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San Victorino: 'Somos el Corabastos de la moda'

Una muestra de lo que se vende en el GranSan.

Una muestra de lo que se vende en el GranSan.

Foto:Mauricio León / EL TIEMPO

El centro comercial GranSan realiza su octava Feria de la Confección Mayorista.

Dos veces por semana, los miércoles y sábados, desde tempranas horas de la madrugada, centenares de personas hacen fila en centros comerciales y bodegas ubicadas en el sector de San Victorino, en el centro de Bogotá. Esperan que las puertas se abran alrededor de la cuatro de la mañana para hacer compras. Y lo que compran son jeans, camisas, vestidos, chaquetas, zapatos, accesorios… por cantidades industriales.
Estas jornadas son muy famosas y se conocen como el Madrugón. Entre las 4 y las 10 de la mañana, una sola marca, relativamente pequeña, puede vender entre 400 y 600 prendas, que los compradores llevan para surtir sus boutiques y misceláneas o vendérselas a terceros. Es el mercado mayorista de la confección más grande de todo el país.
“Tenemos 11.200 empresarios que participan en los 28 madrugones que se llevan a cabo en el sector de San Victorino y alrededor de 5.000 más que tienen sus negocios establecidos en la zona”, comenta Yansen Estupiñán, gerente del GranSan, el centro comercial más grande del sector. A sus madrugones acuden 435 microempresarios que se acomodan en los pasillos del centro comercial para ofrecer sus productos, más los 702 marcas que tienen locales allí, y que llevarán a cabo la feria mayorista la próxima semana (ver nota anexa).
“Por eso digo que somos el Corabastos de la moda: abrimos el centro comercial temprano y la gente viene con su ‘carrito de mercado’ y comienza a echarle los jeans, las camisas, los zapatos, todo lo que necesita por docenas, por curvas, como si fueran artículos de primera necesidad, y luego se van a venderlos en la provincia cundiboyacense, a los Santanderes, hasta Nariño y Ecuador. Ellos vienen a hacer mercado de prendas”, dice Estupiñán.
Si Bogotá es el centro de producción y comercialización de la moda colombiana, pues concentra el 38 por ciento del mercado nacional, San Victorino es el corazón palpitante de este mercado, y gran parte de las más de 50.000 empresas dedicadas al sector textil-confección-moda registradas en la Cámara de Comercio de Bogotá sin duda están relacionadas con las marcas que se venden en este mercado mayorista, que depende en gran medida de talleres satélites para la producción.
Es el caso de la marca Glox, de Gabriel Pontón, que produce 8.000 pantalones de dril para mujer cada mes, los cuales vende desde hace 12 años en el GranSan, donde tiene tres locales. Aunque tiene una fábrica con 30 personas, no dan abasto, por lo que cuenta con el trabajo de seis talleres satélites, especialmente cuando llega la temporada alta (de octubre a diciembre), época en la que producen hasta 60.000 prendas.
Lo mismo hace Edith Blanco con su marca Chocolate Jeans. “Nosotros nos encargamos del corte, y la terminación y la confección se la damos a talleres satélites”.
La mayoría de talleres son famiempresas ubicadas en Ciudad Bolívar, Cazucá, Usme, San Cristóbal, Fontibón y Patio Bonito. “En esas casas, uno ve trabajando a la pareja de esposos, al abuelo, todos detrás de una máquina de coser”, dice Estupiñán, quien afirma que el sector produce unos 25.000 puestos de trabajo en toda la cadena.
Y las máquinas de coser de fábricas y talleres parece que no paran para poder satisfacer a una clientela que ya está acostumbrada a que cada semana le muestren productos distintos. “Sacamos prendas o colecciones nuevas cada cuatro días”, dice Gregorio José Rivera, con su marca Akyla Jeans, con cinco locales en el GranSan y dos en la periferia. Entre su fábrica con 30 empleados y cuatro talleres satélites, producen 14.000 prendas al mes, gran parte de ellas para exportación.
“A la mujer le gusta que le brinden modelos diferentes todo el tiempo. Por eso los diseñadores de las distintas marcas se la pasan mirando cosas en internet y viajan a las ferias para luego ajustar toda esa información de las tendencias con la creatividad nuestra. Hay tallas y prendas que se agotan rápidamente, por lo que toca producir rapidito”, agrega.
Hacer una nueva prenda es cuestión de detalles: quitar o poner un bolsillo, subir o bajar un par de centímetros la pretina, agregar uno o más botones, pegar un tache, coser una lentejuela, cambiar una cremallera, meter un hilo de color… Los comerciantes de San Victorino son la muestra de la pronta moda: prendas actuales, a precios asequibles, respuesta rápida a lo que quiere el consumidor y un surtido variado todo el tiempo.
“Es impresionante ver cómo cada semana llegan colecciones nuevas al GranSan con algunos toques de moda bien interesantes. Es pronta moda, pero siempre están actualizados con las tendencias. Estos comerciantes hacen parte fundamental del famoso ciclo de la moda, donde las tendencias se democratizan al final de la cadena y se masifican”, comenta la experta en moda Pilar Luna, directora de contenidos de Código Malva.
Creatividad, calidad y precio son los argumentos que más esgrimen los comerciantes de San Victorino para invitar a los colombianos a que compren allí. Sin embargo, la razón de más peso es que todo es producto colombiano.

El ‘jean’ levanta cola

Aunque en el sector de San Victorino se ofrecen ropa de hombre, de mujer, de niños, lencería y hasta vestidos de baño, el fuerte de este mercado mayorista es sin duda el ‘jean’ levanta cola.
“Es el de mayor demanda y, lo mejor, es un invento de nuestros diseñadores. El secreto es que horma perfectamente la figura femenina colombiana, la realza. Y no lo han podido copiar”, dice Estupiñán.
La mayoría de prendas que se venden en este sector cuestan entre 40.000 y 50.000 pesos, que dejan un gran margen de ganancia, incluso a quienes venden por catálogo, otro exitoso canal de venta de este sector.
NATALIA DÍAZ BROCHET
Editora de EL TIEMPO
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