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Medellín

La dura labor de rescatar a los niños víctimas de explotación sexual

Los niños rescatados comienzan un proceso administrativo de restablecimiento de derechos. La idea es que se reactiven los vínculos con las familias, que son el principal apoyo para que no vuelvan a estar en una situación de desprotección.

Los niños rescatados comienzan un proceso administrativo de restablecimiento de derechos. La idea es que se reactiven los vínculos con las familias, que son el principal apoyo para que no vuelvan a estar en una situación de desprotección.

Foto:Cortesía Carlos Amórtegui / Unidad de Niñez Secretaría de Inclusión

En Medellín, se hacen jornadas para salvar a los menores de edad de los riesgos de la calle. 

Parados en una esquina, deambulando por las calles o sentados en las escaleras de algún emblemático lugar del centro de Medellín. Cobijados por el frío de la noche. Expuestos a numerosos peligros. Víctimas del abandono, la negligencia, el maltrato y el consumo de sustancias sicoactivas. Lejos de entornos que los protejan. Así están los niños y adolescentes que permanecen en las calles del corazón de la ciudad. Muchos de ellos cayeron en las garras de la explotación sexual comercial infantil.
Cuando la luz del sol empezó a desaparecer y a cambiarse por la luminosidad de las lámparas públicas. A pocas horas de que el centro comenzara a transformarse hacia su vida nocturna, un grupo de profesionales inició una cruzada: rescatar a estos menores de edad de una esclavitud cuyas cadenas son invisibles, representadas en un frasco de pegante o un ‘bazuco’.
Era jueves. El equipo se dividió para recorrer las calles del centro. Todos, integrantes del Instituto Colombiano de Bienestar Familia (ICBF), la Unidad de Niñez de la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos y la Policía de Infancia y Adolescencia, que trabajan conjuntamente para proteger los derechos de la niñez.
Caminaban lento y atentos por sectores como los bajos del viaducto de Prado, el parque Bolívar, la avenida De Greiff, Barbacoas, la Plaza Rojas Pinilla, Tejelo y la Plaza Botero, lugares donde la problemática se vive con fuerza.
La plegaria no solo era encontrar a los menores de edad que fueron identificados en trabajo de campo previo, una labor que realizan constantemente y que les permite saber los perfiles de cada niño. También, pedían que la llovizna se dispersara y no se convirtiera en un aguacero. El clima se puso de su lado. Entre el tumulto de gente que terminaba su jornada laboral y las personas que prefieren la vida nocturna del centro, se abrían paso para cumplir su meta.
Los profesionales mantienen constante presencia en los sectores donde se presenta la explotación sexual comercial de niños y adolescentes.

Los profesionales mantienen constante presencia en los sectores donde se presenta la explotación sexual comercial de niños y adolescentes.

Foto:Cortesía Secretaría de Inclusión Social de Medellín

A casi una hora de la llegada, se dio el primer rescate: una adolescente de 15 años, víctima de explotación sexual comercial, con alta permanencia en la calle y con abuso en el consumo de drogas. Pese a haber estado ya en procesos de restablecimiento de derechos, se ha evadido de las instituciones a las que ha sido remitida. Un vehículo, tras la autorización del defensor de familia, la trasladó hacia un lugar en el que se le brinde protección.

