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Mamás primíparas a los 40

Luz Adriana Neira, de 50 años, dice que quería vivir el único amor que le faltaba, el de mamá. A los 47 años y medio tuvo a Mía.

Luz Adriana Neira, de 50 años, dice que quería vivir el único amor que le faltaba, el de mamá. A los 47 años y medio tuvo a Mía.

Foto:Nicolás Hernández/ Santaluna

Cada vez son más las razones por las cuales las mujeres posponen su anhelo de tener hijos.

Para Luz Adriana Neira es normal que cuando la ven con Mía, su hija de 2 años, crean que es su abuela. ‘No, amor, yo soy la mamá’, le contesta al curioso de turno. Es más, reconoce que se divierte al ver que la otra persona se siente algo avergonzada. Ella solo se ríe y aclara que más se incomodaba a los 23 años, cuando la presionaban para tener hijos. “Dios mío, era muy joven y me planeaban la vida. Es que eso es muy de la sociedad colombiana; no pasa en todo el mundo”, apunta esta bogotana que vivió en Suiza, donde estudió arte clown. “Y ¡qué les importa! –prosigue–. La decisión de cuándo ser mamá es tan individual. Lo importante es estar seguros. Lo que digan los demás importa cinco”, sostiene Neira, más reconocida como la Doctora Clown.
Fue mamá a los 47 años y medio con su gran amigo, Mark Wiesendanger. “Yo me la he pasado ocupada, estudiando o trabajando, pero con él sí me dieron ganas de tener un bebé”, confiesa. Habían terminado su relación sentimental cuando ella le propuso ser padres. Antes de Mark estuvo 13 años sola y por eso al acabar su historia de amor, ella, que tenía más de 40 años, creía que no cumpliría su sueño de ser mamá. “De ahí a conocer una nueva pareja, ¿a qué horas?”, anota con humor.
Por eso dos años después de la ruptura, cuando se sintió capaz de volver a ver a Mark y de ser amigos, se atrevió a lanzarle esa bomba de propuesta: ‘Recuerda que yo quiero ser mamá. ¿Me ayudas? ¡Hagámoslo in vitro!”. Tenía 45 años y estaba sola porque se había ocupado de dar felicidad a su familia y a otros, menos a ella misma. “Pensé en adoptar, y en el Icbf, después de llenar los papeles, me hicieron sentir la más: la más pobre, la más sola, la más vieja. Me dijeron que con mi sueldo no podía mantener a un hijo y que a una mujer sola no le daban niños y que tan vieja, si acaso, uno de 10 años”. Esa respuesta todavía la desconcierta porque por su trabajo en terapia de risa con pequeños hospitalizados ha visto cómo muchos están enfermos, sin cariño, y se les va la vida, literalmente, a la espera de un hogar que los acoja.
Mía, su hija, fue concebida por fecundación in vitro en el primer intento, pero llegar a eso no fue fácil, porque a pesar de su deseo, Luz Adriana pensaba que a los 40 estaba vieja para criar, esto a pesar de que “ser madre a esa edad o incluso a más años se ha vuelto común”, según sostiene Juan Carlos Mendoza, ginecobstetra especialista en reproducción humana. Es más, “la Organización Mundial de la Salud dice que es viable embarazarse hasta los 50”, agrega el especialista.
A los 43 años Renata Cabrales se convirtió en madre de Mila. Su parto fue natural.

A los 43 años Renata Cabrales se convirtió en madre de Mila. Su parto fue natural.

