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Protagonista de ‘Ciro y yo’ crea fundación para ayudar a víctimas

La historia de Ciro Guerra ha estado marcada por la violencia.

La historia de Ciro Guerra ha estado marcada por la violencia.

Foto:Hernando Herrera / CEET

Lo motivan organizaciones que conocieron su historia a través del audiovisual.

Julián Vivas
Perdonar pero no olvidar y ayudar a las víctimas de la guerra a perdonar, es la tarea en la que está empeñado Ciro Galindo, el campesino protagonista del documental ‘Ciro y yo’, que ha conmovido a varias organizaciones nacionales e internacionales que están dispuestas a apoyarlo y que lo motivaron a crear una fundación.
En sus 65 años de vida, Ciro ha sido protagonista sin excepción de la violencia en Colombia: de niño sufrió en su natal Natagaima, en Tolima, por la violencia entre cachiporros (liberales) y chulavitas (conservadores); luego, padeció por la llegada de los  esmeralderos boyacenses que arribaron a las selvas del Guaviare y Vaupés a incrementar sus riquezas con la bonanza marimbera; también fue víctima de la guerrilla que lo persiguió junto a su familia en La Macarena (Meta) y de la macabra alianza entre el Estado y los paramilitares que terminó por asesinarle a un hijo en San Martín.
Su difícil historia de vida comenzó con la inocencia del niño caprichoso que gritaba a todo pulmón que era liberal, circunstancia que obligó a su mamá, cabeza de hogar, a mediados de la década del 50, a salir del Tolima y terminar trabajando en una hacienda en la vereda Pompeya, en Villavicencio.
La fundación de Ciro Galindo busca ayudar a la víctimas de la violencia en Colombia.

La fundación de Ciro Galindo busca ayudar a la víctimas de la violencia en Colombia.

Foto:Hernando Herrera / CEET

Ciro era tan inquieto que su madre no lo soportaba, de hecho, asegura, tras comenzar una nueva relación sentimental, ella terminó por entregarlo a un juzgado de familia.  Por ende, vivió más de cinco años en reformatorios para menores de los que se voló en varias ocasiones por la forma violenta como los trataban.
A los 11 años se fue para Puerto Lleras (Meta) a sembrar y cosechar arroz y maíz. Allí conoció el poder que tenía el capitán Dumar Aljure, el jefe de las guerrillas liberales, desde Fuentedeoro hasta el sur del Meta, en límites con Guaviare, incluso -cuenta Ciro-, para motivar a la gente a votar a la presidencia por Carlos Lleras Restrepo.
En el esplendor de su juventud se fue para Miraflores (Guaviare), motivado por la bonanza marimbera (de la marihuana), y luego para el Vaupés, donde conoció a su esposa Ana Margarita Barreto –de una comunidad indígena-.

El poder

En esa época también conoció el poder de unos esmeralderos que llegaron de Boyacá a apoderarse de las chagras, cultivos de marihuana y después de coca.
Allí descubrió las extravagancias que el dinero llevó a las selvas con fiestas en la que los nacientes capos del narcotráfico compraban todo el licor y hasta las muchachas que atendían en las cantinas.
En esas selvas alcanzó a tener dos hectáreas de tierra, en sociedad con un conocido, gracias a que su esposa era la hermanad de uno de los hombres más poderosos de la zona, pero con la llegada de los boyacenses les tocó vender las tierras y trasladarse a Villavicencio para evitar confrontaciones que pusieran en riesgo sus vidas.
Ciro partió de Villavicencio para La Macarena por invitación de un hermano, que en ese momento era policía en esa población, que lo motivó a comprar unas tierras en los límites de los parques nacionales Tinigua y La Macarena.
Allí se hizo un próspero agricultor e incluso presidió la junta comunal de la vereda el Alto Raudal y creó un grupo ambientalista, pero se cansó de que sus vecinos se recostarán pidiéndole las ayudas que conseguía sin siquiera darle para el transporte y decidió irse a vivir al área urbana de La Macarena.
En ese pueblo se convirtió en un militante de la Unión Patriótica, lo que le valió la persecución permanente de la fuerza pública. Un día le hicieron un allanamiento en su casa y alcanzó a huir y durante tres años vivió en el monte. Por esa época su hijo John murió ahogado en Caño Cistales.
Regresó para la época de la zona de distensión y se llevó la sorpresa de que la guerrilla secuestró a su hijo Elkín, cuando apenas tenía 13 años de edad. No valieron los reclamos a los jefes guerrilleros. Su hijo duró tres años lejos de la familia y al volver llegó enfermó.
Con su familia se fueron a vivir a Bogotá y poco tiempo después Elkín ingresó a un programa de reintegración y empezó a entregar información valiosa para las fuerzas militares que terminaron por entregarlo a un grupo paramilitar de San Martín.
Ciro habló con uno de esos jefes paramilitares, le pidió que le devolvieran a su hijo y tres días después lo mataron. La muerte de Elkín también se llevó meses después a Ana Margarita, que nunca se pudo reponer de la partida de su hijo.
Parte de esta historia está contada en el documental ‘Ciro y yo’ que dirigió Manuel Salazar, que desde comienzos de este año ha recorrido varias ciudades de Colombia y que motivó a organizaciones nacionales e internacionales que lo han visto a apoyarlo.
Eso lo llevó a crear una fundación para ayudar a las víctimas del conflicto armado, la cual acaba de presentar ante su comunidad del barrio San Antonio en Villavicencio.
En esa tarea ha encontrado el respaldo del cantante de música llanera Bladimir Beltrán, que vive en el mismo barrio, que también ha sido víctima de la violencia y que tiene la Fundación artística huellas de paz en el Meta y Colombia.
Esa fundación la creó Bladimir motivado porque tiene un hijo con autismo leve, para ayudar a las madres cabeza de hogar que tiene hijos con alguna discapacidad. La idea es cambiarle de razón social denominándola ‘Fundación artística Ciro y todos huellas de paz en el Meta y Colombia’, para apoyar a las víctimas de la violencia.
La misma es apoyada por Blanca Nelly Yáñez Tovar, presidenta de la junta de acción comunal del sector norte de la Ciudadela San Antonio, donde viven unas 3.000 familias que serían las primeras beneficiadas del proyecto.
Blanca Nelly dice que por su puesto la respalda y espera que llegue a feliz término. Ciro Bladimir acordaron que su fundación va a estar alejada de cualquier tendencia política y que el único propósito es ayudar a que las víctimas de la guerra perdonen y tengan un apoyo eficaz para que puedan salir adelante y criar a sus hijos en paz.
Nelson Ardila Arias
Corresponsal EL TIEMPO
Villavicencio
Julián Vivas
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