Hacia un sitio seguro

El primer acontecimiento de la noche dispersó un poco los ánimos, pues otros habitantes del centro dieron aviso sobre la presencia de las instituciones. Algunos aprovecharon para tomar un café antes de empezar un nuevo recorrido.
A su paso, encontraron mujeres, hombres y trans en ejercicio de prostitución que rodeaban los bares con música a alto volumen. Otras personas deambulaban por la zona con una bolsa negra que no separaban de sus labios o un frasco de pegante en la mano. Las miradas perdidas.
Los profesionales también encontraron palabras amables, abrazos y apretones de mano, expresiones de gentileza y agradecimiento de parte de muchos que los llamaban ‘profes’. Anita, Nacho, César y otros nombres sonaban con frecuencia. Son conocidos por la labor que cumplen en el centro y que muchas veces se traduce en una palabra o un gesto de apoyo.
En alguno de esos puntos estaba un pequeño de 13 años, con una sonrisa pintada en la cara y un pequeño bafle en su mano. Nació en Apartadó (Urabá antioqueño) pero desde los 9 años frecuenta las calles de Medellín. Relató que le gusta cantar champeta. Voluntariamente se acercó al carro para ser trasladado a una institución de protección.
Algunos minutos después, en el parque Bolívar dos historias ocurrieron de manera simultánea. Un adolescente de 15 años, sentado a la entrada de la Basílica Metropolitana, ya de puertas cerradas, suplicaba que no lo remitieran a un centro de atención. En su rostro se reflejaba el temor que sentía ante la idea de ser internado. Lágrimas surcaban su rostro, mientras dos de los profesionales lo abrazaban y le explicaban que todo lo hacían por su bienestar.
Trató de escapar. Finalmente, subió a otro de los vehículos, acompañado como en todos los casos de un representante de cada una de las instituciones que participaban de la jornada.
La idea es también prevenir que los niños más pequeños caigan en los riesgos que trae consigo la alta permanencia en la calle y ayudar a las familias a mejorar la calidad de vida.

La idea es también prevenir que los niños más pequeños caigan en los riesgos que trae consigo la alta permanencia en la calle y ayudar a las familias a mejorar la calidad de vida.

Foto:Cortesía Secretaría de Inclusión Social de Medellín

Familia, apoyo clave

En el otro extremo del parque, una mujer entregaba a su hijo de 6 años. Madre cabeza de hogar, se veía obligada a llevar al niño con ella a trabajar, pues no tenía quien lo cuidara. Sabía que estaba haciendo lo correcto, pero no pudo contener el llanto y tras un abrazo largo y fuerte, se separó de su pequeño, quien también lloraba.
Él fue remitido a un hogar de paso, donde será protegido, mientras se busca la manera de ayudar a la madre para que puedan tener una mejor calidad de vida. 
Todo bajo la premisa de que no se quiere quitarles los niños a las familias sino comprometerlas cada vez más para que garanticen sus derechos.
Casi a las 11 p. m., se logró el rescate de dos adolescentes más, de unos 14 y 15 años. Ambas, en condición de explotación sexual en un sector en el que abundan las personas en ejercicio de prostitución, así como vehículos particulares y de transporte público que transitan constantemente a baja velocidad. Los profesionales expresaron lo difícil que es la labor que desempeñan frente a ciudadanos que se prestan para alimentar la explotación de menores de edad.
En total, fueron seis rescates: tres hombres y tres mujeres. Un niño fue remitido a un hogar de paso y cuatro familias con niños en situación de trabajo infantil ingresaron al componente ‘Creciendo en familia’, que permite hacerle seguimiento a cada caso, para garantizar que los chicos permanezcan en las aulas de clase y no en las calles.
Así, se evita que estén cerca de los factores de riesgo.
La jornada terminó a las 12:30 p. m. Pero fue solo el comienzo de un largo proceso para garantizar la dignidad de los niños rescatados.

