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Centro COMParte, una nueva oportunidad para los que huyen de la guerra

Centro COMParte, de la fundación Proyectar Sin Fronteras, queda en el barrio Santa Rosa, al suroriente de Bogotá.

Centro COMParte, de la fundación Proyectar Sin Fronteras, queda en el barrio Santa Rosa, al suroriente de Bogotá.

Foto:Mauricio León/EL TIEMPO

Se ofrecen programas de emprendimiento, educación y cultura a quienes sobrevivieron al conflicto.

En una montaña del suroriente de Bogotá se encuentra el barrio Santa Rosa, donde conviven, hace varios años, tres tipos de población: desmovilizados de grupos armados, víctimas de la violencia y personas distantes del conflicto.
En medio de este entorno, y como dinamizador de integración, está Centro COMParte, un programa de la fundación Proyectar Sin Fronteras en el que se brinda un espacio para desarrollar proyectos de vida.
La fundación, que nació gracias a dos colombianos que estudiaban un posgrado en Francia, arribó a Santa Rosa en el 2007, por recomendación de la Alcaldía de Bogotá.
"Conocimos los diferentes grupos poblacionales que tenía el barrio y evidenciamos algunas dificultades, sobre todo en mejora de negocios sociales”, narró Diego Cárdenas, coordinador de la Fundación.
Leila es la profesora del curso de costura en el Centro. Llegó a Bogotá desde Caquetá por amenazas.

Leila es la profesora del curso de costura en el Centro. Llegó a Bogotá desde Caquetá por amenazas.

Foto:Mauricio León/EL TIEMPO

En el 2011, tras una evaluación en la que también participó la comunidad, nació COMParte, para responder a la falta de integración comunitaria y ocuparse de temas de emprendimiento, educativos y culturales.
En la parte empresarial, como varios de los microempresarios del barrio tienen negocios relacionados con confección, se conformó un salón de confección textil, con apoyo del Sena y de varias organizaciones francesas, que, en gran medida, donan recursos y materiales.
“Es un espacio para potenciar los negocios que ya existen y para formar a nuevas personas que quieran trabajar en la confección”, detalló Cárdenas.
Leila Vidal es una de las tantas personas que asisten a la sede del Centro, ubicada al lado de la parroquia Madre del Divino Amor, que sirve al sector. Esta mujer llegó desplazada hace 11 años a la capital desde Puerto Rico (Caquetá).
“En diciembre del 2005, recibí la última de varias amenazas que me hicieron. Me decían que debía irme por culpa de la labor social que hacía y me tocó dejarlo todo. Llegué a Bogotá a empezar de cero”, contó, al tiempo que reconoció que las advertencias contra su vida provenían de las Farc.

Valoramos lo que hace el Centro por nosotros: nos dan opciones para que salgamos adelante

En la capital colombiana, tuvo varios trabajos y después se metió de lleno en la confección textil. Hizo cursos, estudió diseño y compró cuatro máquinas de coser.
A sus 47 años, esa profesión le ha permitido sacar adelante a sus cuatro hijos y a su nieta. Y le abrió las puertas de COMParte, donde es profesora de 20 mujeres que quieren aprender a coser.
“Me gusta colaborarles a los demás, yo sé lo que es necesitar ayuda. Les aporto a mis alumnas con conocimientos y espero que los sepan aprovechar”, aseguró.
El centro también hace capacitaciones empresariales para que quienes quieren crear su propio negocio. Leila ha aprovechado esto y sueña con crear su marca. “COMParte nos ayuda a integrarnos como comunidad, a trabajar por el bien de todos”, afirmó.
Una de sus aprendices es María Hilda Ortiz, de 52 años. Asiste a las clases del curso de costura todos los martes, de 2 a 4 p.m. Los viernes, no falta a las prácticas libres. “Valoramos lo que hace el Centro por nosotros: nos dan opciones para que salgamos adelante”, destacó.
Bajo la marca ‘Olingo’, en el lugar se crean chaquetas, pijamas, bolsos y morrales, que se venden por catálogo. Los beneficios obtenidos se reinvierten en el proyecto para generar más estabilidad financiera.
En el programa de emprendimiento han participado 105 personas. Empezó con 35 microempresarios, se han formado 50 mujeres y actualmente 20 reciben clases.

Las otras labores

En el área educativa, COMParte trabaja con niños de entre 6 y 14 años, a quienes se les hace refuerzo escolar, pero no de manera tradicional: el trasfondo de los talleres, de la materia que sea, es la construcción de paz. Actualmente, hay 60 pequeños inscritos y en casa sesión asisten un promedio de 30.
Algunos de ellos fueron nombrados ‘gestores de paz’. La idea es que ayuden a otros pequeños y formarlos para que, en un futuro, tengan a su cargo el lugar.
El tema cultural, por su parte, se ha potenciado con proyectos de fotografía, de video, de break dance, de grafiti y, recientemente, de danzas afro, ya que en el barrio hay una población significativa de afrodescendientes. De estas capacitaciones han participado unos 100 jóvenes.

Francia, amigo del proyecto

El gobierno de Francia está muy relacionado con COMParte. La unión se debe a que Proyectar Sin Fronteras nació en ese país europeo y el primer financiamiento que se obtuvo fue de una universidad ‘gala’.
“Gran parte de los recursos humanos y económicos son de Francia. Y es que en la comunidad francesa existe una sensibilización muy grande por el tema de desarrollo y construcción de paz en Colombia”, resaltó Cárdenas.
En COMParte hay varios franceses trabajando. Adrien Sala (der.) es uno de ellos. Es voluntario y ayuda en los refuerzos y actividades de los niños.

En COMParte hay varios franceses trabajando. Adrien Sala (der.) es uno de ellos. Es voluntario y ayuda en los refuerzos y actividades de los niños.

Foto:

En la actualidad, diez personas colaboran en el Centro, la mitad son franceses voluntarios, quienes trabajan como para de un servicio cívico (modalidad subsidiada por el Gobierno francés).
“Creamos un espacio de encuentro y confianza en el barrio. Los habitantes se sienten seguros y comparten, y eso ha ayudado a la integración económica y social", aseveró Mathilde Bôl, una francesa que hace labores de servicio cívico en el Centro.
CAMILO HERNÁNDEZ M.
Redactor EL TIEMPO
En Twitter: @CamHerM
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