¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Arte y Teatro

¡La Zaranda vive!

Ahora todos

Ahora todos

Foto:Archivo EL TIEMPO

Luego de triunfar en el Festival de Manizales, el legendario grupo español llega a Medellín y Cali.

Yhonathan Loaiza
Tres individuos vestidos de blancos de pies a cabeza empiezan a descender por la platea del Teatro Los Fundadores en Manizales. Llegan a un escenario completamente negro, a esa caverna inmensa que parece apabullar a cualquiera que se atreve a entrar en ella. ¿Será posible llenar ese espacio vacío, abarcar su inmensidad, con solo tres actores, una camilla y unos carritos de súper mercado? Esa es una pregunta que recorre el ambiente cuando está por empezar la función de ‘Ahora todo es noche’, la obra con la que el grupo español La Zaranda regresó al Festival de Teatro de Manizales, que celebra sus 50 años.
Y sí, esos actores supremos, ese texto impecable de Eusebio Calonge, esos ínfimos elementos, lograron apagar la oscuridad de aquel imponente escenario. Los protagonistas, Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Paco de La Zaranda, quien también dirige la pieza, se meten en la piel de tres habitantes del desamparo, de esos seres olvidados por la sociedad que batallan cada noche contra el destierro.
Afincados en aeropuerto, empiezan a contar sus estrategias para evitar las sospechas que generan su presencia. “Los hombres importantes siempre andan ocupados”, dicen, mientras se disfrazan de ejecutivos ofendidos porque su supuesto vuelo está retrasado. Pero estos tres hombre no tienen destino, no vienen ni van, simplemente sobreviven.
Hay uno que dice que aquella mendicidad es solo temporal, que recuerda con rabia, con dolor, con nostalgia, o con lo que sea, aquellos tiempos en que era el mejor vendedor de su empresa. Y por las grietas de ese drama se van colando reflexiones profundas, casi imperceptibles, sobre un mundo que ha olvidado, sobre una sociedad que vive aplazando su humanidad por tratar de alcanzar un oasis materialista.
“De tanto esperar por un mañana, me quedé sin futuro”, dice el personaje de Bustos. Esas frases desoladoras y demoledoras se van desprendiendo del texto de Calonge, de esa literatura escénica que crea su propio verso. No es barroco ni esperpento, es simplemente Zaranda, un lenguaje único e irrepetible, que es capaz de crear lírica a partir de la repetición.
La Zaranda lleva como apellido ‘Teatro Inestable de Ninguna Parte’. Esa inestabilidad atraviesa toda su esencia, y a la vez es una de las razones de su equilibrio. El grupo, como lo han dicho Paco y Calonge, busca autodestruirse en cada proceso de creación, entrar a las tinieblas de la invención para salir solamente cuando su obra aparece y les da la mano.
Y en el escenario la inestabilidad también está presente, los pasos de sus tres actores parecen endebles, como si el piso en el que se mueven no fuera sólido; pero todo aquello es simplemente un código más de su lenguaje. Cada palabra, cada diálogo, cada gesto, es una carta más en ese castillo de naipes monumental; cada cosa se ubica con aparente desapego, pero va sumando a esa arquitectura impredecible que se está construyendo.
El despliegue escénico es alucinante, las luces y las soluciones escenográficas de Paco de La Zaranda llenan de vida esa tramoya inacabable. Aparecen disfraces inmensos de ratón, aparecen canecas de basura, aparecen, con la complicidad de la imaginación de los espectadores, un laberinto de alcantarillas, un comedor comunitario, el escenario de una gran tragedia.
Aquí, los mendigos no son simplemente seres sin hogares, que buscan sobrevivir sin dolor a cada noche y encontrar cualquier alimento que les sirva como suero a sus desgracias. Aquí, el mendigo es rey, y por ese camino La Zaranda entra en una reflexión conmovedora sobre el teatro. Con unas desgastadas capas y unas coronas de aluminio, los tres seres de la noche se atreven a representar su propio ‘Rey Lear’. Buscan así una nueva vida en el aquí y el ahora del teatro.
Y también hay autorreferencias a La Zaranda, con esa secuencia en la que los tres protagonistas utilizan una cadena de corbatas para determinar cuál debe ser la apariencia perfecta a la hora de pedir limosna. Pero no es solo eso, no es apariencia, es una nueva mirada a las tinieblas, es otro salto al abismo. Los actores llegan a ese camino de la autorreflexión con una sutileza extrema, ubican al espectador en un destino que nunca se vio venir.
Y al final, la coronación de un Rey Lear que habita la calle, la aparición de un Prometeo al que se le apagó el fuego y una frase que aun retumba en la inmensidad de Los Fundadores: ‘¡La Zaranda vive!’.
¿Dónde y cuándo?
‘Ahora todo es noche’ también se presentará en el festival San Ignacio Teatro y Música de Medellín (miércoles 10 de octubre, en el Teatro Pablo Tobón Uribe) y en el Festival de Teatro de Cali (15 de octubre, en el Teatro Jorge Isaacs).
Yhonatan Loaiza Grisales*
Cultura y Entretenimiento
*Por invitación del Festival de Teatro de Manizales
Yhonathan Loaiza
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO