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Cine y Tv

Los secretos de ‘La estrategia del caracol’

Según calcula su director, el costo de hacer 'La estrategia del caracol' hoy sería de US$ 2,5 millones, por el número de actores y locaciones.

Según calcula su director, el costo de hacer 'La estrategia del caracol' hoy sería de US$ 2,5 millones, por el número de actores y locaciones.

Foto:Archivo particular

Reproducir Video

Una película emblemática del cine colombiano cumple 25 años de su estreno y 30 años del rodaje.

“Las películas no se abandonan, eso es como abandonar un hijo”.
Con un gesto de enfado, Gabriel García Márquez encaró así al cineasta Sergio Cabrera, con quien estaba cenando en casa de su amigo común Álvaro Mutis, en Ciudad de México, a comienzos de 1993. Gabo estaba intrigado por una historia que le había contado Cabrera hace varios años en La Habana, y que se convirtió luego en ‘La estrategia del caracol’.
Su reparo obedecía a que, en ese momento, la falta de presupuesto tenía estancada la película. “Abandonada”, en palabras de Cabrera. Su rodaje había coincidido con la liquidación de la empresa estatal de cine, Focine, y el dinero prometido para finalizar la posproducción nunca llegó. Era insólito, pero la película que estaba destinada a partir en dos la historia del cine colombiano dormía en una bodega de Bogotá desde hacía tres años.
— “¿Y se puede ver?”, preguntó el nobel colombiano.
Esa pregunta cargada de curiosidad precipitó el final feliz de una idea que hasta entonces seguía siendo un proyecto inconcluso y que, como las buenas cosas de la vida, se había madurado con el tiempo.
Y con EL TIEMPO.
En efecto, una noticia publicada el 31 de enero de 1975 en la página Última C, de EL TIEMPO, fue la inspiración del director Sergio Cabrera para escribir el guion, que solo vino a estrenarse dos décadas después.
Esa historia también es de película. Era 1975, el mismo año en el que la más llamativa de las pocas cintas que se filmaban en Colombia era ‘Los jaguares contra el invasor misterioso’. Cabrera estudiaba cine en Londres y había decidido que esa era la vocación de su vida. En la capital británica, analizaba la corriente del neorrealismo italiano, que utilizaba como fuentes las anécdotas de la vida real, muchas de ellas sacadas de los diarios.
Por eso, el cineasta insistía en que le enviaran desde Colombia periódicos con el acontecer nacional, junto a su ración obligada de arequipe y obleas. El recorte que llamó su atención se titulaba ‘Se evapora’ inquilinato’, y narraba cómo en un viejo caserón de la ‘calle del cartucho’, en Bogotá, “en menos de doce horas, paredes, techos, puertas y hasta los cimientos desaparecieron sin que los vecinos se dieran cuenta”.
De inmediato, la memoria de Cabrera viajó muy lejos, pero no a su primera infancia en Colombia, sino hasta China, donde vivió en la adolescencia y recibió toda la instrucción escolar destinada a los discípulos de Mao Zedong. “Cuando leí el periódico, pensé que ahí había una historia –evoca Cabrera–. No solo por el artículo, sino porque durante la Revolución Cultural china, nos ponían a leer tres obras que Mao había seleccionado para empujar el comportamiento revolucionario, y una era ‘El viejo tonto que movió las montañas’ ”.
Se trata de la fábula de un campesino que ve perdidos sus cultivos porque les hace sombra una montaña. Así que decide atacarla con pica y pala para abrirle paso al sol. Cuando su vecino se burla de él, le responde: “Quizás yo no lo consiga. Pero si mis hijos y los hijos de mis hijos, y los nietos de mis hijos seguimos cavando, algún día haremos desaparecer la montaña y el sol llegará a mis cultivos”.
Es claro que la mente del cineasta colombiano estaba habitada por las utopías, la perseverancia del pueblo chino y la importancia del trabajo colectivo. Ese fue el germen de ‘La estrategia del caracol’. “La película tiene un fondo filosófico que creo que la hace interesante –dice hoy, más de 40 años después de esa epifanía original–. Habla sobre la solidaridad, que es una virtud sospechosa: la justicia la ve con malos ojos. Mi interés principal era hacer una historia sobre la importancia de ser creativos filosóficamente, ideológicamente, prácticamente, que en vez de afrontar los problemas como se hizo en el pasado, encontremos formas propias de hacerlo”.

