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Arte y Teatro

Fernando Montaño, la vida más allá de la danza

El bailarín bonaverense hizo su debut en un papel principal en el Royal Ballet de Londres en noviembre de 2015, cuando interpretó el personaje de ‘El amante’ en la obra ‘The Two Pigeons’.

El bailarín bonaverense hizo su debut en un papel principal en el Royal Ballet de Londres en noviembre de 2015, cuando interpretó el personaje de ‘El amante’ en la obra ‘The Two Pigeons’.

Foto:Néstor Gómez / EL TIEMPO

El bailarín lanzó su autobiografía y planea fundar una escuela en Buenaventura y hacer una película.

En los últimos meses, el bailarín colombiano Fernando Montaño ha vivido una etapa de redescubrimiento artístico. Tras haber afianzado sus pasos en la élite del ‘ballet’ mundial, consolidándose como solista del prestigioso Royal Ballet de Londres, el colombiano decidió dar un salto hacia nuevos horizontes. Para su nueva aventura pidió un año sabático en el Royal Ballet, con el objetivo de concentrarse en un proceso que lo obligó a ponerse en primer plano: la escritura de una autobiografía.
El miércoles pasado, en el Gimnasio Moderno de Bogotá, Montaño lanzó su libro, ‘Una buena ventura’, en el que condensa cómo ha sido su parábola de éxito y de superación, que lo llevó de Buenaventura, su pueblo natal, a Cali, en donde estudió dos años en Incolballet; luego pasó por Cuba e Italia hasta, finalmente, llegar a bailar en el Covent Garden, uno de los epicentros culturales de Inglaterra y sede del Royal.
Contar su vida en esas páginas significó pasar del lenguaje gestual de la danza, en la que la vida del artista está en un plano escondido, a un lenguaje mucho más abierto. Era poner su intimidad a la vista de sus lectores. “Ha sido una forma de liberación, tal vez de conflictos conmigo mismo; pero, además, ha sido un proceso muy lindo. He llorado, me he reído, también he descubierto cosas que no sabía, indagando, preguntando, entrevistando a familiares, conociendo muchos secretos que tal vez eran ocultos para mí. Eso ha hecho que el proceso sea bastante interesante, pero, al mismo tiempo, también con miedo porque es una exposición bastante abierta hacia la gente, siendo yo una persona muy reservada”, relata.
El libro, editado por Grijalbo, invita al lector a conocer todas las barreras que el bailarín tuvo que superar hasta grabar su nombre en mayúsculas en el panorama internacional del ‘ballet’. El primer capítulo, por ejemplo, reconstruye el día de su debut en el Royal Ballet, combinando la excitación de aquel primer baile oficial con las reservas e inseguridades que Montaño experimentaba, pues Londres en aquel momento era un escenario indescifrable, lleno de tinieblas y diferente a todas aquellas ciudades que habían sido su hogar, como Buenaventura, Cali y La Habana (Cuba).
Esa especie de viaje interno también significó desnudar los entresijos de una institución tan prestigiosa como el Royal Ballet, a la que ingresó en el 2006. “Lo hice libremente porque en ningún momento se hace ninguna crítica, sino que es un punto de vista muy personal sobre lo difícil que fue la comunicación, tanto para mí como para ellos… Yo pongo esas frustraciones, tanto las mías como posiblemente las de ellos; entonces la relación es muy buena”, añade el artista, que se volverá a incorporar al Royal en octubre.
Debutar en una expresión artística tan exigente como la literatura también supuso varios retos para Montaño. “Al inicio fue bastante difícil porque, bueno, yo escribo mis mensajes, mis cosas en Instagram, pero cuando te sientas a escribir, al inicio estás como frío, porque uno empieza en algo que no domina. Pero sí llega un momento en el que las palabras empiezan a fluir de una forma muy natural…”, asegura.
El bailarín colombiano Fernando Montaño, nacido en Buenaventura en 1985, durante la presentación de su libro ‘Una buena ventura’, en Bogotá.

El bailarín colombiano Fernando Montaño, nacido en Buenaventura en 1985, durante la presentación de su libro ‘Una buena ventura’, en Bogotá.

Foto:Néstor Gómez / EL TIEMPO

En Colombia tenemos muchos jóvenes con mucho talento, pero que no tienen un lugar donde lo puedan desarrollar y ni siquiera descubren qué talento tienen

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Es una fría tarde de marzo y Montaño reta a la temperatura vistiendo una corta sudadera de franela. Su maleta, dice, está llena de ropa de entrenamiento sudada. Puede que esté en un año sabático, pero sigue entrenando su cuerpo diariamente, con la misma disciplina que lo haría si estuviera en la compañía británica.
Incluso ha venido tomando clases de salsa, como entrenamiento para otro nuevo proyecto: una película musical para la que se están finiquitando los acuerdos. La semana pasada, en Cali, Monaño, incluso, se le midió a bailar salsa con la campeona mundial de este.
El nuevo diálogo con la salsa es otra de las experiencias que le ha dejado a Montaño este regreso a Colombia, quizás el más largo desde que salió del país, cuando a sus 14 años se fue para probar suerte en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba. El bailarín ha aprovechado su presencia en el país para impulsar sus otros proyectos, como la escuela de las artes que tiene planeada construir en su natal Buenaventura.
Montaño cuenta que esto tiene varios años de planeación, incluso hay un terreno, pero, infortunadamente y por “las malas administraciones de algunas entidades”, el proyecto está estancado. Su idea, más allá de estos retrasos, es lograr crear una institución en la que convivan la danza, la música, la pintura, el diseño, las manualidades y las artesanías.
“Estoy usando la excusa del libro para contar esto y quiero hacer una pequeña gala para incentivar, porque el proyecto necesita una pequeña patadita para que se desarrolle. Creo que es una grandísima oportunidad con todo este movimiento de la economía naranja, que todavía sigue siendo tan ambigua, porque esto sí va a crear una economía y, además, un cambio social”, asegura.
Otro de sus planes pedagógicos es crear una academia-escuela en Bogotá, tomando referentes como el plan pedagógico del Royal Academy of Dance. La idea es crear un semillero del que puedan salir intérpretes con los que se conforme una compañía de ‘ballet’. Todo aporta a una visión global para apoyar a los artistas que pueden estar escondidos en Colombia.
Un ejemplo de esos diamantes en bruto es Jhojan Andrés Corzo, el niño de 14 años que se ganó el nombre del Billy Elliot del sur de Bogotá. Montaño, que ha expresado su deseo de conocerlo, cuenta que la directora del English National Ballet, Tamara Rojo, lo contactó por Twitter para decirle que le avisara si hay alguna forma en que pueda ayudar a Corzo.
“Se puede comenzar en Buenaventura y, después, llevarlo a todos estos lugares del país en los que tenemos gran cantidad de jóvenes con mucho talento, pero que no tienen un lugar donde lo puedan desarrollar y ni siquiera descubren qué talento tienen”, enfatiza Montaño.
YHONATAN LOAIZA GRISALES
Redacción Cultura
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