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Arte y Teatro

El Teatro La Candelaria defiende la naturaleza en su nueva obra

Luis Hernando Forero, Érika Guzmán y Nohra González, en una de las escenas de este nuevo montaje del grupo.

Luis Hernando Forero, Érika Guzmán y Nohra González, en una de las escenas de este nuevo montaje del grupo.

Foto:Claudia Rubio. EL TIEMPO

EL TIEMPO acompañó el proceso de creación de la obra 'Refracción', dirigida por César ‘Coco’ Badillo

Yhonathan Loaiza

4 de mayo

Una línea de nilón que se descuelga desde el techo del Teatro La Candelaria sostiene un vaso de agua, iluminado por una luz cenital de un tenue amarillo. Esta sala, un lugar casi sagrado del arte colombiano, se ha convertido en una especie de espejo de los conflictos sociales del país. Por aquí han pasado el nacimiento de las guerrillas liberales, los primeros traficantes de droga, los cadáveres que navegaban los ríos del país y los comuneros que se rebelaron contra el virreinato de la Nueva Granada. 
Pasaron incluso el cura guerrillero Camilo Torres y hasta el Quijote y Sancho Panza.
Ahora, será el escenario de una historia que rompe todos los moldes del emblemático grupo creado por el maestro Santiago García. César ‘Coco’ Badillo, un curtido actor y director que lleva casi cuarenta años de batalla con el grupo, cuenta que la nueva obra partió de un tema central: el agua, esa misma que ahora cuelga resguardada como un tesoro.
Los integrantes de La Candelaria se reunieron en noviembre del 2016 para encontrar la materia prima de su nueva creación y ahí fue cuando Fernando ‘Piyó’ Mendoza, uno de sus actores emblemáticos, sugirió el precioso líquido. “Piyó se hizo todo una exposición de la necesidad del agua, el cuerpo, el mundo y la desaparición... Ese día salieron once temas y eso hace parte del proceso y de detectar el inconsciente del grupo y las necesidades del equipo”, apunta Badillo, quien dirige esta nueva producción.
A un poco más de tres meses del estreno, los 13 actores que protagonizan la producción se dividieron en grupos. En la sala principal, por ejemplo, Diego Vargas, César Amézquita y Leonardo Fernández ensayan una escena física ante un espectador de lujo, Piyó Mendoza, quien los observa en silencio.
Cuando su tiempo de ensayo se consume, ingresan otros actores, como Luis Hernando ‘Poli’ Forero, Adelaida Otálora y Rafael Giraldo ‘Paletas’, quienes a partir de la canción 'Faltó un pañuelo' compusieron un irónico repaso de 30 años de historia colombiana.
Así, los actores van perfeccionando cada cuadro que será un eslabón de esa cadena teatral que el grupo construye a partir de improvisaciones y de la creación colectiva. Ese método, instaurado por el maestro García hace más de cuatro décadas, se ha convertido en la brújula de unos procesos que pueden tomar años.
“Por ejemplo, Santiago duró estudiando 'El Quijote' tres años, luego nos la trajo y duramos otros dos trabajando –en 2019, la pieza celebra 20 años–... Son unas obras que cogen algo especial, pero la creación colectiva no garantiza nada, igual que el teatro posdramático y dramático tampoco lo hacen”, asegura Badillo.

31 de mayo

En la mitad de la calle San Miguel del Príncipe, en el empinado barrio de La Candelaria, se empieza a escuchar una desigual sinfonía de percusiones y bajos que se produce en los talleres de música que el grupo realiza los jueves en la mañana. Esta sesión tiene como invitada a la música Ivonne Caicedo, quien ayudará a los artistas limpiar esa mezcla de sonidos que en este momento, acepta Badillo, tiene el ritmo de un aguacero.
La experimentación también se centra en las voces, diversas como todo en el grupo. Badillo cuenta que han descubierto que los artistas procedentes de las cordilleras desarrollan más los tonos bajos, mientras que los de los desiertos y las llanuras perfeccionan los agudos. Este último es el caso de la actriz guajira Carmiña Martínez, que justo ahora improvisa un canto en medio del círculo que forman todos sus compañeros.
“La música ha sido también un proceso muy difícil porque hay que inventársela y para inventársela hay que conciliar con otros trece. Y por otro lado se tiene que entender, la música tiene unas reglas, se puede hacer todo lo que uno quiere pero siempre tiene que haber ritmo, melodía, afinación”, explica ‘Poli’ Forero, el integrante con más conocimientos en este terreno.
En un costado de la sala, un cartel marca las 17 escenas que hasta ahora componen el montaje, en el que al agua se sumaron otros dos asuntos: el poder y la familia. “Lo que queríamos era probar cuáles son las tres sazones que puede tener este proyecto y dónde hay que echar una especia. Yo la llamo más sazón que hilo porque esto va a ser una cosa no tan clásica, para que la gente se agarre más de los estados, de la energía musical, del dolor de un personaje, que de elementos de una trama”, cuenta Badillo.
El maestro García solía decir que no titulaba las obras con antelación pues eran una especie de ‘feto’ y no se sabía si iban a ser hombre, mujer o hasta un monstruo. “A eso se le pone el nombre después de que nace”, bromeaba.
Esa metáfora del feto de García se materializa al ver esta sesión de trabajo. Es como un parto suspendido en el tiempo en el que se empieza a levantar una arquitectura inclasificable, cimentada en los destellos de estos artesanos de la creación.
Pero aun faltan muchos pisos por rellenar, como cuenta Badillo. “Ya tenemos el esqueleto, un esqueleto que está sin nada en cuanto a lo plástico, a la actuación incluso. Mejor dicho, lo que falta es empezar a detallar y a ponerle toda la carne interior a cada piecita”.
En esta pieza, que estará en el Festival de Teatro de Manizales, se plantea la idea de que los humanos son invitados en la tierra, y la naturaleza y los animales son sus anfitriones.