Una idea que hasta entonces seguía siendo un proyecto inconcluso y que, como las buenas cosas de la vida, se había madurado con el tiempo

Guiones a ocho manos

La inquietud de García Márquez por no abandonar la película lo trajo a Bogotá. Quince días después de la cena en México, el escritor llegó al atardecer a la oficina de Cabrera en la productora Crear TV, donde había una moviola. Este aparato obsoleto, que ningún ‘millennial’ debe de reconocer, servía para sincronizar los rollos de película de nueve minutos con los de sonido, y así ensamblar trozos hasta el final.
Por supuesto, este trámite engorroso espantó al hombre más famoso de Colombia, quien había entendido que se trataba de un cortometraje y al ver el cerro de 15 rollos de imagen y 60 de sonido advirtió que solo disponía de un par de horas, porque en la noche tenía invitados importantes en su casa.
“Como al cuarto rollo –dice Cabrera y sonríe–, Gabo pidió un teléfono y le habló a su esposa: ‘Llama a los invitados y cancela lo de esta noche, que estoy viendo una película y me está gustando mucho’. Cuando oí eso, respiré aliviado”. Gabo se quedó como hasta las 11 de la noche y su comentario final aún lo guarda en su corazón el actor Humberto Dorado, quien además había sido coguionista: “Es la primera película que veo escrita en colombiano”.
Dorado había llegado al equipo por haber escrito el guion del debut cinematográfico de Cabrera, ‘Técnicas de duelo’ (1988).
El director lo había invitado a meterle mano al texto que habían escrito el periodista Ramón Jimeno y el propio Cabrera, mucho tiempo atrás. Al principio dudó, por el trabajo juicioso que habían hecho los primeros guionistas, pero se decidió gracias a la insistencia del director y por seguir el ejemplo del dramaturgo español Ramón del Valle-Inclán, tal y como lo relató Dorado en un libro: “A la pregunta de cómo escribía sus obras de teatro, Valle-Inclán respondió: ‘Yo hago una lista de los personajes y luego dejo que ellos hagan lo que les da la gana’. Cuando recorrimos las calles del barrio de Santa Bárbara-Centro, que había sido el barrio de mi infancia, fueron surgiendo los personajes –como apariciones redivivas y reales–, y literalmente se metieron vivos en este, el guion cinematográfico de ‘La estrategia del caracol’ ”.
La magia envolvía cada avance del proyecto. El guion inicial se había escrito por fax entre Nueva York y Bogotá, donde vivían respectivamente Jimeno y Cabrera. Ese texto ganó el concurso nacional de guiones, y luego se mejoró con los aportes de Dorado y el escritor argentino Jorge Goldenberg. Lamentablemente, la magia suele estrellarse contra la realidad: al comenzar el rodaje, una funcionaria de Focine advirtió que debían filmar el mismo guion que había ganado el concurso y no algún otro mejorado. Esa fue la razón para que en las locaciones siempre hubiera dos guiones: el real, que se estaba filmando, y el viejo, por si se aparecía la funcionaria.
No fue el único tropiezo con la burocracia. Algún gerente de Focine quiso cambiarle el nombre cuando ya estaba rodada: pretendía bautizarla ‘Desahucio en el barrio latino’. Pero el peor escollo vino cuando desapareció Focine, que se había comprometido a financiar la producción y apenas había desembolsado cerca del 30 % de lo acordado.
Cabrera no lo olvida: “Hablé con los productores (Salvo Basile y otros asociados) y decidí que prefería tener media película a no tener nada. En preproducción, ya habíamos gastado lo que nos dieron, así que decidimos rodar hasta donde alcanzara”.
Basile hoy se ríe con su carcajada de trueno, pero en ese momento sufrió, agotó su tarjeta de crédito, la de Cabrera y la de la hermana del director, y ni siquiera así cubrió los costos. Habló con los técnicos y les dijo que no tenía cómo pagarles y aún faltaban tres semanas de las ocho de rodaje.
“Cuando suspendimos el rodaje en la quinta semana –retoma el director–, le pedí a mi papá (Fausto Cabrera, quien hace el papel de Jacinto) que no se cortara la barba tipo Carlos Marx, porque no sabía cuándo podíamos volver a comenzar. Mi mamá me regañaba: ‘A ver cuándo terminas la película, que no me aguanto a tu papá con esa barba’. Pasaron seis meses antes de reanudar”.
“La película la terminamos por un milagro –agrega Basile–. De Focine nos ordenaron suspender la filmación, y yo soy el único productor del mundo que tiene una glosa en la Procuraduría por haber terminado el trabajo para el cual lo habían contratado”.
Incluso, una marca automotriz terminó pagando una escena y hasta hoy no se sabía: “Me puse a hacer comerciales para financiar la película –confiesa Cabrera–. Y me llamaron para hacer el de un vehículo, cuyo dueño era un rico que desde su mansión silbaba para llamar al carro, y este recorría la ciudad hasta llegar a sus pies. Yo necesitaba esa casa con el fondo de la ciudad para mostrar al rico de la película (el doctor Holguín) como un señor feudal. Efectivamente, rodamos el comercial con el mismo equipo, y apenas se fueron los de la agencia, pasamos de largo toda la noche y la mañana filmando para poder entregar la casa a tiempo, al día siguiente”.
Con trucos similares a los que aplican los personajes de ‘La estrategia del caracol’, se cumplieron las ocho semanas de rodaje, pero se acabó la plata de todos para pagar la posproducción. Cabrera guardó los rollos en una bodega y dio por muerta la película. Hasta que apareció Gabo.

