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Falleció la benefactora de niños y jóvenes vulnerables en el Meta

Gladys nació en Villavicencio el 2 de agosto de 1962 en el corazón de una familia numerosa y humilde, siendo la segunda entre nueve hermanos.

Gladys nació en Villavicencio el 2 de agosto de 1962 en el corazón de una familia numerosa y humilde, siendo la segunda entre nueve hermanos.

Foto:Archivo familiar

Gladys Figueroa Rojas dedicó 26 años a proteger a víctimas de violencia y explotación sexual.

Dos días después de una operación para quitarle el seno izquierdo, la misionera Gladys Figueroa Rojas “se fue a trabajar, se descuidó, tenía que tener reposo y no lo tenía, pensaba más en servir al otro que en ella misma y eso se vio con el tiempo cuando el cáncer no la perdonó y le pasó la cuenta de cobro”, cuenta su hermana Sandra.
Para esta religiosa lo primero eran los niños, los jóvenes y su ferviente convicción espiritual. Le dedicó la mitad de su vida al servicio de los hijos de las familias víctimas del conflicto armado, de la trata de personas y de la explotación sexual en el departamento del Meta. A los 56 años el cáncer se la llevó a la eternidad.
Gladys nació en Villavicencio el 2 de agosto de 1962 en el corazón de una familia numerosa y humilde, siendo la segunda entre nueve hermanos. En el Colegio Bachillerato Femenino de esta ciudad se hizo bachiller con muy buenas calificaciones y contadora de la Universidad Central donde terminó sus estudios becada.
Durante cuatro años trabajó en Bogotá como contadora, pero “al darse cuenta de cosas inadecuadas que se manejaban empezó a entristecer”, recuerda su hermana Sandra. Sentía un profundo vacío que no llenaba con nada.
Al regresar a su tierra, encontró en su señora madre, Ana Lucila Rojas, un refugio con los grupos de oraciones en fundaciones y esa parte humana con la que empezó a construir su vocación al servicio.
“Mi madre, que fue por muchos años presidenta de la Legión de María, le dejó ese legado; nosotros desde muy pequeños veíamos que mi madre llegaba con heridos, gente de la calle y abuelitos, los bañaba y les daba de comer en la mesa”, recuerda Sandra.

Nosotros desde muy pequeños veíamos que mi madre llegaba con heridos, gente de la calle y abuelitos, los bañaba y les daba de comer en la mesa

En algún momento quiso incursionar en la política creyendo que iba en ayudar a un cambio social, pero pronto se dio cuenta que estaba equivocada y empezó a trabajar en la obra social Hogar de la Joven y a colaborar en las cooperativas con fin social, motivada por su señora madre.
Entonces se vinculó a ese grupo religioso, donde conoce a la hermana Graciela Gutiérrez, su fundadora, y “empiezan un nuevo camino en el amor a Dios y el servicio al prójimo”, dice su hermana Sandra.
El 11 de febrero de 1989 Gladys y Graciela fundaron la comunidad religiosa Misioneras Eucarísticas Sacerdotales (MES) con la bendición de monseñor Gregorio Garavito, en ese momento Obispo de la entonces Diócesis de Villavicencio.
Para la construcción del convento, en el parque Infantil de Villavicencio, dictaron cursos de bordados, de elaboración de ornamentos litúrgicos, vendieron empanadas, organizaron bazares y cuanta actividad les permitirá recaudar recursos.
Luego, Figueroa terminó sus estudios de filosofía y ciencias religiosas en la Universidad Santo Tomás y continuó su preparación a nivel pastoral para la preparación de sacramentos evangelizando niños de la calle en Bogotá donde vivió una experiencia que la llenó de alegría.
Debido a la violencia armada que se dispara en el Meta en los años 90, en el convento de Villavicencio albergaron a las primeras niñas en situación de alto riego, pero los espacios eran inadecuados. En 1997 conocieron al señor Ruperto Pérez, quien quedó impactado con la obra social que venían haciendo y les donó un lote en Acacías.
Allí, con el apoyo de benefactores construyeron el Hogar Niño Jesús, en el que por cerca de veinte años han beneficiado a centenares de niños y jóvenes. Figueroa fue incansable trabajando con los jóvenes en prevención de problemáticas como trata de personas, explotación sexual, enfermedades de transmisión sexual, gestación temprana, matoneo, sustancias psicoactivas, convivencia pacífica y violencia intrafamiliar.
Nunca le gustó figurar. Durante seis oportunidades alcaldes de Acacías y Villavicencio le quisieron hacer reconocimientos pero no le gustaban y si la condecoraban nunca iba a las ceremonias, mandaba delegadas.
Hace tres años cuando fue nominada a Mujer Cofrem en el Meta, se disgustó mucho con su hermana Sandra porque hizo un video para mostrar su obra social.
Lucy, otra de sus hermanas, dice que su hermana mayor “fue humilde y tomó las riendas de la casa y se convirtió en nuestra segunda mamá con sus ejemplos de vida, fue nuestra guía espiritual, nos ha dejado un gran legado del amor a Dios y del amor al prójimo”.

Fue humilde y tomó las riendas de la casa y se convirtió en nuestra segunda mamá con sus ejemplos de vida, fue nuestra guía espiritual, nos ha dejado un gran legado del amor a Dios y al prójimo

Desde su lecho de enferma, dice Sandra, que la acompañó como psicóloga en sus obras sociales durante los últimos diez años, logró dejar una casa para los sacerdotes jubilados que no tengan a donde llegar en Villavicencio.
Siempre fue agradecida, no se quejaba: “Yo soy un lápiz en las manos de Dios”, decía. Sus funerales se cumplieron este sábado a las 3:00 de la tarde en la parroquia San Benito, en Villavicencio.
Sandra recuerda que pese al cáncer ella vivía agradecida porque tenía ojos para ver, que otros no tienen y los pies para caminar; “sí pero tiene los pies inflamados”, le refutaba su hermana, ella respondía “otros no los tienen, yo sí y puedo comer y respirar”.
Decía “gracias Señor por todo lo que me dio” y “se fue feliz a encontrarse con él”, sostiene Sandra, quien expresa que su mayor impacto fue cuando a su hermana le quitaron su seno izquierdo. “Dos días después de la operación me llamó y postrada en la cama me dijo: ‘me tengo que ir porque tengo que trabajar con los niños’”.
Nelson Ardila Arias
Corresponsal de EL TIEMPO
Villavicencio
Twitter: @nelard1
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