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Medellín

Escribir: el vicio y el oficio de Memo Ánjel

Su primera novela, ‘Mesa de judíos’ fue también la primera que le tradujeron al alemán.

Su primera novela, ‘Mesa de judíos’ fue también la primera que le tradujeron al alemán.

Foto:Mateo García

El antioqueño presentó ‘Mesa de judíos’, un libro de seis cuentos publicado por Palabras Rodantes.

Memo Ánjel anda caminando por ahí. Él siempre va con un paso lento, sin afanes, pensando y observando lo que hay a su alrededor. Siempre, o por lo menos así lo recuerdo, con un libro en la mano.
Y cuando no va caminando por ahí, está sentado en el mismo lugar de la Universidad Pontificia Bolivariana (allí es docente) leyendo o escribiendo. Siempre, o por lo menos así lo recuerdo, tomando tinto y fumando cigarrillo.
Es un tipo respetado por sus estudiantes y los demás profesores, entre otras cosas, por ser escritor y un gran lector. Y es que en una sentada con él, o en una clase, puede mencionar más de 20 libros o autores. Así como puede contar alguna anécdota sobre algo que escribió en algún momento: “alguna vez escribí un libro sobre…”.
Hace unas semanas presentó su nueva obra. Se trata de Reunión en casa, una publicación elaborada por el Metro de Medellín a través del programa Palabras Rodantes. Esta es la edición 81.

Escribir es un oficio, y al mismo tiempo un vicio. Si no escribo, es como un faltante porque entre más escribe uno, más necesario se vuelve

Memo quiso ser escritor cuando comenzó a estudiar Comunicación, carrera a la que ingresó para seguir los pasos de una muchacha que le gustaba.
Él no sabía con qué se iba a encontrar, pero se dejó atrapar por el arte de contar historias. Durante los años de universidad escribió los primeros cuentos, que fueron publicados en suplementos de la ciudad.
Así comenzó una carrera que tiene como fruto más de 20 libros de ensayos, cuentos y novelas. Carrera que hoy sigue construyendo o, mejor dicho, escribiendo letra a letra, porque la escritura se volvió parte fundamental de su vida.
Cuenta que escribe una literatura muy para minorías. Sus historias están marcadas por la cultura judía, y trata de contar quiénes fueron los que llegaron al Caribe, entre otras razones, para reivindicar a los sefardí. Memo es de origen judío. Él es un judío que creció en el barrio Prado de Medellín.
Por esta razón sus historias también están en la ciudad, porque considera que narrar la ciudad es saber dónde está parado uno. “Me ha gustado mucho la ciudad, el 90 por ciento de los temas que escribo son urbanos, porque en las ciudades se permiten todo tipo de historias. Las ciudades son un montón de realidades juntas”, explica Memo.
Agrega que para la creación literaria es fundamental tener un crítico muy fuerte, que quiera que el escritor lo haga de la mejor manera. Para eso cita a un editor en Zürich que le dijo: “Yo le publico si usted me cuenta algo que yo no sepa”. Eso lo obligó a investigar diferentes temas.

Me ha gustado mucho la ciudad, el 90 por ciento de los temas que escribo son urbanos

Un día puede escribir de aviones, otro de barcos y otro de trenes. “Nadie me había criticado aquí. Él me criticó y me puso a escribir en forma”, recuerda Memo.
Para escribir, explica, hay que tener historias. Su base es la familia: “En toda familia hay sabios, putas y bandidos”, comenta.
Reunión en la casa es un laboratorio. Allí hace una demostración de que se puede escribir cuento norteamericano, alemán y judío, tratando todos los temas posibles en seis relatos.
"En Reunión en la casa nos ofrece, en seis cuentos, una muestra de ese mundo, mágico por su resonancia bíblica y por la poesía de las costumbres judías, expresada en el amor de los extraños solidarios en el país de los otros, fascinante por la manera pausada y sutil como expresa problemas esenciales en asuntos aparentemente simples. En medio de los cuentos judíos hay dos cuentos norteamericanos que proponen el olor de las atmósferas faulknerianas y esa sensación de que debajo de la historia subyace la desolación de la existencia", escribió Luis Fernando Macías, quien está a cargo Palabras Rodantes, en el prólogo.
Memo sigue escribiendo. No puede dejar de hacerlo. Aún le faltan muchas historias por contar. Aún faltan muchas historias de Memo Ánjel por leer.
“Escribir es un oficio, y al mismo tiempo un vicio. Si no escribo, es como un faltante porque entre más escribe uno, más necesario se vuelve”, sentencia el docente, el escritor.
MATEO GARCÍA
Para EL TIEMPO
Medellín
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