El éxito como estrategia

El escritor de Aracataca vio la película un viernes. El lunes siguiente hizo algunas llamadas y el martes una productora mexicana estaba contactando con Cabrera. En poco tiempo, se sumó la embajada de Francia, que ayudó a conseguir los 300 mil dólares que faltaban para finalizar el sonido y la posproducción.
No contento con eso, García Márquez le escribió al cineasta italiano Gillo Pontecorvo, quien por entonces era el director del Festival de Cine de Venecia y había estado en Cartagena. Le dijo que había una película colombiana que debía ver, y quince días después, ‘La estrategia del caracol’ fue invitada a ese prestigioso encuentro.
“Aunque no estaba en competencia, fue el evento más importante del festival, todo el mundo hablaba de la película, fue muy elogiada. Al final de la proyección en la Gran Sala, hubo siete minutos de ovación”, se ufana Cabrera.
A partir de esa exhibición, comenzó una cascada de éxitos sin precedentes en el cine nacional, hace exactamente 25 años. En Venecia también la vio el productor Sandro Silvestri, quien terminó vinculado a la película, compartiendo créditos de producción con Salvo Basile.
Su participación terminó en controversia: Basile lo defiende y dice que salvó la película. Pero las autoridades del cine colombiano lo acusan de haber abusado de su poder, haciendo firmar contratos que lo favorecían.
El caso es que terminó como distribuidor mundial de ‘La estrategia del caracol’, y en esa labor tuvo éxito: en España, estuvo en cartelera por once meses. Humberto Dorado recuerda que todavía ostenta un récord en una sala de Madrid por haber sido la película extranjera de mayor duración y siempre agotando boletería. En Italia, duró más de seis meses en exhibición; en Alemania, cuatro. En Francia, en Argentina. Todavía hoy su director se sorprende de ser reconocido en lugares insospechados:
En China me propusieron hacer una versión local y me pareció interesante, porque en la vida real es muy común que suceda eso. Están desalojando gente en los barrios antiguos para construir edificios, y por eso les interesó a algunos productores. Luego, creyeron que no pasaría la censura y pensaron ubicar la película en 1936. Yo soy muy de dejarme llevar por el viento, saco adelante mis proyectos, pero no estoy llamando ni preguntando”.
Hace dos semanas, Cabrera estuvo revisando material inédito en la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano y encontró que ‘La estrategia del caracol’ le sigue deparando sorpresas. En una toma descartada, leyó en la claqueta del primer día de rodaje la fecha de octubre de 1988: su película, que hace un cuarto de siglo estrenó la sala del Centro Andino en Bogotá y que el 25 de diciembre de 1993 tuvo su estreno nacional, también está cumpliendo treinta años del rodaje.
En pocas semanas comenzará la restauración digital de la película, que todavía sigue dando guerra. Como si quisiera hacer coro con la última frase del guion, pronunciada por Fausto Cabrera: “Que ha sido nuestra ilusión toda la vida y que falta todo por hacer”.