Foto:Diego Santacruz/ CEET

Son otros tiempos. Los conceptos de vida han cambiado y “el embarazo se pospone, entre otras razones, porque la mujer quiere crecer profesionalmente y además porque ahora no es tan fácil conseguir pareja ni tampoco comprometerse a crear una familia. La gente quiere planear la vida hasta por tres generaciones más y ha perdido el sentido de la aventura”, insiste Mendoza, director general de Asociados en Reproducción Humana.
Estas decisiones que podrían considerarse tardías tienen su efecto: las mayores de 40 son consideradas por la obstetricia pacientes de alto riesgo. “Presentan estadísticamente más complicaciones que las menores de 35 años. Estos riesgos son hipertensión asociada al embarazo y mayor probabilidad de desarrollar diabetes gestacional, al igual que mayor probabilidad de complicaciones en el momento del parto”, explica Liliana Munévar, ginecobstetra y subespecialista en medicina reproductiva. Además, tienen más probabilidad de enfermedades preexistentes que pueden complicar el embarazo como son la hipertensión arterial crónica e hipotiroidismo, en caso de no estar controladas en el momento del embarazo.
Pero esto no significa que no deban ser madres. “Deben tener un control médico estricto y seguir las indicaciones médicas que pueden llevar a disminuir estos riesgos”, precisa Munévar. ¿Y los riesgos para el bebé? “La evidencia muestra que aumenta el genético, principalmente, por los cambios y el envejecimiento del óvulo.
Lina Patricia Villabona se embarazó a los 40 años, tras el tercer intento de un tratamiento in vitro. Su hijo Juan José tiene un año

Lina Patricia Villabona se embarazó a los 40 años, tras el tercer intento de un tratamiento in vitro. Su hijo Juan José tiene un año

Foto:Carlos Ortega/ El Tiempo

La alteración genética más frecuente y conocida es el Síndrome de Down, que se ha visto relacionado con la edad de los óvulos, siendo el riesgo de 1 en 60 nacimientos, a los 42 años”, sostiene la experta.
Sin embargo, existen técnicas para estudiar los embriones y detectar problemas incluso antes de lograr el embarazo. En algunos casos se pueden usar óvulos más jóvenes (congelados años antes o donados) para no tener estos riesgos genéticos propios de la edad de los óvulos.
Ahora bien, sin importar la edad, antes del embarazo se deben tener hábitos de vida saludable, peso adecuado y control de las enfermedades preexistentes. Al igual que en las menores de 40, hay que ser consciente de los cambios emocionales, físicos y en la vida diaria que se tendrán con un bebé. Aunque para este grupo de mujeres muchas veces es fácil la adaptación porque ya han experimentado cambios como la independencia del hogar paterno y la libertad que dan los viajes.
Además, después de los 40 años se supone que la mujer está más consciente y más preparada psicológica y económicamente para recibir a su hijo. Tiene claro si quiere ser madre sola o acompañada y se prepara intelectual, física y emocionalmente más. Es el caso de Lina Patricia Villabona, de 41 años. Ella, enfermera del hospital Santa Fe de Bogotá, con especializaciones en enfermería pediátrica, derecho médico y una maestría en bioética, insiste en que su decisión de ser mamá no fue improvisada. Lo quería intentar tras una pérdida por un embarazo ectópico.
“No quería un bebé para sentirme acompañada, sino porque el instinto maternal se me despertó por mi trabajo con niños, aunque reconozco que sufrí mucha presión familiar para que me embarazara", cuenta esta enfermera.

Después de los 40 la mujer está más consciente y más preparada psicológica y económicamente para recibir a su hijo.

Uno de los mayores temores de ser madres a esta edad es, precisamente, el miedo a perder la autonomía e independencia por el cambio de prioridades y responsabilidades que conlleva cuidar de un nuevo ser. “Cuando me enteré de que estaba embarazada me asusté, no sabía qué hacer y como una adolescente de 13 años, lloraba toda la noche. Para mí, que soy tan entregada a mi trabajo, cuidar a un bebé representaba un gran desafío”, confiesa la periodista Renata Cabrales, de 43 años.
Ella no buscaba ser madre. Su embarazo no fue el resultado de una relación estable y duradera como lo hubiera querido, sino de una “relación pasajera, pero bonita”. Su ginecóloga fue quien le ayudó a entenderlo como un milagro que, en efecto, lo era porque debido a su hipotiroidismo y ovario poliquístico y a una anemia, que había sufrido meses antes, se reducían sus posibilidades de ser mamá.
Mila se convirtió en su mayor motivación, dice Cabrales, quien divide su tiempo entre su trabajo en la consejería de comunicaciones de la Alcaldía de Bogotá, el Centro Gabo, que preserva el legado y la memoria colectiva de Gabriel García Márquez, y las clases que dicta en universidades. Y como para que no quede duda de que su nueva condición no la limita, planea viajar al exterior a estudiar inglés, por supuesto, acompañada de su hija.
No siempre ser mamá después de los 40 de manera espontánea resulta así de fácil. La biología tiene sus límites. “La calidad ovulatoria en la población en general es menos buena al final de las etapas de la vida, porque la selección natural hace que los óvulos que quedan sean los menos adecuados, con lo cual la oportunidad de embarazarse disminuye”, apunta Mendoza.
María Isabel Monroy, de 45 años, es madre de los mellizos María José y Juan Pablo, de 3 años y medio.

