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Arte y Teatro

La ópera de la excentricidad

En la producción participan cerca de 150 personas, entre solistas, músicos, bailarines y personal del equipo técnico.

En la producción participan cerca de 150 personas, entre solistas, músicos, bailarines y personal del equipo técnico.

Foto:Néstor Gómez / EL TIEMPO

Llega ‘Auge y caída de la ciudad de Mahagonny’ al Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo.

Andrea Morante
Allí, donde todo parece perdido, donde el desierto le ganó la batalla a la civilización, tres fugitivos ven una esperanza. Ven un lugar en donde el placer desenfrenado puede significar la salvación, y deciden fundar Mahagonny, una especie de Sodoma moderna dedicada al hedonismo, al exceso; un lugar donde todo se puede hacer, desde que se tenga el dinero suficiente... Todo un coctel de perdición.
Ese universo lleno de excentricidades se convierte en el epicentro de Auge y caída de la ciudad de Mahagonny, la ópera que el Teatro Mayor estrena este martes en coproducción con los teatros Colón de Buenos Aires y Municipal de Santiago de Chile.
El montaje, que cuenta con la dirección escénica de Marcelo Lombardero, rompe con los códigos preestablecidos del género operático gracias a la música de Kurt Weill y al libreto de Bertolt Brecht, el célebre dramaturgo perseguido por el nazismo que, con su espíritu reflexivo, solía criticar las estructuras sociales de esa Alemania de la primera mitad del siglo XX.
“A mí me impresiona la edad de ambos cuando pensaron esto (apenas superaban los 30 años), sin ninguna inocencia, planteándose y plantándose frente al futuro de una manera lógica. También me impresiona la vigencia de este texto y cómo se resignifica hoy en este mundo hipercapitalista, de la supervivencia del más apto económicamente”, dice Lombardero sobre este dúo creativo, que también creó el clásico La ópera de los tres centavos.
Su crítica social se actualiza con una puesta en escena de una estética extravagante y un alto contenido erótico, que se condimenta con proyecciones de videos y luminosos anuncios, lo cua le da un toque de hilaridad a todo el relato.
El montaje tiene un maratónico total de 26 cambios de escena, gracias a los que se recorren los ambientes de un cabaré, un prostíbulo, un casino, un cuadrilátero de boxeo y un colorido tribunal, entre otros.
“El camino que tomamos es complicado porque, además, pone el teatro en crisis, en buena crisis, en el sentido de que pone a todas sus fuerzas a trabajar en una producción. Son importantes la orquesta y los solistas, pero también los maquinistas y la gente que está haciendo los cambios de escena en 40 segundos”, cuenta Lombardero.
La Orquesta Filarmónica de Bogotá, dirigida por el chileno Pedro Pablo Prudencio, es la encargada de asumir esa rica composición de Weill. Según Prudencio, esta pieza fue creada como una especie de antítesis de todas las producciones que venían con herencias de Wagner, que significaban óperas monumentales.
“Weill buscaba más bien la intimidad, la cercanía al ser humano común y corriente, entonces hay muchas melodías muy fáciles de digerir, tiene estructuras simples, como había en la época de Mozart, del romanticismo temprano... No es que sea más fácil de cantar, se necesitan muy buenas voces; el coro tiene un papel importante como personaje principal”, dice Prudencio, quien añade que la partitura de Weill recuerda mucho la llamada ‘música de salón’, ya que mezcla géneros como blues y jazz, además de instrumentos de percusión, e incluso banjo y bandoneón.
En esa ciudad de perdición, que incluso sobrevive a la amenaza de un huracán implacable, un visitante se convierte en la voz disonante: Jimmy Mahoney, un leñador de Alaska que representa la disconformidad en medio del libertinaje que significa Mahagonny. “Representa de alguna forma el capitalismo, todo lo que se puede conseguir con dinero y cómo puedes hacer lo que quieres si tienes dinero... Y, bueno, él termina sin dinero, que es el peor pecado que puede cometer”, cuenta el argentino Gustavo López Manzitti, quien encarna a Jimmy.
Durante tres años, López Manzitti hizo parte del grupo argentino Les Luthiers, reemplazando nada menos que al fallecido Daniel Rabinovich y a Marcos Mundstock, la columna vertebral del famoso grupo cómico musical. Ahora, López Manzitti viene asumiendo el reto que significa encarnar a Mahoney, que, al igual que los otros roles, tiene una alta exigencia física. “Jim-my tiene esta cosa de que, de repente, es muy declamado, pero en zonas muy agudas; después tiene un aria tremenda en do, ya casi al final de la ópera, cuando uno debería estar cansado, pero, por suerte, no”, explica.

Dónde y cuándo

Este martes, primero y 3 de marzo, 8 p. m. Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo.
Calle 170 n.° 67-51, Bogotá. Informes: 377-9840. Boletas desde 40.000 hasta
300.000 pesos.
YHONATAN LOAIZA GRISALES
En Twitter: @YhoLoaiza
Andrea Morante
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