soy uno de ustedes. Y voy a luchar por ustedes”.
A raíz de ello, “Diana convirtió cada adversidad y dolor en una fuente de compasión por los demás”, asegura Hornsby.
Otro aspecto que no se puede olvidar es el hecho de que Diana había trabajado antes como auxiliar de guardería y, según su hermano menor Charles Spencer, siempre demostró un cariño especial hacia todos los niños, empezando por él.
Por supuesto, cuando Diana se convirtió en Princesa de Gales en 1981 nadie tenía idea de cuál sería su papel en la familia real, pues era muy joven, tenía solo 20 años, así que desde entonces su secretaria principal le ayudó a buscar causas relacionadas con los temas que le interesaban y se estableció un fondo para donar una parte de su dinero, según lo indica el sitio web The Diana Award, la única obra que lleva su nombre y que busca desarrollar e inspirar un cambio positivo en la vida de los jóvenes.
Paralelamente a esta, la princesa logró recaudar millones de dólares para caridad a lo largo de su vida, incluyendo la famosa subasta de sus vestidos. A propósito, Stephen Lee, director del Institute of Charity Fundraising Managers del Reino Unido, dijo: “Ninguna otra persona ha tenido tanto impacto en causas benéficas en el siglo XX”.

Siguiendo sus pasos

A lo largo del tiempo en el que Diana trabajó por estas causas humanitarias, invitó a muchas otras celebridades a acompañarla. Entre ellos, sus amigos el cantante Elton John –con quien trabajó codo a codo en campañas contra el sida– y Mario Testino. De hecho, este fotógrafo peruano, que hizo algunas de las fotos más famosas que se conocen de Diana, dijo que fue ella quien lo inspiró para hacer trabajo solidario.
Jon Bon Jovi, Angelina Jolie, David Beckham, George Clooney y Bono son otras de las celebridades que han seguido el ejemplo de Diana y que se han comprometido con el trabajo solidario. Pero mucho antes de que ellos fueran conocidos en el mundo del espectáculo, ya había sucedido otro evento mayor: un periodista cercano a Diana dijo que en los años 80 cuando los prisioneros en Robben Island, entre ellos Nelson Mandela, se enteraron de que la princesa había visitado y tocado la mano de enfermos de sida, ellos empezaron a acercarse a los prisioneros que padecían la enfermedad, pues había una marcada división entre reclusos con y sin ella.
Diana dijo en una entrevista con Martin Bashir de la BBC: “Espero que William y Harry sigan mi ejemplo, que traten de entender las inseguridades, emociones, angustias, sueños y esperanzas de los más necesitados”. Por eso, la princesa los llevó a las visitas que ella solía hacer y les enseñó que más allá de sus deberes reales, lo esencial era dar apoyo y cariño a los que no tenían a nadie a su lado.
Precisamente por eso es que ellos declaran, en uno de los documentales que hicieron este año para homenajear a su madre, que ella les hizo ver que había una realidad fuera del palacio. De ahí que William es actualmente el embajador de Centrepoint, una organización para jóvenes sin techo que apoyó su madre, y Harry sigue su campaña contra las minas antipersonas y en la lucha contra el sida, además de colaborar cada uno o juntos con otras causas sociales constantemente.
A propósito, Hornsby sostiene que al igual que su madre, Harry entiende el significado de un gesto, por ello se sometió a una prueba de sida delante de las cámaras para animar a los demás a que lo hicieran también.
Además, William y Harry, junto con Kate (esposa del mayor), tienen su propia fundación (The Royal Foundation of The Duke and Duchess of Cambridge and Prince Harry) que trabaja con organizaciones que ya tienen un impacto comprobado en sus respectivos campos. Varias veces se les ha visto juntos, con camaradería, participar en eventos, especialmente con niños y jóvenes.
Otro momento memorable de la generosidad de su madre lo vivieron sus hijos en días recientes, mientras preparaban el documental a la memoria de su madre, cuando el príncipe Harry conoció a dos de las últimas personas que vieron con vida a Diana y que son víctimas de minas antipersonas en Bosnia. Una de ellas le dijo: “Diana era una luz al final del túnel”, y la otra le expresó: “Ella era como un viento empujando hacia adelante. Cuando pensé que no podía más, me acordé de sus palabras: ‘Ustedes no serán olvidados’, dijo al salir”.
Después de su muerte, la campaña contra minas antipersonas ganó el premio Nobel y se creó el acuerdo de Ottawa, que limitó su uso.
MELISSA SERRATO RAMÍREZ
Para EL TIEMPO
Andrea Morante
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