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La mujer que manipula los desechos radiactivos del país

Juanita Navarro Londoño es operadora de la Facilidad Centralizada para la Gestión de Desechos Radiactivos.

Juanita Navarro Londoño es operadora de la Facilidad Centralizada para la Gestión de Desechos Radiactivos.

Foto:Cortesía: Juanita Navarro

#ProfesiónPeligro. Esta ingeniera física trabaja en el Servicio Geológico Colombiano.

De salir algo mal en el trabajo de Juanita Navarro Londoño, esta mujer de 28 años podría resultar intoxicada o hasta muerta por exposición a la radiación.
Su cargo lleva como nombre operadora de la Facilidad Centralizada para la Gestión de Desechos Radiactivos. En otras palabras, esta mujer es la responsable de recibir, manipular y almacenar todos los desechos de este tipo que son llevados al Servicio Geológico Colombiano, el único lugar del país donde se lleva a cabo esta labor.
Esta ingeniera física graduada de la Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales, cumplirá tres años en febrero del próximo año realizando una labor que de no ser realizada con los cánones de seguridad necesarios, podría matarla de manera inmediata.
Esta labor implica una concentración y un compromiso absoluto, pues la manipulación de desechos radiactivos es un trabajo del que poco se habla en Colombia y en el que se está constantemente expuesto a radiaciones ionizantes y sus riesgos.

Nosotros somos trabajadores ocupacionalmente expuestos; por eso mismo debemos tener muchos cuidados

Estas radiaciones no pueden ser detectadas por ninguno de los sentidos ni ningún órgano del cuerpo. Por lo tanto, sin la ayuda de equipos de medición, no hay manera de conocer si se está expuesto. Tampoco se produce el mismo efecto al estar expuesto a la radiación en diferentes tejidos y órganos. Siendo así distinta la afectación en diferentes partes, como el cristalino de los ojos, las extremidades y los órganos reproductores.
Los empleados de este lugar utilizan dosímetros para medir constantemente la cantidad de radiación que están recibiendo.
El 13 de septiembre de 1987, cuatro personas murieron y 249 más resultaron envenenadas en Goiania (Brasil) luego de manipular una fuente radiactiva en desuso. Este accidente nuclear radiológico fue catalogado como uno de los peores de la historia.
Juanita Navarro Londoño cumplirá tres años de trabajar en este lugar en febrero del 2018.

Juanita Navarro Londoño cumplirá tres años de trabajar en este lugar en febrero del 2018.

Foto:Cortesía: Juanita Navarro

“Nosotros somos trabajadores ocupacionalmente expuestos -señala Juanita-; por eso mismo debemos tener muchos cuidados. Mi entrenamiento fue de seis meses antes de que pudiera siquiera manipular las fuentes radiactivas, por eso mismo creo que lo que se debe tener es compromiso y una seriedad de frente al trabajo”.
Los desechos radiactivos son, principalmente originados en prácticas médicas e industriales, con equipos para el tratamiento del cáncer, o aparatos para la medición de la densidad de las tuberías en suelos y para toma de radiografías de tuberías.
Cuando estos equipos entran en desuso, deben ser gestionados como desechos radiactivos, ya que cuentan en su interior con fuentes radiactivas. Estas fuentes son gestionadas en el lugar donde labora Juanita.
Su lugar de trabajo es un pequeño espacio compuesto por dos bunkers casas que no cuentan con ventanas u otras salidas, solo una puerta por la que se recibe el material que ellos tienen que caracterizar y almacenar.
En este espacio, Juanita y otros compañeros realizan el análisis del material que llega. Los niveles de radiación, la presencia de contaminación superficial y otras características físicas son algunas de las variables que se tienen en cuenta.
Según Juanita, en la labor que realizan se deben seguir tres parámetros operacionales claves: distancia, tiempo y blindaje. Estos, según ella, ayudan a que en su trabajo se minimice el riesgo asociado.
Fuentes radiactivas como las utilizadas para el tratamiento del cáncer como en la práctica de la braquiterapia de baja tasa, (técnica mediante la cual se expone el tejido cancerígeno del cuerpo a altas temperaturas la radiación ionizante), consisten en pequeñas agujas que Juanita debe manipular para extraer las fuentes de energía.
Esta labor se en una estación de trabajo que consta de un vidrio plomado y un montaje realizado con bloques de plomo, para así evitar disminuir la radiación recibida por el operador.

