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Carrusel

El viaje de Toya Montoya

Entrevista Toya Montoya con Revista Carrusel

Entrevista Toya Montoya con Revista Carrusel

Foto:Il Retallack

La meta de la modelo samaria para 2018 es descubrir los lugares de ensueño que esconde Colombia. 

Laura Patiño
Subiendo a La Cumbre Epopeya, una finca con paisajes de ensueño en Suesca, Cundinamarca, a 2.900 metros de altura sobre el nivel del mar y a hora y media de Bogotá, el carro que nos lleva se vara en plena cuesta. Toya se baja y emprende el ascenso a pie por una loma escarpada desde la que se aprecia el farallón que pueden escalar los amantes de este deporte y donde practican los colombianos que han coronado el Everest. Ella se goza el camino porque se siente en su salsa, conociendo un destino al aire libre. A pocos metros está Niddo, un campamento de lujo inspirado en el glamping (glamorous camping) de los safaris en África y hecho a la medida de los que prefieren un turismo guerrero, pero no tanto.
Esta modelo, bogotana de nacimiento, samaria por adopción y ciudadana del mundo por decisión, disfruta tanto viajar que por esa pasión acaba de lanzar 'Toya The Traveller', el canal de Youtube donde cuenta sus experiencias.
Niddo está en la cima de una montaña rodeada por un bosque nativo y lo conforman carpas con camas cómodas, calentador de ambiente, baño y fogata privados y alimentación con productos locales. El sitio le trae gratos recuerdos a esta mujer de 33 años que divide su tiempo entre Colombia e Ibiza, España, donde vive con su novio, el empresario belga Doumi Busturia y donde acaba de ser nombrada embajadora e imagen del conglomerado de diseñadores que hacen parte de Adlib Ibiza. Toya es la primera extranjera a quien le hacen ese reconocimiento.
¿Por qué le gusta el glamping?
Disfruto estar al aire libre y en contacto con la naturaleza y esta es una buena opción de acampar en un lugar con todas las comodidades. Lo he hecho en carpas más glamurosas que otras, y esta me gustó además porque es una de las pocas opciones de este estilo en Colombia.
¿Cuál es el que más recuerda?
Uno que visité en Perú con mi novio, a donde fuimos para recibir el año nuevo. Hicimos trekking por las montañas, no por el tradicional Camino del Inca, sino por otro donde no había más personas salvo mi novio, el guía y un equipo que instalaba la carpa con todas las de la ley. Fueron cuatro días de caminatas de 10 horas por Los Andes en donde lo más alto que subimos fue a 4.600 metros.
¿Por qué le gusta este tipo de turismo?
Porque me encanta respirar al aire libre. En esa oportunidad recibimos el año nuevo en la comunidad indígena Quishuarani. Prendimos una fogata y como no teníamos electricidad ni pila en el celular ni nos enteramos cuándo se acabó el año. Nos acostamos a dormir y al día siguiente hicimos un ritual, escribimos nuestros propósitos y sueños y los lanzamos al río y quemamos lo que queríamos dejar atrás.
¿De quién heredó esa pasión viajera?
No sé... En mi casa no son tan viajeros. Siempre salíamos en vacaciones con mis padres, hacíamos grandes paseos, pero no como otras familias que son nómadas y se mueven por todo lado.
¿Pero alguna persona la ha inspirado?
Mi tío Bernardo Maya. Cada año se programa para un viaje de tres meses a algún lugar del mundo. Viaja solo, con su familia, en grupo o con quien sea, pero le gusta salir. Con él me identifico muchísimo porque vive y siente de la misma manera que yo, en el sentido que esta es la única vida que conocemos y hay que disfrutarla al máximo. Es como un niño, vive todo con tanta emoción, todo le parece ¡wow! No ha perdido la capacidad de asombro.
¿Cuándo se sintió atraída por los viajes?
Desde que me gradué del colegio, pero más cuando salí de la universidad, a los 21 años, y me fui a vivir a México. Era la primera vez que vivía sola y me sentía libre. Fue cuando me dediqué al modelaje como profesión. Tenía mis medios para hacer lo que quería y en México hasta el pueblo más pequeño y cercano a Ciudad de México tiene su encanto.
¿La aventura que más recuerda allí?
Cuando fui en moto a Valle de Bravo, a dos horas de Ciudad de México, con unos amigos que acababa de conocer. Este es un lugar a donde llegan miles y miles de mariposas monarcas desde Canadá en cierta época del año. Era como una fantasía verlas volar alrededor de nosotros.
Ha conocido 36 países, ¿cuál es el que más le ha impresionado?
Bután. Es chiquitico y mágico y está entre Nepal, India y China. Tiene 700.000 habitantes, un reino y un gobierno y su meta es que todo mundo sea feliz. Así mide la calidad de vida de su gente. Todos tienen acceso a salud, educación y alimentación. Está prohibido matar animales, no se fuma y se promueven los cultivos orgánicos. Es como el paraíso, porque nos enseña que no solo hay que sacarle a la Tierra, sino devolverle. Cuando nació el hijo de los reyes, plantaron miles de árboles en su honor.
Su lugar favorito en el mundo...
Santa Marta, porque lo tiene todo: la ciudad es hermosísima, tiene gente increíble, montañas, la Sierra Nevada, ríos y el Parque Tayrona. Solo le falta el desierto, pero está cerquita, en La Guajira. Cada vez que la visito me sorprende más, porque yo que pasé allí mi infancia descubro lugares que no conocía.
Y ese destino que sueña conocer...
Marruecos. Lo tengo en la mira hace mucho tiempo. Saqué la visa por unos días y me la dieron, literal, de jueves a domingo, pero no pude ir. Me fascina su cultura, colores y olores.
¿Quién le patrocina los viajes?
¡Yo! He trabajado desde los 14 años y me gasto mi plata en viajes. No compro nada material. Alguna vez, en Las Vegas, Estados Unidos, me compré una cartera cara y me deprimí porque me pareció absurdo lo que hice porque yo siempre he usado mochila. Respeto a quienes compran cosas costosas y eso les llena la vida; recuerdo que mi papá me miró con una cara de ’yo no lo puedo creer‘ y me dijo: ‘Yo no te he criado para que hagas esa imbecilidad. ¡¿A ti qué te pasa, en qué mundo vives?!‘ Con lo que gasté en esa cartera Louis Vuitton pude haber viajado ¡ufff!
¿Para conocer el mundo es necesario tener mucha plata?
Viajar no es carísimo si uno se organiza con tiempo y compra los tiquetes y las estadías en hoteles para ir en temporada baja. Cuando viajo sola no gasto en hoteles porque me la paso más conociendo afuera; necesito apenas una cama cómoda donde dormir. Pero cuando viajo con mi novio sí invertimos en alojamiento porque él se dedica a la hotelería y nos quedamos en sitios que le aporten a lo que él hace. Y lo otro es que para viajar uno no tiene que cruzar el océano o subirse a un avión, porque para mí viajar es atreverse a salir de la rutina y descubrir paisajes nuevos y a estos se puede llegar echando dedo, en flota, carro o como toque.
Imagen 2 entrevista Toya Montoya con revista Carrusel

