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Cine y Tv

Austin, la ciudad que se resiste a ser como las otras

Los aficionados al cine tienen su paraíso en Austin, ciudad con salas gigantes, miles de videoclubes y estrellas y directores presentado las películas.

Los aficionados al cine tienen su paraíso en Austin, ciudad con salas gigantes, miles de videoclubes y estrellas y directores presentado las películas.

Foto:AFP

Los habitantes quieren que la capital de Texas mantenga su identidad caracterizada por la cultura.

Mantengan a Austin rara (Keep Austin weird) es el lema que un conductor de radio local pronunció una vez en su programa y la ciudad entera adoptó como símbolo de una resistencia cultural con la que sus habitantes están comprometidos.
Austin, capital del Estado de Texas (Estados Unidos), está viviendo un desarrollo económico y una transformación social que acarrea consigo el fantasma de la estandarización estética y cultural. Su área metropolitana es la de mayor crecimiento en Estados Unidos en los últimos siete años, cuando pasó de tener 1,72 millones de habitantes en 2010 a casi 2,12 millones en 2017, un incremento de más del 23 por ciento (según informa el Austin Business Journal).
La migración hacia esta ciudad tiene que ver principalmente con la oferta de trabajo, que creció un 3,4 por ciento el año último y 39 por ciento desde 2006, según Forbes.
La clave de este desarrollo es el nuevo auge de las empresas de tecnología, algunas locales como Dell y otras que instalaron recientemente oficinas, como Apple, Amazon y Facebook.
Pero hay la sensación de que la ciudad puede perder su identidad y comenzar a parecerse demasiado a otras de Estados Unidos. Y muchos no quieren que Austin pierda lo que la hace única: su espíritu progresista y su cultura.
Los dos faros de esa resistencia son la música y el cine. La Universidad de Texas, que tiene su sede en Austin, es una de las claves para la movida cultural de la ciudad. Los estudiantes contribuyen con su creatividad efervescente, desde la música, cine, literatura y otras artes.
En este contexto, la sede de la Austin Film Society es un sueño para cualquier cinéfilo. Ubicada en un pequeño centro comercial al aire libre, el complejo tiene dos salas dedicadas a proyectar películas que no tienen lugar en la cartelera comercial. El hall es un salón elegante, pero informal, con una boletería y barra para comprar cervezas, cócteles y snacks que se pueden disfrutar durante las funciones.
Hay mucho para ver en el hall, que incluye un pequeño negocio de libros y merchandising de películas, que se va llenando una hora antes de la función especial de Rebeldes y confundidos, una película filmada en Austin por nada menos que el fundador de la sociedad fílmica y padrino de la industria cinematográfica local, Richard Linklater.
El director de Escuela de rock y la trilogía que comenzó con Antes del amanecer nació en Houston, pero estudió en la Universidad de Texas y desde entonces Austin es su hogar y centro de operaciones. Después del éxito de su primera película, Slacker, filmada en las calles de la ciudad, los estudios de Hollywood pusieron sus ojos en él y así pudo rodar Rebeldes y confundidos. La película que presentó al mundo a Matthew McConaughey, talento local que se convirtió en estrella internacional con su sonrisa socarrona y acento texano, retrató con cariño a una Austin de los 70, con sus murales coloridos, bares y parques ideales para fiestas en las que abunda la cerveza.
A pesar de ser una de las grandes figuras del movimiento del cine independiente surgido en los 90 y tener múltiples oportunidades en Hollywood, Linklater no quiso abandonar Austin. Aquí es donde llevó a cabo su desafío más grande, 'Boyhood', la película que filmó durante 12 años en esta ciudad y alrededores, con otro hijo predilecto de la ciudad y habitual colaborador del director, Ethan Hawke.
Cuando recién empezaba su carrera, el director sintió que faltaba un lugar que reuniera a quienes amaban el cine. Por eso, en 1985 fundó con un grupo de amigos la Austin Film Society, que comenzó en un pequeño salón en un primer piso donde se hacían las proyecciones.
Hoy tiene dos magníficas salas en las que se realizan ciclos de cine independiente, internacional, clásico, estrenos y funciones especiales. Su aporte a la comunidad cinematográfica es aún mayor, ya que ofrece ayuda financiera a realizadores texanos a través de becas; tienen clases para jóvenes que quieren trabajar en cine; y administran los Austin Studios, un predio destinado a rodajes.
Para quienes hacen cine vivir en Austin les permite mantener cierta independencia al estar lejos de los grandes centros de California y Nueva York y contar con una comunidad en la que la mayoría de los cineastas colabora entre sí. Sin embargo, la independencia, que al fin y al cabo puede mantenerse en cualquier otro lado, no es la única ventaja.
Cuando no están filmando películas de presupuestos más acotados, los realizadores y técnicos tienen que vivir de algo y parte del crecimiento de la ciudad también se relaciona con la industria audiovisual, tanto de cine como de la televisión y los videojuegos.