Mi entrenamiento fue de seis meses antes de que pudiera siquiera manipular las fuentes radiactivas

Dentro de su labor, Juanita debe estar por lo menos a dos metros de las fuentes, sostenerlas con unas pinzas y llevarlas con cuidado hasta su lugar de almacenamiento. Este trabajo debe llevarse a cabo con cautela. El tiempo está medido y por eso los constantes entrenamientos. No hay oportunidad de fallar cuando se habla de desechos radiactivos.
“Es una labor de mucha concentración -dice Juanita-; siempre contamos con un Oficial de Protección Radiológica, que es la persona encargada de velar por la seguridad radiológica de las operaciones, esta persona está pendiente de que la labor se realice con seguridad y en el menor tiempo posible, porque a pesar de todas las medidas empleadas, se está expuesto a la radiación. Si la operación no se realiza en un tiempo prudente o si la dosis recibida fue excedida, el oficial de protección radiológica puede pedir que se haga un relevo o se suspenda temporalmente la operación”.
Según la normatividad mundial para el manejo de desechos radiactivos, un empleado debe recibir al año 20 mili Sieverts (unidad que mide la dosis de radiación absorbida por la materia viva) al año. Según Juanita, en una operación se pueden recibir hasta 80 micro Sieverts (80 µSv). En este 2017, el equipo de trabajo del Servicio Geológico Colombiano tiene programadas siete de estas operaciones.
Juanita señala que su labor requiere de agilidad y concentración.

Juanita señala que su labor requiere de agilidad y concentración.

Foto:Cortesía: Juanita Navarro

Fernando Mosos, técnico de Asuntos Nucleares del Servicio Geológico Colombiano, señala que el material que se almacena debe ser guardado con mucha seguridad. Por esto, los empleados sellan los residuos en contenedores que luego van directo a unas fosas -adecuadas también por el equipo de Juanita- para que el material esté alejado de la superficie.
“El lugar también cumple con unos parámetros de seguridad que evitan que el material sea robado, porque también puede ser usado para ataques por parte de terroristas”, sentencia Mosos.

Un riesgo invisible

Antes del 2002, a Colombia entraban diferentes fuentes radiactivas sin un compromiso de reexportación y no se tenía establecido un procedimiento claro sobre la disposición de los desechos radiactivos. El 5 de diciembre de ese año se expidió la resolución 181434, la cual constituye el marco regulatorio fundamental para el uso seguro de materiales radiactivos y nucleares coherente con la legislación nacional e internacional.
“Ahora todo material radiactivo que ingresa al país tiene un compromiso de reexportación -aclara Juanita-; pero a Colombia entraron muchas fuentes radiactivas que aún se encuentran en uso, por eso este lugar está contemplado para operar unos 80 años. Ahora le quedan unos 70”.
Juanita también se encarga de movilizar cargas, los blindajes de los desechos radiactivos que pueden llegar a pesar hasta dos toneladas, por medio de un puente grúa y equipos para realizar su izaje, los desechos radiactivos, previamente acondicionados, se almacenan en fosos de tres metros por dos metros. La zona donde se almacenan estos desechos se encuentra, en la actualidad, llena en un 40 por ciento.
Su trabajo empieza a las 8 de la mañana. De lunes a viernes se realizan actividades que contemplan monitoreos de la instalación, verificaciones de inventario y si no se está a la espera de recibir material, Juanita mantiene su puesto de trabajo en orden. Además, se realizan constantes capacitaciones para verificar que se mantenga el ritmo de trabajo necesario para evitar riesgos que afecten su vida.
Sobre los riesgos a largo plazo, Juanita asegura que son probabilidades que se manejan dentro de su trabajo, por lo que señala que no es algo que la lleve a temer sobre el trabajo que realiza.
“También hacemos la mezcla de cemento para crear paredes de concreto a los bidones donde almacenamos los desechos radiactivos, esta medida permite disminuir los niveles de radiación -expresa Juanita mientras sonríe-; Aquí hacemos de todo y el hecho de que seamos, en su mayoría, mujeres las que lo hacemos es algo que me llena de orgullo, porque no solo son los cuidados que debemos tener ante el manejo del material radiactivo, sino también la movilización de material pesado”.
MIGUEL ÁNGEL ESPINOSA
En Twitter: @Leugim40
Redactor de EL TIEMPO
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