Entre 2012 y 2017 van registrados 631 casos

Según datos recopilados por la Secretaría de Inclusión Social, con corte a junio de 2017, se registraron 56 casos de explotación sexual comercial a niños y adolescentes.
En todo el 2016, se reportaron 165 casos. Los números ocultan una cruda realidad de violaciones a los derechos de los menores de edad. Entre 2012 y junio de 2017 van registrados 631 casos.
De acuerdo con Isabel Cristina Londoño, directora técnica de la Unidad de Niñez de la secretaría, ellos están sin acompañamiento de las familias, no han tenido apoyo, cuidado, ni amor, lo que los lleva a permanecer mucho tiempo en las calles. Incluso, algunas veces, conforman grupos para dormir en inquilinatos, pues no cuentan con un hogar.
Allí, el alto consumo de sustancias sicoactivas les puede generar trastornos mentales, como problemas de conducta, trastornos de la personalidad, trastorno afectivo bipolar o esquizofrenia, patologías psiquiátricas que requieren tratamientos especializados y el apoyo de la familia. Las niñas son el grueso de las víctimas, con un 87,1 por ciento de los casos promedio, entre 2012 y 2017, según el informe.
Asimismo, Julián Otálvaro Granada, defensor de familia, explicó que luego de los rescates, los chicos son remitidos a instituciones de protección dependiendo del perfil que tengan.
“En los casos en los que hay trastorno mental asociado al consumo de sustancia sicoactivas, los llevamos al programa de diagnóstico dual operado por una institución de salud especializada, supervisado por el ICBF”, expresó el funcionario, quien añadió que allí se inicia el restablecimiento de derechos y se busca la articulación familiar.
Las medidas inicialmente son por seis meses prorrogables por un año, pero si se requiere un proceso de desintoxicación y resocialización, puede demorarse más.
Durante el proceso, se permiten las visitas familiares y, dependiendo del avance, los chicos pueden ir los fines de semana a sus hogares para que se vayan adaptando de nuevo a su entorno. Cuando el defensor de familia lo ordene, pueden regresar a su núcleo familiar, con seguimiento del ICBF.

En los casos en los que hay trastorno mental asociado al consumo de sustancia sicoactivas, los llevamos al programa de diagnóstico dual operado por una institución de salud especializada

Para la atención de los niños y adolescentes víctimas de este delito, también se tienen otros espacios: Casa Vida 1, con capacidad para atender diariamente hasta 50 menores de edad en riesgo de explotación sexual comercial y Casa Vida 2, que brinda atención especializada bajo la modalidad de internado.
Con base en el informe de la secretaría de Inclusión, entre 2012 y el transcurso de 2017, las comunas con mayor número de víctimas fueron: Doce de Octubre (45), Aranjuez (41), La Candelaria (38) y Belén (36). Para quienes están en situación de desprotección hay una red de 13 instituciones que atienden en promedio 913 niños cada día.

Denuncia ciudadana es clave

Este sábado 23 de septiembre, cuando se conmemora el Día internacional contra la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes, las autoridades reiteran su llamado para que se denuncien los casos de vulneraciones a los derechos de los menores de edad.
Luis Bernardo Vélez, secretario de Inclusión Social, recordó que la tarea no le corresponde solo al Estado. Por ello, invitó a taxistas, comerciantes, hoteleros y ciudadanos en general a reportar los casos.
“Hay que romper la indiferencia que ha tenido la sociedad, los ciudadanos muchas veces, por temor, apatía o porque la violencia se les volvió paisaje, no denuncian”, anotó el Vélez.
Ayer, en el centro, se hizo una representación teatral para mostrarle a la gente la urgencia de proteger a los niños de la explotación sexual.

Ayer, en el centro, se hizo una representación teatral para mostrarle a la gente la urgencia de proteger a los niños de la explotación sexual.

Foto:Cortesía Secretaría de Inclusión Social de Medellín

Las denuncias se pueden hacer por medio de la línea 123. Allí, profesionales como sicólogos y trabajadores sociales harán seguimiento a los casos y activarán las rutas de atención.
En la ciudad, se viene haciendo un trabajo articulado entre las distintas instituciones para atacar este delito, que puede implicar penas de 14 a 25 años de prisión y multas de 67 a 750 salarios mínimos legales mensuales vigentes, según el Código Penal.

Hay que romper la indiferencia que ha tenido la sociedad, los ciudadanos muchas veces, por temor, apatía o porque la violencia se les volvió paisaje, no denuncian”

Este 23 de septiembre, como parte de la conmemoración, a las 6 p. m., se hará una caminata para promover el concepto de la familia protectora. La marcha empezará en la Plazoleta Botero y finalizará en el Centro de Atención Integral a Víctimas de Abuso Sexual de la Fiscalía (Caivas), donde se hará un acto simbólico de reconocimiento a esta problemática y la necesidad del compromiso por parte de la ciudadanía para su erradicación.
Aunque las autoridades consideran que las denuncias han aumentado, hace falta mayor compromiso de las personas para lograrlo.
HEIDI TAMAYO ORTIZ
Redactora de EL TIEMPO
@HeidiTamayo
MEDELLÍN
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