Imagen 2 entrevista Toya Montoya con revista Carrusel

Foto:Il Retallack

¿Cuáles son esos fiascos que ha pasado en sus travesías?
En mi viaje a Ámsterdam, en los Países Bajos, hace más de un mes, no me llegaron las maletas. Fui la única persona de ese vuelo a la que no le llegó el equipaje, ¡o sea! Me tocó poner la queja en holandés porque nadie hablaba inglés, y fue complicado. Pedí una hoja de reclamo y traté de llenarla como pude. Pero esperé confiada y las maletas me llegaron al día siguiente al hotel. Y alguna vez cambiando plata en Praga, en la República Checa, o en Budapest, Hungría, no recuerdo, me robaron porque uno no sabe convertir y confía en la gente. Consejo: cambiar dinero en moneda local y siempre en un lugar oficial.
En cualquier aventura uno corre el riesgo de perderse...
Sí, siempre pasa. En Japón me dio miedo. El metro es una locura, no hay nada similar y la mayoría de japoneses no habla inglés. Yo viajaba con mi equipo, pero quería pasear sola, me perdí entre línea y línea del metro y la gente no sabía explicarme. Por fortuna, hoy día, el celular te soluciona muchas cosas y por eso debes contemplar en tu itinerario que te vas a perder, y cuando pase, tomarlo con calma.
¿Cuál forma de viajar disfruta más: sola, en familia, con la pareja o amigos?
Soy más de viajar sola, en pareja o grupos pequeños. Mi familia es muy grande. Hace poco fuimos a Aruba, pero poner de acuerdo a 60 personas era complicado. Uno pierde mucho tiempo en el proceso. Me gusta viajar en grupo cuando voy a estar en un lugar donde no hay tantas cosas para hacer, sino simplemente disfrutar los planes familiares. Los viajes en grupos pequeños me los gozo porque estamos en la misma frecuencia y las cosas fluyen más.
¿Qué tanto se le mide a hospedarse en hostales?
Me parecen divertidísimos porque uno conoce mucha gente que está en el mismo plan, pero también voy a hoteles baratos, pero superlimpios. Uno no necesita más, a menos que el destino sea un hotel de lujo y vayas a relajarte allí.
¿Por qué disfruta tanto los viajes en solitario?
Es una decisión de vida. Tengo muchos amigos, pero me gusta pasar tiempo a solas, almorzar sola y conocer sitios sola, no porque no encuentre quien me acompañe,
sino porque lo disfruto. Uno vino solo al mundo y de este mundo se irá solo y cuando tú te conoces y eres capaz de aburrirte sola, sin tener miles de distracciones para sentirte bien, descubres tus cosas buenas y malas y entonces aprendes a estar con más gente.
Para las que temen viajar solas, ¿qué les diría para que se atrevan?
Que es lo máximo porque conoces lugares a tu ritmo, puedes perderte donde elijas y demorarte lo que consideres necesario. Nadie te está acosando con que quiere ir a no sé dónde o que hay que comer ya, o lo que sea. Te abres mucho más a conocer gente que probablemente está viviendo lo mismo que tú.
¿Con su novio, qué tanta sintonía tiene respecto a esta forma de vida?
A ambos nos gusta mucho la naturaleza y hacemos todo lo opuesto a un turista tradicional. No vamos a los lugares que señalan las guías turísticas, sino que hacemos actividades por lo general al aire libre: damos largas caminatas, recorremos sitios en bicicleta y nos encantan los buenos restaurantes. Nos gusta viajar sin afanes, por eso si nos queremos levantar tarde no pasa nada, porque no hay agendas que cumplir.
¿Dónde pasará el final de año?
La Navidad, en Santa Marta, como lo hago y lo haré siempre con las más de 80 personas que integran mi familia. Y aunque me gustan más los 31 de diciembre tranquilos y conectada conmigo, mi novio organiza fiestas y por eso lo acompañaré en la que planea en Tulum, México.
FLOR NADYNE MILLÁN
Redactora Revista Carrusel
Laura Patiño
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