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Los voluntarios venezolanos que organizan ayuda humanitaria en Cúcuta

Los voluntarios almacenan 46 toneladas de alimientos en una  bodega de más de 150.000 metros cuadrado.

Los voluntarios almacenan 46 toneladas de alimientos en una bodega de más de 150.000 metros cuadrado.

Foto:Gustavo Castillo / EL TIEMPO

La fundación ‘Coalición Ayuda y Libertad’ vinculó a migrantes con la logística de estos aportes.

El pulso desatado entre Nicolás Maduro y el diputado opositor Juan Guaidó en torno al envío de las ayudas humanitarias, que se almacenan en la zona de frontera en Cúcuta, tiene en el anonimato a un grupo de voluntarios venezolanos cuya labor consiste en apoyar el acopio de estos alimentos y medicinas, donados la semana pasada por la Agencia de Cooperación de Estados Unidos (Usaid).
Estos 30 migrantes están adscritos a las filas de colaboradores de Coalición Ayuda y Libertad Venezuela, fundaciones sin ánimo de lucro que operan en Colombia y  presentadas el viernes pasado, por el diputado de la oposición del vecino país, Lester Toledo, como una plataforma ciudadana para ‘recuperar la democracia’.
“Esta iniciativa es un esfuerzo conjunto de países y organizaciones de la sociedad civil, que por solicitud del presidente ( e ) de la República y de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, están articulados para proveer la ayuda humanitaria”, indicó el político venezolano.
 
Estos extranjeros provienen de diferentes regiones de Venezuela, tienen edades que oscilan entre los 18 y los 60 años, y ejercían en su país oficios y profesiones como el derecho y la albañilería. Sin embargo, la deriva económica y política de la nación petrolera los reunió en los últimos años, junto a sus familias, en Cúcuta y su área metropolitana.
Uno de ellos es Armando Sánchez, un abogado de 49 años que trabajaba en los juzgados de Puerto la Cruz, Estado Anzoátegui (Venezuela). La delincuencia de su ciudad lo obligó a emigrar hace cuatro años y decidió radicarse en el barrio Villa Antigua, del municipio de Villa del Rosario (Norte de Santander).
Desde esta localidad fronteriza, este profesional ha trabajado en una fundación dedicada a resolver inquietudes legales en sus compatriotas, que se llama Venezolanos en Cúcuta, y ahora pasa sus horas organizando los alimentos y medicinas, que permanecen estancados en una bodega del puente internacional de Tienditas, ubicado a 10 minutos del centro de la capital nortesantandereana.
“Esto hace parte de una labor de Guaidó para crear una red de apoyo internacional que ayude a la transformación de mi país (…) Lo que estamos haciendo es apoyar la fase de almacenamiento a través de la organización de los kits de alimentos con productos básicos de la canasta familiar, para una vez se sepa cómo se va a hacer el traslado, sea más fácil la repartición”, indicó este ciudadano extranjero.
La jornada de trabajo de estos migrantes voluntarios, dentro de esta bodega que conforma este paso elevado de más de 150.000 metros cuadrados, se inicia sobre las 10 de la mañana y finaliza a las 4 de la tarde.
Durante este tiempo, las manos de estos extranjeros se encargan, junto con militares colombianos y funcionarios de la Unidad de Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd), de distribuir las más de 46 toneladas de alimentos -según el balance más reciente sobre estas ayudas- de tal forma que pueda alimentar a una familia venezolana conformada por cinco personas, durante un periodo de siete días. En total, estas contribuciones podrían aliviar el hambre de unos 10.000 ciudadanos del vecino país.
María Alejandra Briceño es otra colaboradora venezolana adscrita a esta iniciativa sin ánimo de lucro. Hace 38 años nació en Trujillo, Venezuela, y trabajaba como docente de preescolar en su país, cuando la presión de la crisis económica la obligó a huir de su hogar.
Ella completa más de cuatro meses radicada en el barrio Gualandaí, de Cúcuta, y no ha conseguido empleo. Sin embargo, le colabora a su esposo en la organización de eventos en la ciudad. Por ahora, la mayor parte de su tiempo lo está destinando a la elaboración de estos mercados, que como dice, ‘representan un grano de esperanza para salvar a su pueblo’.
“Estoy muy orgullosa de formar parte de esta historia de reconstrucción de mi país. Es un honor estar en esta etapa, que nos ayudará a salir de esta pesadilla. Estas donaciones se encargará de sanar el dolor de mis compatriotas y a emprender un camino que nos devolverá la democracia”, aseveró.
Esta migrante, vestida de gorra y camisa blanca, insignias de esta organización, precisó que la fuerza de las movilizaciones, como la prevista para mañana 12 de febrero como parte de las celebraciones por el Día de la Juventud en Venezuela, será la que rompa el cerco impuesto por Nicolás Maduro y facilitará la entrada de estas ayudas.
CÚCUTA
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