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Mi vida después de una mastectomía

"Asumí mi cáncer como un aprendizaje. Me lo diagnosticaron a los 47 años, pero no renegué", dice Leyla Rocío Galvis.

"Asumí mi cáncer como un aprendizaje. Me lo diagnosticaron a los 47 años, pero no renegué", dice Leyla Rocío Galvis.

Foto:Carlos Ortega/El Tiempo

Cinco mujeres cuentan cómo les cambió la vida el cáncer de mama.

El dato es aterrador: en alguna parte del planeta, cada 30 segundos una mujer fallece por cáncer de mama. En Colombia la cifra no es menor. Cada año se detectan 7.627 casos, de los cuales 2.226 terminan con la muerte, según informes del Breast Cancer Research Foundation, la Organización Mundial de la Salud y la Liga Colombiana Contra el Cáncer.
A estas mujeres, sobrevivientes, la enfermedad no solo les trastocó la vida, sino que les mostró un camino que pasa por su propio reconocimiento y por amarse más a sí mismas. Aquí nos cuentan cómo hicieron para recomponerse después de una mastectomía que parecía el fin de su mundo. Pura resiliencia y valor.
Silvia Restrepo
Voluntaria de la Fundación Ámese (Apoyo a Mujeres con Enfermedades del Seno)
“Soy sobreviviente de cáncer del seno derecho desde hace seis años. A los 32 pasé por una mastectomía completa con reconstrucción mamaria. Antes de la enfermedad estaba en un muy buen momento de mi vida: tenía un gran trabajo (era la gerente de comunicaciones en Pernod Ricard) y preparaba mi boda. Pero era irresponsable con mi salud. Recuerdo que me estaba probando el vestido de novia cuando me sentí una bola en el seno y no le presté atención. Tardé tres meses en consultarlo con el médico.
Superado el cáncer sufrí una fuerte depresión y quise replantear mi vida, así que creé mi propia empresa y me retiré de mi antiguo trabajo. Dicen que el 60 por ciento de las parejas que afrontan esta enfermedad terminan separándose, pero mi esposo y yo nos unimos más.
Lo paradójico es que tuve que perder un seno, mi pelo y subir 20 kilos de peso para amarme en serio. Ahora tengo una vida normal y hago ejercicio. Cuando corro limpio mi mente de pensamientos negativos, me siento libre y bien acompañada, porque voy al lado de muchas otras guerreras.
Claudia Cuartas
Directora de la Fundación Ámese
Todo comenzó en los días que planeaba con mi esposo hacerme una inseminación artificial porque no quedaba embarazada. Era abril del 2006. El primer día de ese mes sentí una bolita en el seno. No me preocupé porque solía tenerlas, pero por recomendación de mi hermano llamé a mi mastólogo, Elías Quintero. Me hicieron una biopsia y, tres días después, lo supe.
Mi cáncer estaba en estadio tres y era triple negativo, es decir, no reaccionaba a hormonas. Recuerdo que cuando desperté de la cirugía de la mastectomía total de mi seno izquierdo lo primero que le pregunté a mi mamá era cómo estaban mis pestañas. Y ella soltó una carcajada. Lo paradójico es que uno saca cita para arreglarse las uñas o el pelo, pero ¿cuándo para consultar al ginecólogo?
Después de una mastectomía hay vida. Tener cáncer no es nada chistoso y no creo que sea mejor persona por haberlo sufrido, pero sí empecé a hacer las cosas que siempre había soñado, como la labor social. Y no me olvidé de mi deseo de tener hijos. Adopté a Daniela, de 4 años, y a Felipe, de 11. Y hace dos meses, tras la muerte de una amiga por esta enfermedad, volví a recordar mi propósito de vida: renuncié a ser corredora de bolsa y asumí como directora en Ámese.
Jhany Rodríguez
Cuidadora
“Uno cree que esta enfermedad les ocurre a otras mujeres, menos a uno. Y no es cierto. Nadie está exento. Tras el diagnóstico lo que más aprendí fue a valorar la espiritualidad, a pasar más tiempo con mi familia y a no darle tanta importancia a lo material.
Me detecté una masa dura en uno de mis senos y luego de una mamografía y una biopsia el mastólogo me confirmó que era maligna. Por fortuna estaba en el estadio inicial. Me quitaron el seno, pero el mismo día me lo reconstruyeron. No necesité quimioterapias ni radioterapias, pero hoy tomo un medicamento y estoy pendiente de cualquier cambio en mi cuerpo.
Con la reconstrucción mamaria me siento mucho mejor. Me la practicaron en el Instituto Cancerológico en Bogotá. Cicatricé muy bien y a los dos meses retomé mis actividades cotidianas (cuido a personas mayores en condiciones de discapacidad). La dermatocosmiatra Sol Volcán me diseñó la areola en tres sesiones de micropigmentación. Se ve muy natural. Ahora me siento feliz cuando me miro al espejo.
Marta Cecilia
Restrepo M.
Creadora de Trinidad
"Tuve cáncer hace diez años y me hicieron mastectomía radical del seno izquierdo. No me lo reconstruí porque era necesaria la quimioterapia para preservarlo, pero no me aseguraban que fuera efectiva. Otra razón es porque no me sentí mutilada, pues no creo que la feminidad esté en los senos o en el pelo. En cambio, opté por tatuarme en esa zona una flor de loto que simboliza mi renacer.
Me dediqué a trabajar mucho en mí porque el cáncer es doloroso, pero no se le puede dar solo manejo médico, requiere apoyo emocional. Así nació Trinidad, mi empresa, que se dedica al acompañamiento con terapias expresivas o de las artes (danza, musicoterapia, aromaterapia, entre otras). Mi formación es en bacteriología e inmunología, pero estoy dedicada a las artes complementarias en salud porque me di cuenta de que la mente es la que manda y necesitamos aprender a regular nuestros pensamientos, emociones y sentimientos para lograr una sanación integral".
Leyla Rocío Galvis
Asumí mi cáncer como un aprendizaje. Me lo diagnosticaron a los 47 años, pero no renegué. Uno de los momentos más difíciles fue ver cómo había quedado tras la mastectomía radical de mi seno derecho. Fui cobarde. Empecé a mirarme de reojo frente al espejo hasta que una noche me vi y lloré porque me sentí incompleta. Pero gracias al apoyo terapéutico de la Liga Colombiana Contra el Cáncer he aprendido a cuidar mi autoestima.
En este proceso me han ayudado mucho los grupos de apoyo de yoga terapéutico y pintura en los que comparto mi historia con otras mujeres que también están en la lucha. El yoga, por ejemplo, me está sirviendo para centrarme y para darme tiempo, porque yo, que he trabajado en el sector financiero, no me he sentido con fuerzas para retornar al ambiente laboral. Han pasado dos años desde el diagnóstico y estoy más tranquila, fortalecida y muy agradecida por cada nuevo día.
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