En esta pieza, que estará en el Festival de Teatro de Manizales, se plantea la idea de que los humanos son invitados en la tierra, y la naturaleza y los animales son sus anfitriones.

Foto:Claudia Rubio. EL TIEMPO

22 de junio

Rafael Giraldo ‘Paletas’, lleva una bata multicolor, pintada con los colores de un guacamole. Está sentado al lado de Carmiña Martínez y ambos hacen parte de una escena protagonizada por cinco parejas. El objetivo de esta secuencia es reforzar un concepto que cada vez toma más fuerza en la nueva obra: los seres humanos son invitados en la tierra, y los animales y la naturaleza son los anfitriones.
Y puede que una escena vista al azar sea un símbolo aislado, pero el objetivo es que en conjunto adquiera potencia. Por eso la tarea de Badillo es crear la minucia y el tejido del montaje.
“La experiencia ha sido bastante fuerte, intensa en el sentido de saber manejar un equipo tan ducho, tan sabio, tan propositivo, tan argumentativo, en el que una escena puede reventar en otra propuesta estética. Y también se discute y hay que saber escuchar y tejer mi idea con las ideas de trece”, cuenta el director sobre el proceso.
Una de las certezas en este momento del proceso es el título de la obra: 'Refracción'. Ese concepto de la multiplicación de la luz también se refleja en los procesos de ensayos, que se sienten como estar presenciando una representación física de la teoría del caos, pues cualquier aleteo, cualquier sugerencia, pueden causar una reacción en cadena que reordena todo el rompecabezas.
Incluso ya desde la estética del montaje y la narrativa se siente una apuesta mucho más disruptiva. Se está cocinando un nuevo lenguaje que responde a ese complejo tema del media ambiente.
“Ha sido extraño para nosotros mismos también, porque es La Candelaria hablando del medio ambiente, que cosa más extraña. Eso lo sentía yo por dentro: ‘¿Qué hibrido iremos a dar? Pero no, uno se va metiendo en el cuento y le encuentra la profundidad y la relevancia que tiene en estos momentos hablar del medio ambiente”, explica Carmiña Martínez.
El feto cada vez toma más forma y la idea de Badillo es fortalecerlo para luego hacerlo entrar al caos. “Primero armémosle la estructura y luego la enloquecemos”, les dice a los actores.
César 'Coco' Badillo, director de esta creación colectiva.

César 'Coco' Badillo, director de esta creación colectiva.

Foto:Claudia Rubio. EL TIEMPO

10 de agosto

En los camerinos, al frente de un largo espejo horizontal emplazado en una pared roja, César Amézquita le da unos últimos retoques a una calavera, Adelaida Otálora lanza unas instrucciones sobre la escena final y Nohra González hace ejercicios de resonancia para calentar la voz. Badillo entra dando la campanada de que faltan cinco minutos para la función y el público está por ingresar.
Afuera, en el amplio patio, adornado por imágenes históricas de Santiago García, Francisco Martínez y Fernando Peñuela, están a la espera decenas de estudiantes del colegio Guillermo Quevedo. Ellos serán los primeros testigos de esta función de preestreno de la nueva creación de La Candelaria.
En el escenario, varias máscaras de animales, con rasgos exagerados, están desperdigadas por el escenario. Parecen ser las sobrevivientes de un cataclismo implacable.
Es la antesala de una historia en la que la destrucción del medio ambiente se cuenta a través de la óptica de los animales. Es también un homenaje a las etnias que rezan agradecidas y cuidan las tierras que les regalaron sus ancestros. Y también es una visión con cierto sarcasmo sobre una raza que no ha aprendido a valorar sus recursos naturales, que se acostumbró a vivir en el infierno de la devastación y ahora se ahoga en el río de sus propios excesos.
En 'Refracción', mientras no se apague el sol, el grupo ha explorado también con la corporalidad y con el vestuario, que tiene rasgos antropomórficos. Son experimentos que se han tenido que decantar para lograr potenciar el mensaje.
“En esto del arte siempre hay una percepción, no hay una certeza, entonces hemos seguido insistiendo y ya se está asomando un conflicto desde el punto de visto teatral más real, que es la relación entre los seres humanos y los animales”, dice Forero.
Luego de la primera función con público, Badillo es consciente que el proceso continúa, que hay que pulir, pulir y pulir antes del estreno. Y sobre todo afirma que esta es una apuesta para preguntar, no para responder. “No podemos medir la consecuencia de estos símbolos, cada uno lee lo que siente porque somos una singularidad, cada uno es una huella digital”, le dice el director al auditorio.
El caos creativo seguirá dando frutos en el grupo. Es esa invención permanente que los artistas han sabido continuar tras el retiro del maestro García, que hace unos cinco años se refugió en su intimidad y guardó los secretos de su genialidad, ante los problemas de salud que genera el inclemente paso del tiempo (en diciembre próximo cumplirá los 90 años).
“La manera de asumir que tenemos Patricia, Paletas, yo u otras personas, nunca será igual a Santiago. Digamos que no hay un esquema a copiar, hay es una actitud, primero que todo ética. Y de ahí todas las posiciones estéticas que cada uno tenemos”, finaliza Badillo.

¿Dónde y cuándo?

‘Refracción’ se estrena el 24 de agosto. Funciones: miércoles a sábados, 7:30 p. m. Teatro La Candelaria. Calle 12 n.° 2-59. Informes: 281-4814.
YHONATAN LOAIZA GRISALES
EL TIEMPO
En Twitter: @YhoLoaiza
Yhonathan Loaiza
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