María Isabel Monroy, de 45 años, es madre de los mellizos María José y Juan Pablo, de 3 años y medio.

Foto:Juan Manuel Vargas/ El Tiempo

Las posibilidades cambian, y de qué manera. Se calcula que en la adolescencia hay cerca de 400.000 óvulos disponibles y se gastan en promedio mil por mes para que haya uno ovulatorio (con posibilidad de embarazo). “Miren la ineficiencia de producción del ser humano: 400.000 óvulos alcanzan para cerca de 400 menstruaciones que equivalen a 35 años de vida reproductiva”, advierte el ginecólogo. La producción de óvulos disminuye con los años y esto juega en contra de cualquier mujer. “En el caso de no lograr el embarazo de manera natural después de intentarlo por más de seis meses, se recomienda consultar a un especialista, quien evaluará la reserva ovárica de la mujer”, aconseja Munévar. Así lo hicieron María Isabel Monroy y su esposo. Ellos, que llevan 14 años juntos y en un comienzo no querían ser padres porque se sentían “cómodos solos”, a los 40 años no pudieron de manera natural y acudieron a la fertilización in vitro.
Aunque Monroy disfrutó su embarazo de mellizos, confiesa que hubiera preferido vivirlo en condiciones normales. “Un tratamiento de fertilidad es costoso y no te garantizan que sea exitoso”, agrega. Lo intentaron dos veces. Cada una con una inversión cercana a los 25 millones de pesos. “En una quincena podíamos gastar cerca de dos millones de pesos entre medicamentos y dieta", recuerda. Pero su experiencia más dolorosa fue ver a sus bebés prematuros en la unidad de cuidados intensivos. “Tenerlos en una incubadora por dos meses y medio, llenos de cables y tubos y solo poder cargarlos hasta el mes de su nacimiento me permitió darme cuenta de mi egoísmo porque los expuse y yo también me puse en riesgo; me dio una preeclampsia severa”, recuerda esta instrumentadora quirúrgica de la Clínica Santa Fe de Bogotá.
Esa difícil experiencia la hace recordar que a los que nacen por un tratamiento de fertilidad los llaman bebés de alto valor social. “Y tienen razón –agrega–. Cuando salimos de la clínica, a los dos meses y medio, la cuenta por el cuidado de uno de ellos iba por 516 millones de pesos y la del otro por 580. Si uno no cuenta con un seguro, ¿cómo sobreviven estos bebés?”. Y a esto súmele el tratamiento del Plan Canguro que siguieron hasta que caminaron y dijeron sus primeras palabras. “Por fortuna, es un plan patrocinado por el Gobierno”, agrega Miguel Ángel Tovar, su esposo.
Cuando una mujer toma conciencia de todo esto, seguramente reflexiona y, si quiere tener hijos a los 40 años, analiza los problemas y riesgos de llevarlo a cabo. La cuestión es que si quiere embarazarse cuente con las probabilidades y los recursos necesarios para que lograrlo no resulte tan complejo y desgastante en lo emocional, físico y en su propio bolsillo.
Flor Nadyne Millán M. 
Revista CARRUSEL
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