Salas de cine ‘raras’

Además de exportar obras audiovisuales, Austin también es la cuna de un concepto de salas de cine que se está expandiendo por los Estados Unidos. Hace más de 20 años, Tim y Karrie League soñaban con ver películas en el cine mientras tomaban cerveza y comían; como no existía una sala en la que pudieran hacer eso, la armaron ellos mismos en un garage y así nació Alamo Drafthouse, que en la actualidad tiene sedes en varias ciudades incluyendo Nueva York, San Francisco y próximamente Los Ángeles. Pero el concepto no sólo se quedó en la posibilidad de consumir bebidas y comida en el cine sino que la programación también fue una respuesta a lo que no conseguían en las salas comerciales.
A diferencia de un museo o la misma Austin Film Society, la programación de Alamo Drafthouse tiene una veta más popular: hoy combina grandes estrenos comerciales con clásicos como Duna o Un príncipe en Nueva York; proyecciones de musicales como Grease para que el público cante durante la película; y hasta funciones de films tan malos que son divertidos, como The Room.
Esa idea de reírse de una mala película es la base del show cómico Master Pancake, que se realiza en Alamo Drafthouse. Al entrar a la antigua sala Ritz del centro de la ciudad el espectador siente que viajó en el tiempo a la era de gloria de los cines hasta que nota el detalle de que en la platea frente a las butacas hay unas barras de madera que funcionan como mesas.
Mientras se proyectan clips de películas clásicas, el camarero se presenta y explica que para pedir la comida y bebida durante la función hay que escribir el pedido con lápiz y papel y dejarlo en un lugar especialmente preparado sobre la mesa, así él puede ver la hoja blanca en la oscuridad y acercarse sigilosamente a buscarla.
Los únicos que tienen permitido hablar en la sala son los que componen el grupo de Master Pancake, ya que el show consiste en ver una película con los comentarios que los comediantes van haciendo en vivo. Burlándose sin piedad de films como Sin City, película rodada en Austin por Robert Rodríguez.

No hay Austin sin música

Austin se nombró a sí misma “la capital de la música en vivo” porque afirman que en ninguna otra ciudad del mundo hay tantos shows musicales por día. La autodenominación es dudosa, ya que es un dato difícil de comprobar, pero es cierto que resulta sorprendente la cantidad de músicos que tocan y cantan en los bares de la ciudad. Basta con caminar a eso de las siete de la tarde por la Avenida Congress, una de las arterias comerciales más importantes, para ir escuchando la música de bares y restaurantes.
Aún mayor es la concentración de bares con música en vivo que hay sobre la calle 6, que se convierte los fines de semana en una zona tan concurrida que se cierran algunas cuadras y se convierte en peatonal. El clima de la calle es de fiesta, con mucha gente joven y muchos que tomaron de más circulando por ahí, por lo cual puede ser demasiado para quien sólo quiere sentarse un rato a escuchar música, pero la oferta es abundante y diversa.
La relación estrecha de Austin con la música en vivo no es algo novedoso, está en su ADN y es parte esencial de la cultura que sus habitantes quieren preservar. Además de los múltiples shows musicales que se puede ver todos los días, la ciudad es la sede del programa de televisión dedicado a la música que más años lleva en el aire. Austin City Limits es un ciclo de conciertos de músicos destacados, que se estrenó en 1975 y sigue hasta el presente, en la cadena de televisión pública, PBS.
La longevidad y el éxito del ciclo derivó en una serie de shows que se realizan en el moderno teatro en donde se graba el programa y un festival de música que se realiza una vez al año, en octubre. El Austin City Limits Festival convoca a grandes nombres y mantiene la variedad de las propuestas. Las figuras de este año son nada menos que Paul McCartney, Metallica y el artista de hip-hop Childish Gambino, que no es otro que Donald Glover, actor de la serie Atlanta.
Como sucede con los músicos que participarán de este festival, juntar lo clásico con lo más nuevo parece ser parte de la fórmula que los habitantes de la ciudad para conservar lo que la hace auténtica y lo que los artistas que viven allí aman de ella.
El impacto de este evento con características únicas, demuestra la particularidad de lo que sucede en Austin: la cultura resiste pero busca formas creativas de hacerlo y se asocia con la tecnología, un campo en el que la creatividad es tan importante como en las artes. Incluso, se convierte en un gran negocio. Tal vez Austin es la prueba de que no se trata tanto de resistir sino de estar despierto y dispuesto a encontrar nuevas formas de mantener vivo al espíritu propio.
MARÍA FERNANDA MUGICA
LA NACIÓN
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