Con trucos similares a ‘La estrategia del caracol’, se cumplieron las semanas de rodaje, pero se acabó la plata para pagar la posproducción. Cabrera dio por muerta la película. Hasta que apareció Gabo

Reparto de lujo

Los actores que protagonizaron ‘La estrategia del caracol’ solían trabajar con Sergio Cabrera y eran estrellas en la televisión de los 90, como Frank Ramírez (el ‘perro’ Romero), Florina Lemaitre (Gabriel / Gabriela), Fausto Cabrera (Jacinto), Humberto Dorado (Víctor Honorio Mosquera), Delfina Guido (Misiá Trinidad), Víctor Mallarino (Doctor Holguín), Luis Fernando Múnera (Gustavo Calle Isaza), Vicky Hernández (Doña Eulalia), Carlos Vives (el periodista), Salvo Basile (Matatigres), Gustavo Angarita (Fray Luis), Jairo Camargo (policía) y Marcela Gallego (Gloria), entre otros.

Ganó premios por doquier

La sucesión de premios que obtuvo la película, luego de la cálida recepción en la ‘Mostra’ de cine de Venecia (septiembre de 1993), es impresionante:
El 2 de octubre, conquistó el Gran Premio del Festival de Biarritz (Francia), junto con el del público y el de la Confederación Internacional de Arte y Ensayo. El 30 de octubre, la Espiga de Oro de la Semana Internacional del Cine de Valladolid (España), además del premio de la Juventud y el del público; el 27 de noviembre, el Colón de Oro del Festival de Huelva (España) y el de la Asociación Internacional de Cine-Clubes. El 11 de diciembre, el Coral de Plata del Festival de La Habana, en el que obtuvo otros dos trofeos.
Y al año siguiente fue premiada en el apartado de Nuevo Cinema, del Festival de Berlín, y en el de Bogotá. En 1995 también estuvo nominada en los premios Goya, el ‘Óscar’ del cine español, como mejor película extranjera de habla hispana.

Usted puede participar en el homenaje

El próximo 7 de noviembre, el teatro Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá acogerá el tributo a los 25 años del estreno de ‘La estrategia del caracol’, organizado por Proimágenes Colombia, Idartes, la Cinemateca Distrital, la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano y la Casa Editorial EL TIEMPO.
En un conversatorio, Sergio Cabrera, Humberto Dorado, Florina Lemaitre y Ramón Jimeno recordarán anécdotas de la producción, explicarán cómo se hicieron sus escenas más recordadas y contarán detalles desconocidos.
Si bien no se exhibirá la película completa, se presentarán materiales que ni siquiera el propio Cabrera había visto: una grabación detrás de cámaras, que permanecía olvidada, fue recuperada recientemente y permite admirar la intimidad del rodaje.
Además, se ofrecerán escenas que solo fueron vistas en el Festival de Venecia hace 25 años, y que luego fueron editadas por conveniencias logísticas: los distribuidores europeos pidieron recortar 12 minutos la cinta, para que pudiera rotar en cinco funciones en sus salas, en vez de las cuatro que permitía originalmente. Y, entre otras sorpresas, se dará a conocer una canción, también inédita, que grabó Carlos Vives para la película y no pudo ser incluida en el corte final.
JULIO CÉSAR GUZMÁN
EL TIEMPO
En Twitter: @julguz
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