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La pequeña biblioteca que mantiene el hábito de la lectura en Córdoba

La biblioteca tiene 20 terminales del programa Computadores para Educar y cuatro tabletas digitales, pero no tiene Internet.

La biblioteca tiene 20 terminales del programa Computadores para Educar y cuatro tabletas digitales, pero no tiene Internet.

Foto:Gudilfredo Avendaño

En Río Cedro, una bibliotecaria ha conseguido que una pequeña población lea 10 libros al año.

Primero fue la sede de Telecom (empresa estatal de comunicaciones ya liquidada), luego pasó a ser el calabozo de la inspección de Policía que dejó de existir porque los agentes se fueron del pueblo hace más de 10 años; y hoy funciona allí la Biblioteca Pública Rural de Río Cedro, un escondido lugar de Moñitos, Córdoba, a orillas del mar Caribe.
Es una vieja casa con paredes de ladrillo en su fachada, sala y algunas de las habitaciones acondicionadas como lugar de lectura.
En el patio, un viejo ranchón de palmas y horcones sin piso alberga gran cantidad de lectores, en su mayoría niños y jóvenes que quizás duran más horas 'devorando' libros que los que pasaría un estudiante de ciudad en una sala de Internet.
El lugar no tendría ninguna novedad distinta a ser una más de la Red de Bibliotecas Públicas que el Ministerio de Cultura regó por todo el país sino fuera porque se ha convertido en el epicentro de la recreación y el aprendizaje de los ríocedreños y comunidades cercanas.
En Río Cedro no hay discotecas, parques de recreación, restaurantes ni mucho menos salas de informática.
El único atractivo del pueblo son sus hermosas playas aún vírgenes porque el turismo es escaso debido a la lejanía de los centros urbanos y la dificultad para llegar por un camino pedregoso.
Por eso, desde que fue fundada oficialmente en septiembre de 2009, la Biblioteca Rafael Barbosa es el lugar más concurrido del pueblo.
El interior de la vieja casona alberga libros de literatura, novelas de ficción, aventuras y tomos de consulta, que la convierten en el sitio de recreación de los lugareños.
Aunque contó con el respaldo de la Biblioteca Nacional y el Ministerio de Cultura para su creación, en la actualidad está a la deriva para su funcionamiento y fortalecimiento en el manejo de las tecnologías.
Tiene 20 terminales del programa Computadores para Educar y cuatro tabletas digitales, pero no cuenta con Internet; los visitantes superan en número las pocas sillas y mesas que evidencian su insuficiencia; un video beam que recibió en donación ha sido utilizado pocas veces porque tampoco tienen material digital para proyectar o exponer.
El único colegio del pueblo trasladó sus libros a esta biblioteca porque sus alumnos frecuentaban más este lugar para sus consultas académicas, lo que obligó a ampliar su horario hasta los fines de semana.
No tiene aire acondicionado y sus lectores soportan, en ocasiones, temperaturas que alcanzan los 32 grados a orillas del mar.
Se destaca, eso sí, la pulcritud del lugar, el cuidado de los 3.892 libros y la amabilidad de la bibliotecaria Luz Mary Cavadía Fuentes.
Ella tiene estudios técnicos en educación infantil y primera infancia.

La idea es que nunca esté cerrada, porque si no atendemos a un niño o joven que busca leer, le estamos cerrando las puertas a la gente de nuestro pueblo

Hoy es la persona más reconocida y solicitada en el pueblo. Cuando tiene que viajar a Moñitos deja a cargo de su sobrina la atención de la biblioteca. “La idea es que nunca esté cerrada, porque si no atendemos a un niño o joven que busca leer, le estamos cerrando las puertas a la gente de nuestro pueblo para que adquiera el conocimiento y la formación”, comenta.
En medio de las limitaciones y la falta de herramientas tecnológicas, Luz Mary tiene diseñado y ejecuta un plan de trabajo que incluye visitas a las comunidades que no pueden llegar hasta la biblioteca.
“Hemos fortalecido el hábito de lectura en los adultos y los niños con programas como Maleta Viajera, Llave del Saber, Playa Cuentera y El Anzuelo que son actividades que han logrado cautivar a la gente de todas las edades a leer, y hoy en día podemos decir que somos una comunidad menos analfabeta y con mayores conocimientos”, agrega.
A través del programa ‘La Llave del Saber’, los ríocedreños leen en promedio 10 libros al año.

A través del programa ‘La Llave del Saber’, los ríocedreños leen en promedio 10 libros al año.

Foto:Gudilfredo Avendaño

Las poblaciones que han superado esos niveles de analfabetismo son corregimientos, veredas y caseríos como El Tigre, Murcielagal, Tierra Blanca, El Consuelo, Nuevo Oriente y Santander de la Cruz.
Los resultados son evidentes. Las correcciones idiomáticas y la facilidad de expresión de la gente de Río Cedro y alrededores se aprecian al hablar con los pescadores, campesinos, niños y adultos.
Según cifras contabilizadas por Luz Mary Cavadía, a través del programa La Llave del Saber, los ríocedreños leen, en promedio, 10 libros durante el año.
“Con la Llave del Saber registramos las veces que una persona toma un libro de los nuestros y qué clase de lectura realiza, por eso hemos comprobado que tenemos récord de lecturabilidad”, explica.

Defensores del saber

Carmelo Noriega fue el primer bibliotecario del pueblo.
Con la ayuda de un ciudadano suizo sentó los cimientos de lo que sería esta novedosa iniciativa.
Se buscaba beneficiar, además de los ríocedreños, a los habitantes de caseríos y veredas cercanas.
Luz Mary Cavadía Fuente tiene diseñado y ejecuta un plan de trabajo que incluye visitas a las comunidades que no pueden llegar hasta la biblioteca.

Luz Mary Cavadía Fuente tiene diseñado y ejecuta un plan de trabajo que incluye visitas a las comunidades que no pueden llegar hasta la biblioteca.

Foto:Gudilfredo Avendaño

Aunque en la actualidad no está al frente del proyecto, recuerda con nostalgia los primeros pasos para defender la educación de su gente.
“Comenzamos a crear la biblioteca con los primeros libros que nos donó el turista suizo que quedó encantado con el pueblo. Aunque después se lograron grandes adelantos, lo cierto es que desde un principio tuvimos la idea de educar a nuestra gente que no tenía los conocimientos básicos de lectura”, aseguró Noriega, quien desde este lugar escondido de Moñitos en Córdoba da fe de la lucha que a diario libran sus habitantes para mantener vivo el hábito de la lectura y así no dejar que su biblioteca desaparezca.
GUDILFREDO AVENDAÑO
Especial para EL TIEMPO
En Twitter: @GudilfredoAv
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